Industrias, valores, países y empresas que ganan y pierden con el mandato 2.0 de Trump
Con el poder legislativo bajo control y el judicial dando a Donald Trump parcelas de impunidad, el líder republicano tiene a su merced toda la influencia para transformar la economía americana y global. Países -aliados o rivales-, sectores, firmas y activ
Madrid-Actualizado a
El segundo mandato de Donald Trump será, sin duda, más agresivo y actuará sin la improvisación del primero y con deudas pendientes y rencor acumulado a agentes geopolíticos y económicos y una amenaza nada velada del sucesor de Joe Biden de tomarse cumplida venganza ocho años después de su primera estancia en la Casa Blanca. "América nos ha dado un impredecible poder para ejercer un mandato político dirigido a transformar la economía nacional y el orden global". No son palabras gratuitas. Es la firme convicción y férreo compromiso de Trump a sus seguidores desde su residencia oficial de Mar-a-Lago nada mas ganar los comicios presidenciales del 5N.
Tampoco son falsedades proféticas. El dirigente republicano jugará sus bazas ejecutivas con una holgada mayoría del Grand Old Party (GOP) en la Cámara de Representantes y una mínima, pero suficiente ventaja, en el Senado, así como un Tribunal Supremo de marcado perfil conservador entre sus nueve jueces vitalicios, una herencia de su primer mandato, que le dio la ocasión de elegir hasta tres magistrados: Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett.
Esta maniobra ya ha inclinado la balanza de la Justicia hacia resoluciones de especial relevancia como la revocación de la jurisprudencia federal sobre el aborto -cuestión que queda en manos de los estados, algunos marcadamente opuestos a este derecho, cuyas altas instancias judiciales han rebajado o, según los casos, han anulado sus preceptos-, o la concesión al mismo Trump de inmunidad presidencial parcial por su rol en el asalto al Capitolio, en 2021.
La victoria del 5N le podría dar la oportunidad de determinar el signo del Supremo hasta 2050
Amarrados todos los resortes de la división de poderes, el regreso del dirigente, con un amplio expediente en los tribunales, esencialmente por acusaciones de fraude fiscal, y su cada vez más enraizada cruzada en favor de los mercados de capitales y la iniciativa privada, pondrá en marcha políticas de desregulación de sectores de actividad, rebajas impositivas y guerras comerciales de marcado acento proteccionista que, junto a medidas de ajuste que ha dejado en manos de Elon Musk, dueño de Tesla y SpaceX, y un acólito converso de su figura como Marco Rubio al frente de la diplomacia, estarán dirigidas a hacer tambalear los cimientos del orden mundial.
Pero ¿qué sectores, países, valores y empresas emergen como vencedores y perdedores en esta versión Trump 2.0?
Los apóstoles de la desregulación
Algunos valores como los criptoactivos, con el bitcoin a la cabeza, que se ha revalorizado un 45% desde el 5N hasta rozar los 100.000 dólares de cotización, personifican este fervor del mercado por los cambios "estructurales", según Trump, en políticas tan sensibles como las impositivas, comerciales o en las reglas de juego que deben velar por la libre competencia o la actividad de sectores productivos. Las compañías energéticas, con la caída en desgracia de los subsidios a las renovables para acelerar la transición hacia las emisiones cero de CO2, las firmas financieras o las divisas digitales conforman el triunvirato que se beneficiará del viraje del Tesoro, cuyo secretario será el multimillonario Scott Bessent.
El futuro vicepresidente, JD Vance, cargó contra Lina Khan, al frente desde 2021 de la poderosa Federal Trade Commision (FTC) por haber logrado que las iniciativas antitrust a varias de las más lustrosas bigtechs hayan logrado que estos gigantes se vuelvan republicanos. No es, pues, casual que Sundar Pichai, CEO de Alphabet, Tim Cook, de Apple, o Mark Zuckerberg, de Meta, esperen como agua de mayo el final del carrusel de procesos judiciales abiertos contra sus emporios por prácticas monopolísticas en uno de los mercados con unas leyes de competencia más rigurosas y con mayor poder sancionador. Ni tampoco que voces tradicionalmente fieles a los demócratas como Warren Buffet -el emblemático oráculo del mercado dueño de Berkshire Hathaway- haya guardado un escrupuloso silencio en campaña.
