Este artículo se publicó hace 2 años.
La guerra de Ucrania llega a un punto crítico en Bakhmut y Jersón, con el invierno acercándose
El curso de la contienda podría decidirse en las próximas semanas en las localidades de Bakhmut, en el este del país, y Jersón, en el sur, donde los adversarios se aprestan para una lucha sin concesiones antes de que el invierno les debilite más.
La guerra de Ucrania avanza hacia su noveno mes y no hay visos de que la escalada actual del conflicto vaya a desacelerarse. Rusia ha retomado la iniciativa con sus masivos bombardeos a infraestructuras civiles y militares, y centra su ofensiva sobre Bakhmut, una pequeña ciudad del Donbás cuya toma permitiría al ejército ruso concluir la ocupación de esta región, y en la localidad sureña de Jersón, la punta de lanza del Kremlin hacia el corazón de Ucrania.
La incesante actividad bélica rusa de las últimas jornadas está causando una evidente inquietud en Kiev, donde se teme la llegada del invierno con el sector eléctrico muy dañado, y en Occidente, que está comprobando cómo el envío de armas al ejército ucraniano no ha doblegado a las fuerzas invasoras. Esta preocupación se hizo evidente esta semana en Estados Unidos, donde un grupo progresista del gobernante Partido Demócrata reclamó negociaciones directas con el Kremlin.
Putin descarta un ataque nuclear y confía en sus armas convencionales
En un contexto de misiles y drones kamikazes golpeando las principales ciudades ucranianas y sus centrales eléctricas, el presidente Vladímir Putin, animado por los últimos avances rusos, subrayó el jueves en una intervención en el Club de Análisis Valdái que Moscú no necesita las armas nucleares para someter a Ucrania, pues no es conveniente "ni política ni militarmente".
El presidente ruso obviaba así sus propias amenazas de emplear las armas nucleares en Ucrania, para señalar que tal armamento solo sería empleado "con una intención defensiva". Estas palabras siguieron, no obstante, a la celebración esta semana de unas importantes maniobras rusas, en la que se lanzaron misiles capaces de portar cabezas nucleares, y que mostraron ese mismo músculo militar que el nuevo mando de la campaña en Ucrania está imprimiendo a la invasión.
No están saliendo las cosas como apuntaba el éxito ucraniano de septiembre
En el frente bélico se han amortiguado ya los cánticos de triunfo aliados del pasado septiembre, cuando la contraofensiva ucraniana en Járkov, Izium y Limán permitió recuperar importantes franjas del territorio tomado por los rusos. La línea del frente del nordeste, en el umbral de la región ocupada de Donbás, no ha sufrido las grandes variaciones que entonces auguraban Kiev, Washington y Bruselas. Los mayores ataques no parten ahora del lado ucraniano, sino del ruso, centrados en la localidad de Bakhmut, defendida por tropas ucranianas.
"La situación en la línea de frente no sufre cambios significativos. Se están produciendo combates extremadamente feroces en la región de Donetsk, cerca de Bakhmut y Avdivka", reconoció esta semana el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. El mandatario calificó de "locura" las tácticas casi suicidas empleadas por el mando ruso para tratar de apoderarse de Bakhmut, donde "día tras día, durante meses, están enviando a gente a la muerte en una zona donde se concentran los más altos niveles de ataques de la artillería" ucraniana, afirmó Zelenski.
Los combates en torno a Bakhmut son dirigidos por el grupo Wagner de mercenarios al servicio del Kremlin. Según indicó en una nota de prensa el fundador del grupo, Yevgueni Prighozin, "las unidades de Wagner están avanzando sin denuedo día a día" hacia esa pequeña ciudad, clave para el destino de la guerra en la zona del Donbás.
Bakhmut, la llave del Donbás
Si cae Bakhmut en manos rusas, quedará expedito el camino hacia Kramatorks y Sloviansk, por la autovía que conecta estas localidades. Sloviansk fue la primera localidad ocupada en 2014 en el Donbás por los separatistas prorrusos en busca de su secesión de Ucrania. Pero más importante es Kramatorsk, pues en esta urbe está el mando ucraniano del territorio del Donbás que aún no ha sido ocupado por los rusos.
La toma de estas tres ciudades –Sloviansk, Kramatorsk y Bakhmut– dejaría en manos del Kremlin prácticamente la totalidad del Donbás y Moscú podría reclamar que ha cumplido los objetivos de la invasión y quizá acceder a sentarse a la mesa de las negociaciones.
Los rusos no se retiran de Jersón, más bien todo lo contrario
Mientras, en Jersón todo se precipita hacia un enfrentamiento a gran escala entre las tropas rusas allí parapetadas y el ejército ucraniano emplazado a las puertas de esa localidad sureña situada en una posición estratégica sobre el río Dniéper. Buena parte de su población ha sido evacuada por las fuerzas rusas, que están alistando a numerosos habitantes con edad de tomar las armas.
