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Franco ofreció a EEUU que España fuera su retaguardia en Europa para librar una Tercera Guerra Mundial

Kissinger y Carrero, durante su entrevista el 19 de diciembre del 73.

CARLOS ENRIQUE BAYO

Franco siempre alardeó de que mantuvo a España fuera de la Segunda Guerra Mundial, pero nunca reveló que ofreció nuestro territorio a EEUU para que lo utilizase a su conveniencia si estallaba una Tercera Guerra Mundial en Europa.

Era el momento cumbre de la Guerra Fría: tras el fracaso militar de Richard Nixon en Vietnam, el golpe de Pinochet contra Allende, instigado por EEUU, había terminado con la democracia en Chile, y Egipto se empezaba a pasar al bando occidental a consecuencia de su derrota, junto a Siria, en la guerra del Yom Kippur. La gran preocupación de la Alianza Atlántica -a la que por descontado aún no pertenecía España- era la supuesta superioridad de las divisiones mecanizadas del Tratado de Varsovia en Europa central; una ventaja numérica de fuerzas blindadas que correspondía a la inmensa superficie territorial de la URSS pero que la OTAN argumentaba que podría arrollar a la infantería aliada, con las columnas prosoviéticas alcanzando París en cuestión de días.

El entonces presidente del Gobierno español, Luis Carrero Blanco, procuraba convencer a Washington de que ayudase al régimen de Franco a incorporarse a la OTAN pese a ser una dictadura, y debatía ampliamente sobre cuestiones militares estratégicas con el embajador norteamericano, el portorriqueño Horacio Rivero, que había sido el primer hispano en alcanzar el rango de almirante de cuatro estrellas en la Marina de EEUU y que antes de ser enviado por Nixon a Madrid era el comandante en jefe de las fuerzas aliadas en el sur de Europa.

Carrero hablaba con el embajador de Estados Unidos, excomandante en jefe de la OTAN para el Sur de Europa, "de un almirante a otro"

En un cable "secreto" enviado por Rivero al secretario de Estado, Henry Kissinger, el 1 de agosto de 1973, y marcado "EXDIS" (Exclusive Distribution Only, código de máxima reserva), el embajador relató una larga conversación con Carrero en el que éste insistió en hablar "informalmente, de un almirante a otro", para hacer hincapié en "el peligro de que se establezcan fuerzas aéreas soviéticas en Argelia y/o Marruecos, que estarían entonces en posición de controlar la entrada del Mediterráneo". La tesis del sucesor designado por Franco era que en el Mediterráneo oriental la Alianza podría neutralizar a fuerzas aéreas soviéticas instaladas en Siria, Egipto o incluso Libia gracias a las bases de la OTAN en Italia, Grecia y Turquía; pero que en el extremo occidental del Mare Nostrum ni siquiera los portaaviones de la Sexta Flota (que Carrero admiraba) podrían hacer frente a bases militares de la URSS en el Magreb.

Tras largas consideraciones estratégicas, en la que los almirantes hablan hasta de la fallida intervención militar franco-británica en Suez, en 1956, Rivero llama la atención a Carrero sobre una conversación anterior que mantuvo con Laureano López-Rodó (ministro de Exteriores) en la que este último había vinculado el problema de Gibraltar a las negociaciones para la renovación del acuerdo bilateral España-EEUU.

"Cuando le mencioné que López Rodó me había indicado el punto de vista de que no habría justificación para mantener tanto Rota como Gibraltar, como bases en la zona, si la cuestión de Gibraltar no se resolvía, Carrero hizo un gesto indicando que no lo consideraba como algo serio y que esa idea podía ser desestimada", escribió el embajador en su cable secreto a Kissinger. "Yo le dije: ‘estos son dos temas separados', y el se mostró de acuerdo".

Esta extensa discusión de alta estrategia militar demuestra que Carrero Blanco era el principal interlocutor de la Casa Blanca sobre temas de Defensa; por consiguiente, lo que habló con Kissinger meses después, durante la visita del secretario de Estado a Madrid, hay que interpretarlo como una propuesta política formal a la Administración Nixon en nombre del régimen franquista.

