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Israel votará en otras elecciones sin esperanza

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

El primer ministro Benjamín Netanyahu anunció anoche la inminente disolución de la Kneset y la consecuente convocatoria de elecciones. Los distintos partidos ya están trabajando sobre la fecha más propicia para que tengan lugar los comicios y los tres días más probables caen en el mes de marzo.

Apenas unas horas antes Netanyahu comunicó telefónicamente el cese a los ministros Yair Lapid (Hay un Futuro) y Tzipi Livni (El Movimiento). La resolución del drama llegó después de una crisis latente de varias semanas que se había agriado en los últimos días.

No han faltado motivos para escenificar el conflicto, entre ellos la redacción de los presupuestos, el deseo de Lapid de suprimir completamente el IVA en la compra de la vivienda para abaratar su precio, o la controvertida ley de la nacionalidad. Pero más allá de estos argumentos existía la impresión de que la coalición había agotado su camino menos de dos años después de que los israelíes acudieran a las urnas en enero de 2013.

Ciertamente había alguna posibilidad de resolver la crisis pero tanto Lapid como Livni apretaron demasiado las tuercas y Netanyahu no ha querido ceder ni un ápice. Los disidentes criticaron anoche el supuesto ego del primer ministro aunque sería más justo repartir el ego equitativamente entre los tres. Netanyahu había visto a Lapid el lunes por la noche en un encuentro que terminó como el rosario de la aurora.

El primer ministro acusó al ministro de Economía de trabajar a escondidas para dar un “golpe” con la ayuda de los partidos ultraortodoxos, algo que Lapid no ha negado. El propio Lapid replicó a Netanyahu con la misma acusación, lo que probablemente también sea cierto ya que los partidos ultraortodoxos, que están fuera del gobierno, han dicho que en las últimas horas habían recibido dos ofertas para entrar en el gobierno. Posteriormente, Lapid dijo que Netanyahu no había respondido satisfactoriamente a ninguna de sus demandas.

Ayer le tocó el turno a Tzipi Livni, que se reunió con Netanyahu sin lograr ningún acuerdo. Poco después del encuentro, Netanyahu les comunicó a los dos las dimisiones telefónicamente. “No se ha atrevido a decírmelo mirándome a los ojos”, declaró Livni. Poco después, coincidiendo con los informativos nocturnos de la televisión, Netanyahu se dirigió al país ya en clave electoral. Acusó a Lapid de haber “fracasado” como titular de Economía y a Livni le reprochó que haya criticado la construcción en las colonias judías del sector ocupado de Jerusalén.

Naturalmente, en su alocución Netanyahu no tuvo ninguna palabra para el inexistente “proceso de paz”, una cuestión que no ha jugado ningún papel de relevancia durante la legislatura, a pesar de que tanto Lapid como Livni dijeron que iba a ser una de las cuestiones prioritarias y de hecho justificaron su entrada en la coalición diciendo que su presencia iba a impulsar el proceso de paz.

Livni explicó anoche que el gobierno de Netanyahu tiene un programa “sin esperanza”, olvidando que ella misma lo ha sostenido durante dos años y ha apoyado todas sus iniciativas. Este cinismo puede incluso superarse: “Las elecciones serán sobre si debe continuar un gobierno extremista (kitsoni)”, sentenció Livni sin sonrojarse. El “proceso de paz” está más muerto que nunca y no es un tema destacado, ni mucho ni poco, en la política israelí.

Teniendo en cuenta que los palestinos no pueden hacer nada y que los israelíes no quieren hacer nada, la única posibilidad de avanzar sería mediante una fuerte presión de la comunidad internacional, algo que ni ha ocurrido ni parece que vaya a ocurrir.

Es cierto que el parlamento de París votó ayer una resolución simbólica y no vinculante que insta al gobierno francés a reconocer el Estado palestino, algo que ya han hecho España y otros países, pero también es cierto el ministro de Exteriores Laurent Fabius ha dado un plazo de dos años antes de que se realice el reconocimiento, y para entonces habrá llovido mucho, la construcción en Jerusalén se habrá disparado y Barack Obama no estará en la Casa Blanca.

Sería prematuro especular sobre la composición del futuro gobierno, pero un sondeo divulgado anoche por el Canal 2 de la televisión vaticina un parlamento extraordinariamente fragmentado y en el que solo Netanyahu tendrá posibilidades reales de formar una coalición, ya sea otra vez con Lapid y Livni o con los partidos ultraortodoxos.

El sondeo atribuye al Likud de Netanyahu 22 escaños, seguido de La Casa Judía con 17, los laboristas con 13, Israel es Nuestra Casa con diez y Hay un Futuro con nueve. Y revela un dato curioso: el partido con más votos jóvenes sería La Casa Judía, de Naftali Bennett, que es la formación más radical del actual gobierno, la más religiosa y la más nacionalista, lo que apunta que las nuevas generaciones son cada vez más radicales.

No se puede adelantar lo que ocurrirá en marzo ya que tres meses son mucho tiempo en Israel, pero lo que sí puede pronosticarse es que lo que venga será con toda seguridad más de lo mismo y que el “proceso de paz” seguirá aparcado.

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