MADRID
Actualizado:La Franja de Gaza lleva 223 días bajo el asedio de las bombas israelíes. En este periodo, el Gobierno sionista de Benjamin Netanyahu ha avanzado en la colonización de las tierras palestinas de Cisjordania. Ante la masacre, miles de estudiantes han pasado de la impotencia a la acción, levantando cientos de acampadas en los campus universitarios de medio mundo como protesta contra el genocidio. Su objetivo es presionar a las autoridades académicas para que rompan los acuerdos de colaboración y financiación establecidos con sus homólogos israelíes, así como con empresas de este país.
Estas asociaciones trascienden los territorios nacionales y forman parte de la estrategia de la Unión Europea (UE) para fortalecer su alianza con la que se ha considerado durante años "la única democracia de Oriente Medio". El Consejo Europeo de Investigaciones (ERC) es uno de los muchos organismos de la UE que han financiado al país presidido por Netanyahu. Desde su creación en 2007, investigadores asociados a sus universidades e instituciones académicas han recibido fondos europeos para impulsar 936 proyectos de investigación, según las estadísticas oficiales analizadas por Público.
La financiación recibida para esos proyectos lo convierte en el país externo a la Unión Europea –de un total de ocho– que más ayudas ha recibido de este organismo. Pero si miramos la clasificación de destino de estos fondos en general, es decir, incluyendo los Estados miembros de la UE, Israel solo cae hasta el puesto número siete.
En total, en todos estos años Israel ha recibido de estas ayudas más de 1.451 millones euros. El ERC, dependiente de la Comisión Europea, canaliza las ayudas a proyectos académicos de excelencia para investigadores e investigadoras de la UE y países aliados, provenientes de los fondos Horizon Europe y, previamente, de los Horizon 2020 y los FP7.
"Esta es sólo una pequeña parte del total de las ayudas que Israel recibe de Europa", explica a este medio Héctor Grad, profesor de antropología social de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de UAM por Palestina. Concretamente, suponen el 40% de los más de 3.640 millones de euros que la UE ha invertido en el sector académico en Israel, según las estimaciones de Público.
El ERC posee varias líneas de financiación unipersonales: para investigadores principiantes, que acaparan el 40,7% del total de sus ayudas, para avanzados –un 24,1%– y consolidados –22,0%–. En el caso de las primeras, los investigadores de universidades israelíes escalan en el ranking hasta llegar al quinto puesto de entre los 35 países que alguna vez han percibido esta ayuda.
El organismo europeo de investigación también cuenta con una línea de financiación para equipos multidisciplinares de diferentes países que trabajan bajo una misma hipótesis: los Synergy Grants (ayudas de sinergia). Por último, posee una subvención, conocida como Proof of Concept (Prueba de concepto), para que los investigadores ya becados individualmente exploren el potencial comercial de sus proyectos. Unos 160 proyectos de universidades israelíes han recibido este tipo financiación coronando, de nuevo, el ranking de países fuera de la UE que las reciben.
Los otros países de fuera de la Unión Europea que han recibido junto a Israel estas inversiones son Suiza, Noruega, República Checa, Turquía, Islandia, Bulgaria y Ucrania. En el caso de Reino Unido, desde que oficializó su salida de la UE en 2021 no ha vuelto a recibir dinero del ERC.
A pesar de esa lista de países, estos acuerdos no impiden que investigadores de universidades ajenas a estos convenios, como los de EEUU, participen en alguno de los proyectos subvencionados por la UE, siempre que el investigador principal sea del club de los 27 o de alguno de sus Estados asociados.
Científicos de universidades de Israel han liderado tan sólo seis proyectos de investigación junto a terceros países, muy por debajo de Suiza. Bajo su dirección han colaborado investigadores de las universidades de Suecia (4), España (3) y Alemania (2). Este último es uno de los principales socios del Estado sionista desde su nacimiento. Científicos de Israel han participado en ocho proyectos de investigación de alemanes financiados por la UE en los últimos 17 años. También lo ha hecho en otros siete liderados por Francia, cuatro de Países Bajos, otros cuatro de Suiza y uno de Austria.
La fluida comunicación entre universidades de la UE y las de Israel así como el elevado volumen de ayudas que atesoran evidencian la privilegiada posición del país de Oriente Medio frente a otros Estados que no son miembros de la UE. El marco legal que ampara dichos flujos es el Acuerdo de Asociación entre Tel Aviv y Bruselas que entró en vigor en el año 2000 y que permite la colaboración de sus instituciones y el libre comercio en condiciones prácticamente igual de ventajosas que cualquier otro Estado Miembro.
