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Filadelfia: la ciudad del fentanilo y fábricas cerradas donde Harris se juega su victoria

Kamala Harris y Donald Trump centran muchos de sus mítines a lo largo del estado de casi 13 millones de personas.

Filadelfia
La gente se sienta frente a un mural antes del día de las elecciones, en John F. Kennedy Plaza, conocida como Love Park, en Filadelfia, Pensilvania, EEUU, 25 de octubre de 2024. Hannah McKay / REUTERS

Filadelfia es la ciudad grande más pobre de Estados Unidos, con una tasa que supera el 20%. Es también la mayor urbe del principal estado que podría definir la elección del 5 de noviembre, Pensilvania, con sus preciados 19 electores en el Colegio Electoral, la mayor cantidad entre los siete estados pendulares o swing states. El ticket a la Casa Blanca se juega en gran medida aquí.

Es sencillo observarlo al seguir los itinerarios de Kamala Harris y Donald Trump, que centran muchos de sus mítines a lo largo del estado de casi 13 millones de personas. También es fácil darse ver la situación de pobreza de Filadelfia al ingresar al barrio de Kensignton, convertido crónicamente en tendencia en redes por la crisis del fentanilo, con imágenes de centenas de personas consumidas por esa droga a lo largo de una avenida sobre la cual pasa una línea área de metro.

"Antes esto abajo era como un mall, like todo el mundo bajaba para acá para hacer compras, ahora no se puede hacer eso, casi todas las tiendas están cerradas, hacen las drogas frente a todo el mundo, de los niños, nadie le importa. Hace años ya que es así, I don't know como cinco años, y cada año se pone más peor",, dice María Santiago, hija de portorriqueños nacida en Filadelfia, como muchos en este barrio.

María trabaja en una pizzería que aún se mantiene abierta frente a personas que deambulan, otras que intentan mantenerse de pie con el cuerpo doblado, todos con la piel, los ojos y la mirada dañadas, en medio de aceras sucias. Cuenta que a veces toca sacarlos del negocio porque caen rendidos dentro: "Muchos son blancos, majority, pero a la misma vez es una mezcla", dice sobre quienes "vienen aquí y se quedan pegados" con una droga que arrasa en una ciudad que fue una de las principales de Estados Unidos, cuando el país era apenas una parte de lo que es ahora.

"Voy a votar Donald Trump, creo que es mejor. Todo el mundo dice que no le gusta porque aseguran que es racista pero, la verdad, él dice lo que es, a la gente algunas veces no les gusta la verdad. La gente que conozco votan Trump, menos los que trabajan aquí que son migrantes y votan a Kamala, ellos dicen que no van a votar para Trump porque va a mandar la gente like a los países de donde vienen", dice María Santiago. Ley y orden donde no la hay: "Esta ciudad cambió mucho, like la Policía no hace nada, ven a alguien metiéndose algo en el brazo y no hacen nada".

La desindustrialización

Kensington fue años atrás un zona fabril de Filadelfia, ciudad industrial de un gran estado industrial. Pero la mayoría de las fábricas cerraron, fueron mudadas a otras partes del país o fuera de Estados Unidos, como Asia, y con la desindustrialización quedaron barrios decaídos, con casas pegadas una a la otra que se suceden durante decenas de manzanas, y un entramado de problemas que tienen su expresión más crítica en la crisis del fentanilo, una droga que paraliza a las personas en una economía detenida.

"Toda mi vida estuve aquí, la ciudad está peor, se ha puesto malo. No estoy ni con uno ni con el otro, no me gusta ninguno de los dos candidatos para nada, Trump se me ve bien arrogante y Kamala se me ve muy falsa, y en eso estoy", dice Jacquie, que puso un puesto de venta de productos en la esquina de su casa en la zona de North Philadelphia, para complementar sus ingresos como enfermera.

"La verdad es que en este período no voy a votar a nadie, que sea el que sea y que nos vaya bien. La vez pasada voté por Biden, se creía que haría más, ahora con Trump y Kamala creo que es un circo. Hace tiempo ya no sigo la política, sigo en lo mío", dice John, su marido, que sigue la conversación. Asiente en la respuesta, tampoco votará.