Lo que en un principio parecía el preámbulo de una retirada ordenada de las fuerzas rusas ocupantes de Jersón, en realidad era una añagaza para ganar tiempo. Un cebo lanzado por el comandante en jefe de las fuerzas rusas en Ucrania, el general Serguéi Surovikin. Una vez se distrajo la atención de los ucranianos, que se creyeron la retirada rusa, el ejército ruso aprovechó para pertrecharse mejor y consolidar las defensas de Jersón a fin de resistir una eventual ofensiva ucraniana a gran escala.
El asesor presidencial ucraniano Olexii Arestovich reconoció esta semana que en la zona de Jersón se avecinan combates encarnizados, pues los rusos podrían utilizar sus posiciones en esa ciudad de la orilla occidental del Dniéper como punta de lanza hacia Mikolaiv y Krivi Rih, y así abrir una brecha en dirección a la Ucrania Central.
Concluye la movilización parcial decretada por Putin
En Jersón están desplegados varios miles de los reservistas reclutados con la movilización parcial ordenada el 21 de septiembre por Putin. Una movilización destinada a sumar 300.000 nuevos soldados a las filas del ejército ruso en Ucrania. La movilización concluyó este viernes, cuando el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, informó a Putin de que la tarea se había completado y que no se preveían reclutamientos similares.
Y Zelenski reclama ayuda a Occidente para reparar sus centrales eléctricas
El presidente ucraniano ha vuelto a pedir ayuda urgente a sus aliados occidentales para intentar recuperar las plantas de energía arrasadas por las bombas rusas, después de reconocer que el invierno será muy duro para sus compatriotas.
El mismo Zelenski que a principios de septiembre, a tenor de los éxitos militares ucranianos en Járkov e Izium, auguraba que este invierno vería "un punto de inflexión" en el curso de la guerra, en estos momentos mira con mucha inquietud la llegada del frío. Un tercio del sistema energético ucraniano ha sido destruido por los recientes ataques rusos con misiles y drones, y en esta situación se precisan más los generadores de electricidad que las armas occidentales, sobre todo para la población civil.
La empresa de energía ucraniana Ukrenergo ha anunciado ya que se está limitando el consumo de energía en Kiev y otras grandes ciudades de Ucrania, como Chernihiv, Cherkasy y Zhytomyr, para no sobrecargar el debilitado sistema central dañado por los ataques rusos.
Se retrasa la reconstrucción, pero el invierno llegará puntualmente
Si a principios de semana Zelenski insistía en que sus tropas habían logrado "romper al segundo ejército del mundo", el ruso, poco después decía a sus aliados en Europa y Estados Unidos, en una intervención a través de un vídeo en la conferencia de expertos para la reconstrucción de Ucrania celebrada en Berlín, que Kiev aún no había recibido "ni un centavo" de un plan estimado en 17.000 millones de dólares.
"Rusia está destruyendo todo, lo que hace que sea más difícil para nosotros enfrentarnos al invierno", reconoció Zelenski, antes de pedir a los participantes de la conferencia que se comprometieran a cubrir el déficit presupuestario de su país de 38.000 millones de dólares previsto para el próximo año.
La izquierda del Partido Demócrata de EEUU pide negociaciones de paz
En estas circunstancias, con la perspectiva de un conflicto largo en el que cada día parece más difícil que se pueda doblegar a los rusos en el campo de batalla y, en cambio, aumenta de forma exponencial la destrucción en Ucrania, no es extraña la iniciativa planteada en Estados Unidos por el ala izquierda del Partido Demócrata.
Una treintena de políticos de este espectro pidió en una carta dirigida al presidente Joe Biden que negocie un alto el fuego directamente con Moscú en el que se concedan "garantías de seguridad" para las partes enfrentadas y se plantee "alguna forma de aliviar las sanciones impuestas a Rusia".
La Casa Blanca respondió a los congresistas que no habrá ningún acercamiento a Moscú sin la participación ucraniana. Ante las presiones del propio Partido Demócrata, los autores de la misiva retiraron su propuesta y subrayaron su apoyo a la asistencia militar y económica a Ucrania.
John Kirby, coordinador de comunicaciones estratégicas del Consejo de Seguridad Nacional, explicó que serán las autoridades ucranianas lideradas por su presidente las que marquen el momento de volver a la mesa de las negociaciones.
Esta iniciativa ha causado un gran revuelo en Estados Unidos, donde el próximo 8 de noviembre se celebran unas elecciones legislativas que podrían llevar al Partido Republicano a imponerse en el Congreso. Algunos republicanos han cuestionado la costosa asistencia militar estadounidense a Ucrania y han amenazado con cortarla si se hacen con el control del poder legislativo.
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