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La internacional reaccionaria aterriza en Buenos Aires de la mano de Milei para unir fuerzas contra el progresismo

Santiago Abascal, entre los invitados a la Conferencia Política de Acción Conservadora, un evento que ha sido descrito por el hijo de Jair Bolsonaro como "el más grande encuentro de no zurdos de todo el mundo".

Santiago Abascal y Javier Milei, en Madrid el pasado 19 de mayo en un acto organizado por Vox.
Santiago Abascal y Javier Milei,  en un acto organizado por Vox en Madrid. A.Pérez Meca / Europa Press

Buenos Aires será este miércoles la sede del mayor evento de las ultraderechas del mundo: la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC). La lista de invitados es grande: desde el presidente Javier Milei y varios de sus ministros más importantes, hasta figuras destacadas de la galaxia republicana que se apresta a volver a la Casa Blanca el 20 de enero, pasando por el millonario mexicano Raúl Salinas Pliego o Santiago Abascal, líder de Vox.

"El más grande encuentro de no zurdos de todo el mundo". Así lo ha promocionado Eduardo Bolsonaro, quien estará en Buenos Aires para el evento, mientras que su padre, Jair Bolsonaro, condenado, inhabilitado y sujeto a la prohibición de salir de su país, participará de forma virtual. Todos estarán reunidos para enfrentar al "virus socialista", como lo calificó el hijo del expresidente brasileño.

La cumbre —que tendrá lugar en el hotel Hilton del exclusivo barrio de Puerto Madero, con entradas desde 100 hasta 5.000 dólares— será la posibilidad para Milei de situarse por un día como centro de las corrientes internacionales de ultraderecha. En este caso, en un momento estelar: a punto de cumplir un año en la Presidencia con números de aprobación que le son favorables, según varios sondeos, y con la reciente victoria de Donald Trump en Estados Unidos, que tendrá representantes en Buenos Aires, como su nuera Lara Trump o su estratega Barry Bennet.

La elección de Buenos Aires como sede responde a la cercanía de ambos políticos, quienes se fotografiaron en la residencia de Mar-a-Lago el 15 de noviembre, en una escena donde también participó Elon Musk, al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental. Milei ya había saludado a Trump en Estados Unidos en febrero, invitado a la reunión de la CPAC: "Nos encanta la idea de tener una motosierra para representar que va a eliminar gastos", había dicho entonces el presidente de la CPAC, Matt Schlapp, para explicar por qué había invitado al mandatario argentino.

El desembarco por primera vez de la CPAC en Argentina se explica también por la política de internacionalización de la organización nacida en 1974 de la mano de la Unión Conservadora Estadounidense, que tuvo a Ronald Reagan como gran referente hasta tener a Trump como figura principal. La primera cumbre fuera de Estados Unidos se organizó en 2017 en Japón. Luego, en 2019, tuvo lugar en Australia, Corea del Sur y, de la mano del bolsonarismo, también en Brasil, el primer país de América Latina que la acogió. En 2022 llegó a México y, finalmente, a su nueva parada, Argentina, nueva meca de las ultraderechas.

La internacional reaccionaria

"Estos eventos van produciendo una dimensión de imaginario común entre ellos", dice en conversación con Público Diego Sztulwark, licenciado en Ciencias Políticas y estudioso de las ultraderechas, a las puertas del evento donde habrá disertaciones sobre temas como la comunicación, con la presencia de Javier Negre o el antiglobalista argentino Agustín Laje, y moderado por el portavoz presidencial, Manuel Adorni.

"Se está tejiendo entre ellos una imaginación sobre el capitalismo, una suerte de capitalismo futuro. Se están imaginando, sobre todo en torno a estas burguesías tecnológicas, estos nuevos millonarios que están tan cercanos a Trump. Están tan eufóricos y son tan modélicos para Milei, con esa idea de una desregulación estatal como condición de una posibilidad de un relanzamiento de la imaginación capitalista", afirma Sztulwark.

"La segunda cosa en común entre ellos es más obvia: un sentimiento de inestabilidad y amenaza […]. Ven las migraciones, la pérdida de hegemonía de Estados Unidos sobre el Pacífico, los BRICS, una autonomización de una zona gigantesca de poblaciones que ya no se someten a la hegemonía norteamericana… Hay un especie de sentimiento de horror, de paranoia, de contraofensiva y de militarización, una agenda que tiene que ver con la seguridad, el discurso religioso y sexual", explica.

La formación de una internacional reaccionaria no es nueva. Ya ha tenido otras iniciativas, como la formación del Foro de Madrid en 2020, con un ámbito de acción más centrado entre España y América Latina, o el acto de Vox organizado en mayo con presencia de varios invitados internacionales, como el propio Milei. En este caso, la terminal está en Estados Unidos, ahora de la mano del próximo presidente, lo que augura una probable mayor potencia política y capacidad de articulación.

"Tienen una muy correcta percepción de que ellos no tienen la hegemonía ni han estabilizado ninguna forma política durable, y que así como Trump ganó y perdió, como Bolsonaro ganó y perdió, también Milei ganó y podría perder. Esa conciencia de la fragilidad me parece una tercera zona común: la conciencia de que tienen una oportunidad histórica, imprevista, de convertir un accidente en una oportunidad histórica", afirma Sztulwark, con el acento puesto en el experimento argentino que oscila entre una percepción de solidez y de posible derrumbe intempestivo.

El nuevo eje Washington-Buenos Aires

Milei apareció esta semana en la portada de la importante revista The Economist, con un retrato en grande y la frase "qué puede enseñarle Javier Milei a Donald Trump". El titular, que podía parecer una fantasía hace un año atrás, puso a Milei en el centro de donde quiere estar: como profeta de una cruzada internacional contra el Estado, los "zurdos", en defensa de un "Occidente en peligro", ahora apoyado en el republicano que está de vuelta en Washington.

El regreso de Trump anticipa una cercanía entre ambos gobiernos en agendas geopolíticas y culturales. Milei ya dio muestras de su sobreactuación en el alineamiento con Estados Unidos en política internacional, y dentro de la Casa Rosada no faltan quienes imaginan un vínculo que podría volver a ser similar o mayor al de los años 90, apodado entonces como "relaciones carnales" por el canciller del presidente Carlos Menem, Guido di Tella.

En este caso comparten un adversario común que, plantean, debe ser borrado del mapa político y de las ideas. Sin embargo, no existe tal afinidad en materia económica, donde Trump se caracteriza por su agresiva política arancelaria, utilizada a su vez como arma de negociación internacional, mientras que Milei mantiene la ortodoxia de libre importación, con el consecuente impacto negativo para la industria argentina, y la reducción de la capacidad estatal al mínimo.

Tal diferencia podría tener un punto de encuentro si efectivamente avanza un por ahora incierto Tratado de Libre Comercio (TLC) entre ambos países, como planteó Milei, proyecto que por el momento no tuvo respuesta de la contraparte, en el marco de economías que son competitivas y no complementarias. Ese TLC será parte de la agenda que Milei lleve a la Cumbre del Mercosur en Uruguay al día siguiente del evento de la CPAC, donde llegará con los flashes y la atención mediática internacional para pulsear con el mandatario brasileño Lula da Silva.

Por el momento, Milei se prepara para ser el centro de atención de una internacional reaccionaria que tiene en Argentina una de sus nuevas referencias. Buenos Aires, que supo ser uno de los epicentros del progresismo latinoamericano, es ahora el escenario de confluencia y construcción de imaginarios y planes comunes de quienes anuncian que llegó la hora de las fuerzas más conservadoras.

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