North Philadelphia tiene una parte latina, sobre todo portorriqueña, como se ve en banderas alternadas con las de Estados Unidos y el reguetón en los coches, y otra parte afroamericana, un cambio que se nota en las caras cruzando unas manzanas. Las imágenes de ciudad venida abajo se repiten también en esas calles, donde se concentra una parte de quienes son cerca del 40% de la población de la ciudad.

"Voto por la señora, no me gusta Donald Trump, está loco, todas esas cosas que hizo en la Casa Blanca, hizo demasiadas cosas malas, es racista, no le gusta los migrantes, quiere que toda la gente de México se vaya, no le gusta a nadie de otras culturas que no sea la estadounidense, está loco", dice Brendy, una afroamericana. "Es racista", repite, y cuenta que lo votó la primera vez en 2016: "Le di una oportunidad, ahora no" dice.

Brendy está frente a un inmenso edificio abandonado convertido en carcaza graffiteada, con una de las pintadas que dice "scars", o cicatrices en inglés. En Filadelfia parece cobrar razón la consigna -o significante vacío- de Trump, Make America Great Again, aunque no en esta parte: América nunca fue great para los afroamericanos, como ya mostraba el estudio de sociología Los Negros de Filadelfia de fines del siglo XIX.

Filaldelfia
Un hombre fuma un cigarrillo frente a carteles que animan a la gente a votar en Filadelfia, Pensilvania, EEUU, 25 de octubre de 2024.  Hannah McKay / REUTERS

Volver al pasado glorioso invocado por Trump es para sectores sobre todo blancos, de clases medias, obreras bien pagas, que vivían mejor antes del neoliberalismo que desguazó Filadelfia y Pensilvania.

El bastión demócrata en el estado en disputa

"La ciudad ha sido gobernada por demócratas desde hace décadas, es uno de los principales bastiones para ellos. Cuando se habla de Pensilvania como importante swing state para las presidenciales, los más importantes votos para los demócratas vienen de Filadelfia porque está el número más grande de votantes", explica Anlin Wang, que trabaja en la oenegé Asian Pacific Islander Political Alliance, que respalda a Harris.

Wang trabaja con la organización recorriendo la ciudad casa por casa en campaña por la candidata demócrata: "Cuando les preguntamos a las personas cuáles son las principales preocupaciones, las dos principales la mayoría de las veces son el aumento del costo de la vida, y segundo la hostilidad contra inmigrantes, en especial contra quienes vienen de la frontera sur, la manera en la cual suele ser formulado es: Me preocupa que haya demasiados inmigrantes en los Estados Unidos", explica.

"Veo frustración en algunos casos con ambos candidatos y no se quiere votar, pero igualmente hay un entusiasmo para ir a votar, Trump tiene una base social leal, otros están emocionados por votar por la primera presidenta y el segundo presidente negro, otros creen que su voto es importante en esta elección para salvar la democracia".

Si bien Wang afirma que "es bastante seguro" que Harris gane en Filadelfia, la situación luce reñida en un estado que tiene áreas rurales, y ciudades más chicas también golpeadas por la desindustrialización.

Una de ellas es por ejemplo Betlehem, que tenía una gran fábrica de acero hoy reconvertida en casino, metáfora del cambio de capitalismo productivo a financiero que dejó a millones sin empleo en Pensilvania y los diferentes estados del llamado Rust Belt o Cinturón de Óxido.

Es aquí entonces, en esta ciudad de grandes zonas pauperizadas y otras de clase media próspera como el barrio italiano, donde se puede jugar la victoria de la candidata demócrata. El promedio de encuestas indica por ahora un empate técnico con menos de un punto de diferencia en un estado donde podría ocurrir un foco de crisis, en vista de que ya Trump agita un fantasma de fraude: "Pensilvania está haciendo trampas a gran escala, a niveles nunca antes vistos", afirmó en este tramo final de una contienda que se jugará voto a voto, estado por estado.

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