Israel podrá volver a participar este año en Eurovisión. Las críticas internacionales que ha despertado esta decisión no han sido suficientes para forzar un cambio de opinión de la Unión Europea de Radiodifusión (UER), organizadora de un festival que califican de "apolítico".

Inés Hernand, una de las presentadoras del Benidorm Fest, ha sido una de las figuras públicas que recientemente se ha manifestado en contra de la decisión del certamen. "Condeno profundamente los ataques de Israel a la población gazatí", ha asegurado para después dejar clara su posición: "Esto lo digo yo como persona individual que tiene su opinión y que no le importa decirlo públicamente porque los que asesinan son ellos, no yo".

En diciembre de 2023, el rapero puertorriqueño Residente publicó en sus redes un vídeo mostrando su apoyo a Palestina y pidiendo un alto el fuego inmediato. "Entiendo que hay gente que no dice nada porque no entiende el conflicto, pero díganme, ¿qué es lo que hay que entender que es tan complicado?", escribió en su cuenta de Instagram, donde señaló la falta de empatía de las estrellas de la música a propósito del asedio israelí.

Críticas desde el próximo país anfitrión

Las declaraciones de Hernand este martes en una de las ruedas de prensa previas al festival se suman a las críticas de otros artistas, cantantes y demás figuras públicas que se oponen al genocidio en Gaza. Este ha sido el caso de más de mil músicos suecos —Eurovisión se celebrará en Malmö, Suecia, del 7 al 11 de mayo— que han enviado una carta exigiendo el veto a Israel.

El comunicado, publicado el 29 de enero en el diario Aftonbladet, carga contra la organización del festival y expresa ideas similares a las de Hernand sobre Eurovisión: "Trivializa las violaciones del derecho internacional y vuelve invisible el sufrimiento de las víctimas".

Entre las personas que han firmado la carta aparecen los nombres de la cantante Robyn y el grupo Fever Ray. Además, Eric Saade y Malena Ernman, que representaron a Suecia en Eurovisión en 2011 y 2009, respectivamente, han sumado sus nombres al comunicado.

La respuesta de la UER no ha tardado en llegar. La organización del festival ha remitido un comunicado al mismo periódico para intentar defenderse de la crítica internacional: "Se quiere preservar el estatus del concurso como un evento apolítico que une a audiencias de todo el mundo a través de la música".

La UER también ha expresado que se trata de una "competición para emisoras" y "no para gobiernos", dejando claro que Israel podrá participar porque "lleva haciéndolo durante 50 años".

Desde el 7 octubre de 2023, han sido asesinados cerca de 27.000 palestinos, pero los inicios del conflicto armado se remontan a los primeros años del siglo XX, bastante antes de la primera representación israelí en este concurso político y maquillado por lo musical. Esto deja entrever que la invisibilización del genocidio no es solo cosa del ahora. 

Caso omiso al historial de críticas

La organización del festival sí prohíbe a Rusia participar desde 2022 como respuesta a la invasión de Ucrania, pero no hará lo mismo este año con Israel que, además, ganó en 2018. 

De esta forma, varios artistas —sobre todo de países nórdicos como Finlandia— han pedido que sus Gobiernos se pronuncien y decidan no participar. Cabe recordar que los representantes de Islandia que viajaron a Tel Aviv cuando fue la sede del concurso, el grupo de punk-rock Hatari, fueron multados por enseñar una bandera de Palestina durante las votaciones. 

La cantante Madonna, que participó en la misma edición, hizo lo propio durante su actuación y fue después demandada por la televisión pública de Israel.

"Está siendo una masacre y un genocidio", opinó Inés Hernand el pasado martes, uniéndose a otras voces públicas del país anfitrión como Axel Boman, Refused, DJ Seinfeld, Peder Mannerfelt y First Aid Kit, dedicados a la industria musical.

Israel participó por primera vez en el certamen en 1973, convirtiéndose en el primer país no europeo en hacerlo. Ahora, 51 años más tarde, parece que la organización continuará haciendo caso omiso al genocidio en Gaza, mostrando, así, su apoyo indirecto.