Desde hace un mes, Samiha Mohamed se despierta todas las mañanas temiendo que sea el último día que pueda encender la luz. O utilizar la nevera. O ver la televisión y oír la radio. Ella y los otros 350 vecinos de Mnaizel saben que en cualquier momento llegarán los soldados israelíes con los bulldozers y destruirán la pequeña planta fotovoltaica que supone su única fuente de energía.
Fue construida en 2009 por la ONG catalana Seba, con cerca de 300.000 euros de financiación de la Agencia Española de Cooperación (AECID). Su instalación cambió la vida del pueblo y devolvió a sus habitantes al siglo al que pertenecen.
El Ejército israelí alega que la planta no cuenta con los permisos necesarios
'Quieren tirar las placas porque dicen que no tenemos permiso, pero los israelíes nunca conceden los permisos', se queja a Público esta mujer de avanzada edad, madre de ocho hijas y tres hijos.
Mnaizel está en las desérticas colinas del sur de Hebrón, en Cisjordania. Tiene la mala suerte de estar a escasos metros de la verja de separación construida por Israel, el puesto de control militar de Beit Yatir y la colonia judía de Mesador Yehuda. Pertenece a la denominada Zona C, que abarca el 60% de Cisjordania y está sometida al control militar y administrativo de la ocupación israelí.
Su aspecto destartalado, con precarias estructuras levantadas con restos de furgonetas y material de construccióndonde las gallinas pasean libremente por el polvoriento camino, está a años luz de cualquiera de las colonias judías vecinas, provistas de suministro de agua potable y electricidad.
En la zona bajo su administración, sólo autoriza el 5% de las solicitudes
'Desde que pusieron la planta tenemos lavadora, vemos la televisión y funcionan las neveras. Estamos muy agradecidos a España, pero tenemos mucho miedo de que la tiren', explica Mohamed.
El Ejército israelí argumenta que la planta fue construida sin permiso. Es cierto. Pero el problema radica en que Israel, por sistema, no concede permisos de construcción en Zona C para, según denuncian diversas ONG, deteriorar las condiciones de vida de los palestinos hasta el punto de que se vean obligados a irse.
El empeoramiento de las condiciones ocurre en paralelo con el robo de tierras para la construcción de asentamientos e instalaciones militares.
Según Alon Cohen, de la ONG israelí Bimkom, que defiende los derechos humanos en lo relativo a planificación urbanística, Israel sólo aprueba un 5% de los permisos de construcción solicitados en el Área C.
'Al mes, se concede un permiso, se entregan 60 órdenes de demolición y se ejecutan otras 20', resume Cohen. Bimkom describe esta política como 'un mecanismo central en la lucha por el control de la tierra', con el que el Ejército intenta 'reservar grandes extensiones para los intereses israelíes, especialmente las colonias'.
El cooperante de Seba Carlos Sordo, a cargo del proyecto, denuncia que 'hay órdenes de demolición para llenar una habitación. Sólo en Mnaziel quieren demoler el baño de la escuela y otras diez estructuras, tres de ellas de viviendas ocupadas por gente. También han prohibido a los vecinos asfaltar la carretera. Lo intentaron hace cuatro meses y llegaron los soldados de inmediato para impedirlo. Dan órdenes de demolición incluso para las tiendas de plástico'.
'Sin los paneles solares', explica 'el colegio no tendrá electricidad. La clínica cerrará. El ordenador de la escuela no funcionará y los vecinos no tendrán un suministro de una calidad mínima. Para las mujeres, supondrá entre cuatro y cinco horas más de trabajo al día. Tendrán que transportar a mano el agua desde el tanque en vez de bombearla. Con los generadores eléctricos dispondrán como mucho de cuatro horas al día de electricidad y mucho más cara'.
Otra vecina, Mariam Rashid, dice que sin la planta, 'los niños no pueden estudiar por la noche (en invierno, a partir de las cuatro de la tarde)' y no podrán usar la nevera ni la mezcladora para elaborar queso y yogurt, una de las pocas actividades productivas de esta comunidad de pastores.
'Hace décadas que pedimos la electricidad, pero no nos la dan porque los israelíes se quieren quedar con todo esto. Pero no vamos a irnos. Aunque nos quedemos sin agua y sin luz', advierte, 'esta es nuestra tierra y no tenemos otra a la que ir'.
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