Pero este acuerdo también incluye unas cláusulas de respeto a los derechos humanos que, según el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, Netanyahu no está cumpliendo, motivo por el que pide a la UE que lo revise. Este criterio es compartido por los líderes de Irlanda, Malta y Eslovenia, que junto al de España se han comprometido a reconocer el Estado palestino.
La doble vara de medir: el caso ruso
La inacción frente a la guerra en Gaza contrasta con las sanciones que la UE ha impuesto a Rusia, en guerra con Ucrania desde el 24 de febrero de 2022. Las restricciones aprobadas por los 27 desde 2014 –cuando Rusia se anexionó el hasta entonces territorio ucraniano de Crimea– se han multiplicado en los dos últimos años. Entre otras cuestiones, prohíben a los Estados europeos exportar tecnología de vanguardia, como ordenadores cuánticos, semiconductores, componentes electrónicos o software. También imposibilitan la participación en proyectos de financiación rusa y viceversa.
Fruto de estas restricciones, el ERC explicitó en su Programa de Trabajo de 2023 la imposibilidad de que entidades rusas y bielorrusas se pudieran postular a sus fondos de excelencia: "Dada la invasión ilegal de Ucrania por parte de Rusia y la implicación de Bielorrusia, actualmente no existe un contexto adecuado que permita la ejecución de las acciones previstas en este programa con entidades jurídicas establecidas en Rusia, Bielorrusia o en territorios de Ucrania no controlados por el Gobierno".
El ERC ha explicado a este periódico que "obviamente las instituciones de investigación de Rusia nunca han podido acoger proyectos financiados" por este organismo. Aclaran que ello no ha impedido que ciudadanos rusos accedan a estas ayudas, siempre que estuvieran vinculados con instituciones académicas de países con los que Bruselas sí tiene acuerdos. Pero en los 17 años que lleva en marcha el ERC, sólo 90 de los más de 14.000 académicos que han liderado o participado en alguno de estos proyectos eran rusos, según los datos aportados por la institución a Público.
Las sanciones impuestas a Rusia también se justifican en las constantes violaciones de derechos humanos que sus autoridades han ejercido contra miembros de la oposición. Al sur del territorio gobernado por Vladimir Putin, en Israel, también se cometen sistemáticamente estas violaciones. Así lo ha señalado la ONU en no pocas ocasiones. Un informe de la Comisión Internacional Independiente de Investigación de la ONU sobre Territorios Palestinos Ocupados concluyó que "la autoridades israelíes cometen la mayoría de las violaciones [de derechos humanos] para garantizar y consolidar su ocupación permanente".
Con más de 35.000 muertos a sus espaldas desde el 7 de octubre del año pasado, de los que 16.000 eran niños y niñas, los países del bloque occidental parecen estar aún lejos fijar contra el Estado sionista sanciones mínimamente similares a las que adoptaron contra Rusia. Ello a pesar de que muchas de las entidades académicas en las que desarrollan proyectos de investigación los científicos becados por la UE, mantengan vínculos con el ejército israelí y sirvan de laboratorio para impulsar avances en materia de armamento e inteligencia.
Instituciones académicas de Israel
Israel cuenta actualmente con nueve universidades y varios institutos de investigación. La primera de ellas, la Universidad Hebrea de Jerusalem fue fundada en la ciudad santa en 1925, 23 años antes de la creación del Estado de Israel, cuando la urbe todavía se encontraba bajo la administración territorial de Reino Unido tras el desmembramiento del Imperio Otomano.
Desde entonces y en paralelo a la consolidación de su Estado –en detrimento del palestino–, fue estableciendo vínculos con las instituciones académicas del bloque occidental. Principalmente la EEUU, su aliado histórico desde el final de la Segunda Guerra Mundial, pero también con la Europa anticomunista, algunos de ellos aglutinados bajo la firma del Tratado de París, germen de la Unión Europea.
Ni los sucesivos incumplimientos de las resoluciones de la ONU, incluida la Solución de los dos Estados –Resolución 181–, ni la violación del Acuerdo de Oslo de 1993, firmados por Isaac Rabín y Yasser Arafat, entonces líderes de Israel y Palestina respectivamente, o la destrucción sistemática de infraestructura financiada con fondos de la UE por parte de Israel, han frenado las aspiraciones de los 27 de continuar estrechando lazos con su aliado en Oriente Medio.
Prueba de ello es que el mismo año en el que Israel estableció el bloqueo total e ilegal de la Franja de Gaza, en 2007, el recién creado ERC otorgó 23.502.755,6 euros a 22 proyectos de investigación impulsados por académicos de universidades israelíes. El bloqueo fue la respuesta a la llegada de Hamás al Consejo Legislativo Palestino, tras ganar las elecciones celebradas el año anterior. Aquello estranguló la economía palestina y restringió la libre movilidad de sus ciudadanos, recogida en la Declaración Universal de los Derechos Humanos creada ad hoc tras el Holocausto.