Pese a que Scott Bessent, asesor económico de la candidatura de Trump y responsable del Tesoro, haya criticado abiertamente a Jerome Powell y esté dispuesto a ocupar un sillón en la Fed para interceder en la independencia de la autoridad monetaria norteamericana. O a que Larry Fink, el todopoderoso CEO de BlackRock alerte en The Wall Street Journal que el desajuste que implicarán las pérdidas de ingresos por las agresivas rebajas fiscales y la pérdida de actividad por el encarecimiento de suministros y materias primas exteriores de la batalla arancelaria que se avecina, exigirá un dinamismo mínimo del 3% del PIB anual para mantener estable la montaña de deuda estadounidense, la que más preocupa, con creces, al FMI y las agencias de rating.
La mano invisible que mece los mercados muestra sus vencedores
The New York Times se hace eco de esta calma tensa. Bancos y multinacionales energéticas con reminiscencias fósiles en sus negocios han sido las que más han escalado en las bolsas de países industrializados. Con el bitcoin marcando el mayor ritmo, el dólar ganando valor -en especial frente al euro y el peso mexicano, porque el renminbi actúa bajo una banda de fluctuación que maneja el Banco Central de China- y las empresas de Musk haciendo el agosto en noviembre.
Por contra, gigantes de la logística mercante, como Maersk, o firmas de renovables, sobre todo europeas, como la danesa Vestas o la alemana RWE, con acceso a ayudas de la ley IRA de Biden, o las inversiones en bonos del Tesoro americano -temerosas de una escalada inflacionista y de un apagón productivo a lo largo del mandato Trump- han mostrado debilidad bursátil. Como si el dogma de fe neoliberal que fía el destino de los mercados al utópico equilibrio entre la oferta y la demanda no entendiera de movimientos especulativos o descartase cualquier episodio de colapso financiero durante los próximos cuatro años.
La banca espera un clima regulatorio más laxo frente a los exigentes requerimientos y estrictos niveles de capital de la era Biden, las petroleras, el impulso productivo con rebajas fiscales que anticipan fusiones y adquisiciones, los criptoactivos, la barra libre operativa, las tecnológicas, con los grupos vinculados al boom armamentístico y a la ciberseguridad como grandes benefactores, dice Frank Holmes de US Global Investors, por el "impacto que los proyectos de Defensa tendrá en el presupuesto federal" y el papel esencial que la IA y la innovación tendrá en iniciativas como el Sistema de Defensa de Misiles Iron Dome que Trump se ha propuesto construir antes de que expire su mandato.
Las acciones de General Dynamics, Lockheed Martin, Boeing o Northrop Grumman, sin embargo, han experimentado correcciones dentro de subidas notables ante la incertidumbre sobre dónde, cómo y en qué dimensión se encauzarán las futuras partidas presupuestarias.
También la industria militar europea ha escalado en Bolsa desde la victoria de Trump, impulsada por el incremento de los gastos de Defensa de los aliados europeos de la OTAN hasta un mínimo del 2% de su PIB. La británica BAE Systems, la alemana Rheinmetall y la italiana Leonardo se han destacado con alzas en el entorno del 5% ante el impulso que el informe de Competitividad de Mario Draghi aconseja dar a planes estratégicos europeos, con fórmulas como los eurobonos, y la política de dinamización del sector armamentístico que pretende inculcar la nueva Comisión. Con el respaldo geopolítico del Gobierno laborista de Reino Unido.
En estas manifestaciones bursátiles de apoyo también han resurgido hasta los valores de firmas de gestión privada de prisiones y centros operativos de retención de migrantes ante la más que presumible acción de cuerpos de Policía -y hasta del Ejército, ha admitido Trump- contra los extranjeros sin papeles. GEO Group y CoreCivic han sido dos de los beneficiados, con aumentos de sus acciones del 42% y el 29% en las casi tres semanas de cotización desde el 5N.
Los ejecutivos confeccionan planes de contingencia
La incertidumbre es total y varias de las incógnitas -comerciales, esencialmente- siguen sin resolverse. Por ejemplo, si los productos que procedan de Europa tendrán una tarifa del 10% o del 20%, los de China del 60% o del 100%, o los aranceles sobre su socio mexicano del USMCA, la versión Nafta 2.0 que él mismo configuró en su primer mandato. O si segmentos productivos concretos, como los vehículos eléctricos o los de maquinaria agrícola e industrial, se moverán entre el 100% y el 200% de subidas de aranceles.
Ante esta tesitura, varios consejeros delegados (CEO) de multinacionales de todo el mundo admiten haber tomado la iniciativa. Como Shinju Aoyama, el de Honda Motors, con fábricas en México, que sopesa activar estrategias corporativas con intención de mantener sus negocios en el vecino sureño de EEUU. O Piyush Gupta, del mayor banco de Singapur DBS, el brazo financiero por excelencia de los distintos hubs logísticos y comerciales de la ciudad-Estado, capitales para el desarrollo de la zona del sudeste asiático, para quien resulta complejo perfilar los márgenes crediticios con una Administración Trump, por las dudas regulatorias, fiscales y las sanciones que pueden llevar aparejadas las medidas comerciales de la Casa Blanca, informa Business Insider.