Los cables sobre discusiones de temas estrratégicos no sólo llevan el rótulo "secreto" sino también el código "EXDIS" de máxima confidencialidad

La cumbre Carrero-Kissinger se celebró el 19 de diciembre del 73, sólo un día antes de que el almirante pereciese en el atentado de un comando de ETA, pero el cable "secreto" (también con código "EXDIS") que detallaba sus conversaciones privadas no se transmitió hasta el día 22, y no se envió desde la embajada en Madrid sino desde la misión de EEUU en Ginebra, que solicitó luz verde del subsecretario de Estado, Walter Stoessel, para remitir esa versión a la Casa Blanca.

El exhaustivo recuento por escrito de lo que hablaron confidencialmente esos dos estadistas exponía de nuevo la obsesión del número dos de Franco: "La seguridad de Occidente, proclamó Carrero, depende de impedir que los rusos tengan bases en el Norte de África, para lo cual Occidente debería tratar de conseguir el apoyo de los árabes".

El presidente del Gobierno franquista también demostró su talante autoritario castrense: "Carrero expresó la opinión de que, a pesar de contar con la estructura de una alianza militar, la OTAN se complica la vida al mezclar las consideraciones políticas y militares. El secretario [de Estado] le respondió que las consideraciones militares y políticas no se pueden separar".

Fue en ese momento cuando el almirante hizo una oferta de gran calado al jefe de la diplomacia de EEUU:

"Carrero subrayó que los Pirineos podrían proporcionar una segunda línea defensiva tras la cual las fuerzas occidentales podrían reorganizarse y recibir suministros desde América (sic), si la primera línea de defensa de la OTAN fuera desbordada; porque, destacó, la OTAN no cuenta con una segunda línea de defensa ni con coordinación logística".

Es decir, el jefe del Gobierno de Franco ofreció a EEUU convertir el territorio español en un gigantesco portaaviones estadounidense en el extremo sur de Europa y establecer aquí la retaguardia logística de la OTAN durante una Tercera Guerra Mundial en la que las fuerzas del Pacto de Varsovia se hiciesen con el control del centro del continente.

"Carrero enfatizó que España sólo podría cooperar en la defensa de Occidente sobre una base de igualdad", concluye el embajador Rivero (quien sin duda hizo de intérprete de excepción en ese diálogo) su relato del encuentro. A continuación, el cable secreto pasa a resumir la "sesión de trabajo en el MFA [siglas en inglés del Ministerio de Asuntos Exteriores]". Una vez más se expuso el deseo de España de que la OTAN la admitiese en su seno "como un socio en igualdad de condiciones" ("equal"), pero si eso no fuera posible, entonces "España puede contribuir a la defensa de Occidente a través de un Tratado Bilateral de Defensa con EEUU" que incluyese un compromiso de defensa mutua al mismo nivel que el de los otros socios de la Alianza, a cambio de la concesión al Pentágono de instalaciones militares en territorio español.

Kissinger advirtió de que sería muy difícil que el Senado de EEUU aprobase un Tratado Bilateral de alianza con el régimen franquista

Fue entonces cuando Kissinger tuvo que advertirles a sus interlocutores españoles de que "hay que distinguir entre la realidad y los formalismos", para indicarles que sería muy difícil obtener la aprobación del Senado de EEUU a un Tratado solemne, de forma que lo mejor era pactar simplemente la extensión del acuerdo existente, de menor rango oficial, o buscar una alternativa a medio camino entre uno y otro, como por ejemplo "una Declaración Atlántica".

Aunque quizá lo más relevante de la discusión fue que los representantes del régimen franquista subrayaron: "España ya no está interesada en recibir ayuda económica, sino que desea adquirir material [bélico] y asistencia técnica [militar] en condiciones crediticias u otras". O sea, Franco ya no necesitaba nuevas subvenciones de EEUU para rearmarse, sino que podría pagar su desarrollo armamentista, aunque fuera a plazos.

Al final, López Rodó entregó a Kissinger un borrador de declaración bilateral España-EEUU y se limitó a "mencionar brevemente que la retención de Gibraltar por los británicos era un anacronismo". El secretario de Estado de Nixon acabó prometiéndole a su homólogo que España "sería informada de antemano sobre los textos de declaraciones de principios elaborados en el seno de la OTAN, y entre EEUU y la Comunidad Europea".

Sólo horas después de que Kissinger se marchase de Madrid con tan estrecho acuerdo de cooperación entre la Casa Blanca y el franquismo, el coche oficial de Carrero Blanco voló por los aires y terminó una era de las relaciones entre ambos países... igual que comenzó la leyenda de que EEUU tuvo algo que ver en ese atentado. Pero esa es otra historia.

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