Este artículo se publicó hace 5 años.
ItaliaLas grietas de la izquierda aceleran el fin del Gobierno italiano
Los continuos litigios entre Di Maio, Zingaretti y Renzi están desgastando el segundo Gobierno de Giuseppe Conte. Si los socios de su Ejecutivo no encontraran los acuerdos para seguir el resto de la legislatura, el presidente de la República, Sergio Mattarella, convocará nuevas elecciones.
Roma-
Todos contra todos. Otra vez. El Gobierno transalpino de Giuseppe Conte vuelve a ser un escenario de rifirrafe continuo, pero ahora en la coalición de izquierda. Nadie se fía de nadie. El líder del socialista Partido Democrático (PD), Nicola Zingaretti, pide unidad al socio mayoritario del Ejecutivo, el Movimiento 5 Estrellas (M5E) de Luigi Di Maio, porque seguir en un Gobierno "como adversarios" no tiene ningún sentido. La izquierda italiana está obligada a permanecer unida, a regañadientes, si quiere evitar el auge definitivo del soberanista Matteo Salvini como futuro líder del país.
Los grillinos de Di Maio se están arrepintiendo de la actual alianza, pero las encuestas les colocan como tercera fuerza del país. El ex primer ministro Matteo Renzi, cuarta pata del Ejecutivo de Conte, aprovecha para recordar que ya avisó de que era una "locura" gobernar con el M5E. Así pues, el Gobierno Conte Bis, nacido para evitar un Ejecutivo con el leguista Matteo Salvini como premier, ya está haciendo aguas. Lo cual estaría acelerando el epílogo de la doble aventura de Giuseppe Conte al frente de Palazzo Chigi, primero con una coalición de derecha –M5E y Liga– y luego con una de izquierda –M5E y PD–. Italia, de este modo, no tendría más alternativa que celebrar unas nuevas elecciones generales. A la espera de la formación de un –enésimo– Ejecutivo.
Las elecciones regionales en Umbría han agravado la situación. Este domingo la coalición de centro derecha ha ganado mediante una amplia mayoría con un 57%, frente al 37% de la unión entre el Partido Democrático y el Movimiento 5 Estrellas. Por su parte, los grillinos, quienes obtuvieron el 32% en las generales de marzo de 2018, registran una de sus mayores debacles electorales al lograr tan sólo el 7% de los votos. Salvini, quien califica esta victoria como "histórica", está moralmente más cerca del Gobierno del país. Di Maio, por lo contrario, considera que la actual alianza M5E–PD "no funciona", traduciendo lo ocurrido en Umbria a escala nacional. El ex jefe del Gobierno Matteo Renzi, sin embargo, afirma que este resultado hay que interpretarlo tan sólo como el de "una región".
"Haced las paces o si no nos vamos a elecciones", titula esta mañana el diario progresista La Repubblica, quien representa no solo el hartazgo de la derecha, sino también el disgusto de la izquierda ante el enésimo litigio sin fin de unos socios de Gobierno en el país con forma de bota. En sus páginas de apertura explica que, en el caso de que se abriera una nueva crisis política en el país, la jefatura del Estado, presidida por el presidente de la República, Sergio Mattarella, no prevé otras alternativas de Gobierno: "Ni siquiera técnicas", explica La Repubblica. Así pues, si el M5E y el PD agotaran su entendimiento, Italia iría directamente a unas nuevas elecciones generales.
Campaña electoral permanente
El Gobierno transalpino, sobre el papel, durará siempre que tenga mayoría parlamentaria en ambas Cámaras en Roma. Pero la Liga de Salvini, que convence a 1 de cada 3 italianos, apunta a consumir a la izquierda débil y confusa que se derrumba a cada cita electoral, aunque sea regional. Por eso Salvini, Meloni (Hermanos de Italia y Berlusconi (Forza Italia) tratarán de hacer una campaña electoral permanente. Por un lado, conquistando nuevas regiones –Umbría durante décadas ha votado a la izquierda–, y por el otro, haciendo saltar por los aires las ya complicadas relaciones entre Di Maio, Zingaretti y Renzi. La mirada de los soberanistas, por el momento, apunta a las elecciones de Emilia-Romaña –la región cuya capital es Bolonia– que tendrán lugar el próximo mes de enero. La estrategia, por lo tanto, es la de jugar al desgaste.
En términos de coaliciones, el bloque de centro derecha lograría el 48%, cinco puntos más que la actual coalición de Gobierno
Según los últimos sondeos, la Liga de Matteo Salvini sigue siendo el partido más votado con casi el 34% de las preferencias. Igualados con el 18% cada uno tanto el socialista Partido Democrático (PD) de Nicola Zingaretti como la formación anti establishment del Movimiento 5 Estrellas (M5E) de Luigi Di Maio, actualmente socios del segundo Gobierno del primer ministro, Giuseppe Conte. El partido soberanista de Giorgia Meloni, Hermanos de Italia, obtendría el 9%, consolidándose así como la principal socia de un hipotético Gobierno Salvini en el futuro. La histórica formación del magnate Silvio Berlusconi, Forza Italia, y el recién fundado Italia Viva del también ex primer ministro, Matteo Renzi; lograrían el 5% de los votos. En términos de coaliciones, el bloque de centro derecha lograría el 48%, cinco puntos más que la actual coalición de Gobierno.
El Movimiento 5 Estrellas y el Partido Democrático, adversarios históricos, hicieron de tripas corazón hace menos de dos meses para impedir que Salvini se convirtiera en el nuevo presidente del Ejecutivo italiano tras unas nuevas elecciones generales. La tesis, atendiendo a la artimética parlamentaria, era que había otra mayoría de Gobierno posible uniendo a toda la izquierda italiana. Empezaron a asomarse los primeros problemas cuando el ex primer ministro Matteo Renzi fundó su propio partido, Italia Viva, como escisión del PD, pero hasta ahora él sigue asegurando que "la legislatura acabará en 2023".
Parece evidente que ni siquiera la posibilidad de un Salvini presidente obligue a los reformistas transalpinos a un entendimiento forzoso
El problema, sin embargo, lo están teniendo demasiado pronto los principales socios de Gobierno, quienes prometieron evitar una telenovela política como la que protagonizaron Di Maio y Salvini durante más de 6 meses en el Conte Uno, hasta que finalmente forzaron su divorcio. Parece evidente que ni siquiera la posibilidad de un Salvini presidente, en un futuro cercano, obligue a los reformistas transalpinos a un entendimiento forzoso por necesidad. Las grietas de la izquierda anuncian una posible caída de aquel jarrón de cristal que representa, hoy por hoy, el Gobierno italiano. Salvini y la derecha, mientras tanto, apuntan a las próximas elecciones regionales en Emilia-Romaña. Pero podría no ser necesario.
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