En Europa, las dudas en sectores como el automovilístico, farmacéutico o químico crecen como la espuma, mientras caen la valoración de empresas como BMW, Mercedes o Volkswagen, las tres grandes marcas alemanas, con intereses comerciales en EEUU, en firmas de comercio minorista como Puma o Ikea o Airbus, que teme otra oleada de acusaciones infundadas como la que llevó a la práctica Trump en 2018 y que desencadenó otra guerra paralela hacia el sector agrícola de la UE. Todos ellos dicen tener planes de contingencia para capear posibles temporales adversos.
Aunque también desde EEUU voces como la de Justin Picicci, responsable de finanzas en Ralph Lauren, alertan de futuras tensiones en cadenas de valor, subidas de precios y colapsos logísticos en connivencia con la apreciación de Timothy Boyle, CEO de Columbia Sportswear que aseguró a The Washington Post que "será difícil mantener las cuotas de venta en el mercado americano".
Tesla no será el único trofeo de Musk
El gurú económico de Trump también se encargará de mover los hilos de las represalias geopolíticas e industriales hacia Europa y China. Con interés en desembarcar en Italia, el mercado de su gran amiga Giorgia Meloni, y con SpaceX generando conexión de telecomunicaciones indistintamente a los ejércitos ruso o ucranio, Musk comparte el diagnóstico de su jefe de castigar los superávits comerciales de China, Europa y otras naciones como México. A partir de sus planteamientos empresariales sobre el coche eléctrico y sus cauces de suministro, y los personales sobre sus inversiones en criptodivisas o la de los lobbies petroleros, siempre fieles a Trump, como las firmas armamentísticas.
O seguir los dictados de atacar comercialmente a países que abandonen la órbita del dólar o que atenten, según los criterios del sucesor de Biden, contra la idea de que el sector privado de EEUU es mejor que cualquier otro, que sus pymes deben disfrutar de ventajas para ganar tamaño y de que hay que acabar con el vandalismo comercial del exterior. Una triada del pensamiento de la próxima Administración, afirma The Economist.
Desde su Departamento de Eficiencia de Gobierno (DGE) accederá a contratos preferentes para SpaceX y Starlink con la NASA y el Pentágono. Pero también lidiará para provocar un decoupling esperado con Europa sobre regulación de la IA, negocios renovables o vehículos eléctricos y de conducción autónoma. O, en sentido contrario, para propiciar acuerdos con China, donde Tesla opera desde hace años y aporta beneficios a su cuenta de resultados.
El gigante asiático, la UE en su conjunto, México y Vietnam lideraron la lista de contribuidores al déficit comercial estadounidense en 2023. Todos por encima de 100.000 millones de dólares de superávit. Aunque China rozando los 280.000 millones.
El billete verde marcará las alianzas comerciales
El FMI calculó el pasado año que por cada 10% de incremento del valor del dólar, el PIB de los mercados emergentes se reduce en un 1,9% cada seis meses y que las fases de subidas de tipos en EEUU reducen el atractivo del resto del mundo y promueven la fuga de capitales de sus centros financieros. A pesar de que Trump perseguirá un billete verde fuerte de forma oficial, no se descarta que las exigencias de una corrección de la balanza comercial requieran una devaluación controlada. Pero la consigna es un dólar que se sacuda de los intentos de desdolarizar la economía global que proceden de la órbita BRICS + y haga uso de su arsenal monetario internacional para aplacar cualquier intento de asaltar el cetro monetario desde la órbita emergente.
Países anglosajones, con cultura de dólar, como Australia, Canadá o Nueva Zelanda se podrían beneficiar de que el dólar mantenga o incremente su pérdida de peso en las cestas de divisas de los bancos centrales o su denominación para comercializar petróleo o gas. Pero deberán estar en alerta porque la Administración Trump pretende renovar sus pactos comerciales o incorporar a los de nuevo cuño sus propias exigencias sobre estándares laborales y de producción o incluir en ellos controles migratorios o alternar aranceles nulos con otros desorbitados. Sin olvidar sus requerimientos en materia de competencia. Ni sus reticencias a acuerdos regionales. La Alianza Indo-Pacífico de Biden corre peligro. Como ocurrió al sacar a EEUU del Trans-Pacific (ATPP) nada más acceder a la Casa Blanca tras su victoria en 2016.
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