Sólo una de las universidades de Israel está explícitamente excluida de estas y otras subvenciones de la UE. Se trata de la Universidad de Ariel, situada en el asentamiento de Ariel, en Cisjordania, ocupado ilegalmente por Israel. El centro educativo fue creado en 1982, pero no fue hasta 20 años después que el Gobierno de unidad de Netanyahu y el líder del Kadima, Shaúl Mofaz, le otorgó la categoría de universidad.
A través de una directiva aprobada por la Comisión Europea en 2013, se impedía a las entidades establecidas en los territorios ocupados de Israel optar a subvenciones, premios e instrumentos financieros financiados por la UE en consonancia a "posiciones y compromisos de la UE de conformidad con el Derecho internacional sobre el no reconocimiento por parte de la UE de la soberanía de Israel sobre los territorios ocupados por ese país desde junio de 1967" y que comprenden "los Altos del Golán, la Franja de Gaza y Cisjordania, incluido Jerusalén Este". Tal y como explica Héctor Grad, también es ilegal importar productos de las tierras ocupadas, sin embargo la Comisión Europea se ha abstenido de reglamentar la norma que lo prohíbe, por lo que no persigue su comercialización en la UE, que continúa de facto.
Esta fecha deja fuera de la norma otras universidades construidas en lo que fueron territorios palestinos hasta la creación del Estado sionista, como es el caso del Instituto Weizmann de Ciencias, uno de los centros de investigación más punteros de todo el mundo. Establecido en Rehovot ha supuesto la piedra angular del desarrollo científico y tecnológico de Israel y tuvo un papel fundamental en construcción de su industria armamentística y en la independencia del Estado, que culminó con la Nakba –catástrofe– de los palestinos en 1948.
Además de apoyar abiertamente la intervención militar en la Franja de Gaza tras los atentados de Hamás del 7 de octubre, el centro inició una campaña de donaciones para el ejército. El Weizmann es la institución israelí que más subvenciones del ERC ha obtenido desde 2007. Un total de 280 de sus investigadores han desarrollado proyectos científicos subvencionados por la UE, que suman más de 448 millones de euros. "Todas las universidades se han posicionado a favor del ataque y lo han justificado", evidencia Héctor Grad. "Dan apoyo público a los estudiantes que son movilizados y que están, entre comillas, defendiendo la patria, y les ponen facilidades para los exámenes y entrega de trabajos".
El hecho de que la UE se niegue a financiar a una institución académica ubicada en los asentamientos que considera ilegales –la Universidad de Ariel– junto a las sanciones aplicadas Rusia, evidencian que los 27 no siempre consideran a las instituciones académicas de terceros países como agentes neutrales, sino como parte de un mecanismo estatal al que pueden presionar para lograr sus objetivos políticos.
Abono para una sociedad militarizada
Desde su creación, Israel es un Estado sumamente militarizado. En 2023 destinó 27,5 millones de dólares a Defensa, que lo situaron en el puesto número 15 del ranking de países que más gastan en este sector, según el informe del SIPRI para ese año. Esto supone un 24% más que en 2022, siendo la segunda región de Oriente Medio que más ha incrementado esta inversión después de Arabia Saudí.
Sus universidades e instituciones académicas no son ajenas a este fenómeno. De hecho, según la información publicada por AraInfo, estas entidades están orgánicamente vinculadas al Ejército. Como reza la página web de las Fuerzas de Defensa de Israel, "el servicio general y el servicio en combate en particular tienen un valor significativo en la integración del soldado en la sociedad israelí".
"En las universidades israelíes se desarrolla el conocimiento que se aplica en la colonización", abunda Grad. Y lo ejemplifica: "La arqueología se ocupa de mostrar los restos de cultura judía que existen en Palestina en la antigüedad, invisibilizando lo que había después. Los departamentos de ciencias sociales desarrollan técnicas de interrogatorio". Es más, "la doctrina de defensa no la desarrolla el ejército, sino los departamentos de relaciones internacionales y derecho de las universidades".
Los vasos comunicantes entre la institución académica y la militar se evidencian en varios programas militares. Uno de ellos es el programa Alfa, a través del cuál los centros educativos de Israel forman a soldados y reservistas de la División de Inteligencia y de las TIC del ejército. El programa tiene además la vocación de mejorar la igualdad entre hombres y mujeres en la sociedad israelí. A través de él se ofertan cursos centrados en el desarrollo de software, análisis y procesamiento de datos para desarrolladores y programadores. Tras la realización de los mismos, los soldados-científicos pueden ser derivados a diversos comandos como la Unidad 8200, que forma a ciberespías como los creadores del software Pegasus, a través del cuál miembros del Gobierno de España y catalán fueron espiados.
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