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MADRID.- Para responder al motivo por el que los periódicos españoles y latinoamericanos han atacado a la República Bolivariana de Venezuela desde su concepción, antes hay que hacerse una pregunta: ¿a quién pertenecen esos medios? “Detrás de ellos hay intereses de muy variada índole”, afirma Fernando Casado, autor de Antiperiodistas. Confesiones de las agresiones mediáticas contra Venezuela (Foca Ediciones).
Intereses de multinacionales con presencia en otros sectores más allá del mediático que chocan con los Gobiernos progresistas de América Latina, como denunciaron los periodistas encargados de presentar el libro durante el coloquio Información y medios de comunicación: el caso Venezuela, en el que Casado no pudo estar presente.
Explicó, sin embargo, a través de un vídeo el proceso de trabajo de la obra: el autor se documentó y habló durante cinco años con más de setenta periodistas “responsables de crear los estereotipos existentes sobre el Gobierno venezolano” para desentrañar cómo y por qué se informa de esta manera sobre la gestión de los dirigentes Hugo Chávez, primero, y Nicolás Maduro, después. Conclusión: “Los medios de comunicación manipulan”.
Casado achacó a los intereses de las grandes empresas y fortunas, a los vicios del periodismo (“los medios adolecen de falta de pluralidad y equilibrio de las fuentes”) y a la propaganda mediática el trato que recibe la Revolución Bolivariana, adjetivada como “populista”, “represiva” o “dictatorial”. Un ejercicio de “desinformación” (producto de la “conveniencia entre política y medios, cuyos hilos va tejiendo el poder económico”) que ha convertido a Venezuela en “la realidad sobre la que más se ha manipulado”, aseguró el autor, cuya ausencia estuvo arropada por el embajador venezolano, Mario Isea Bohórquez.
“Venezuela ha sido un país objeto de la agresión”, declaró el diplomático durante el acto, celebrado este jueves en el Centro de la Diversidad Cultural de Venezuela en España. “Las guerras ahora comienzan con muchas mentiras [...]. Este ataque contra Maduro persigue desviar el debate e invisibilizar los avances del proceso. Y se habla de corrupción o narcotráfico para obviar los modelos humanistas y de inclusión, así como para facilitar el desánimo, la confusión, el odio y la violencia”, añadió Bohórquez, que dio paso a los ponentes.
Jesús Espino, editor de la obra, dejó claro que “los medios ofrecen una realidad construida a favor de los intereses que hay detrás de ellos”. Y, de la misma manera que “no ha habido una noticia buena sobre Maduro”, aventuró que las grandes cabeceras no se harán eco de la publicación de Antiperiodistas. “Nunca aparece una reseña sobre estos libros, ni siquiera para criticarlos”, se quejó Espino, quien en el debate posterior con el público insistió en que “el silencio de los medios hace que no se conozca y la poca visibilidad en las librerías hace que no se lea”.
Los periodistas que lo acompañaron, Roberto Montoya y José Manuel Martín Medem, sí animaron a hacerlo, por considerarlo un libro “interesante” que “ha costado mucho escribir”. Una obra que aporta “testimonios de las entrañas del monstruo”, en palabras del segundo, que explican cómo se construyen las noticias contra Venezuela mediante el “procedimiento de blanqueo”: filtraciones de los servicios secretos de Estados Unidos que son compradas por un periódico de, pongamos como ejemplo, Madrid; sin citar a la CIA sino a fuentes difusas, esta información es reproducida por la prensa de Miami y, finalmente, publicada en un periódico opositor venezolano. La noticia (“Venezuela es un narcoestado”, “Fraude electoral en Venezuela”, etcétera) podría pasar por inmaculada cuando es un ejercicio de propaganda mediático-política. El objetivo, “bombardear el Gobierno de Venezuela”.
“A mucha gente le cuesta entender por qué los medios españoles juegan un papel tan hostil con Venezuela, cuando no lo hacen con otros países”, comentó Roberto Montoya en referencia a El País, ABC y El Mundo, aunque el libro también analiza la prensa conservadora de Argentina, Chile, Ecuador y otros países suramericanos. “Pasaron del acoso mediático a posturas progolpistas”, añadió Montoya, convencido de que “España se ha convertido en un territorio hostil con Venezuela”.
El experiodista de El Mundo explicó que las empresas españolas obtienen cada vez más beneficios al otro lado del charco, lo que condiciona la línea editorial de las cabeceras. “Si escarbas, ves que las grandes multinacionales y bancos tienen grandes inversiones en América Latina, que supone un filón importante para sus negocios. Mientras que los Gobiernos, sean del PSOE o del PP, defienden a capa y espada esos intereses, las multinacionales aprovechan sus medios para descalificar a los gobernantes. A Chávez, por ejemplo, lo han llamado Caudillo, el Gorila Rojo y hasta el Chimpancé”.
Por eso Montoya valoró el libro de Casado, que logra “poner en aprietos y dejar en evidencia a los redactores que han cubierto la información venezolana”, aunque se mostró pesimista respecto al futuro. “Desgraciadamente, esto va a seguir siendo así, porque hablamos de capitales muy poderosos detrás de los medios”.
Martín Medem, por su parte, afirmó que este fenómeno es compartido con Brasil, Bolivia y Ecuador, donde también “se bombardean mentiras y medias verdades que van influyendo en una parte importante de la población”. El excorresponsal de TVE tachó la “guerra de medios” como un “juego desiquilibrado y sucio contra los Gobiernos progresistas”. Grandes conglomerados mediáticos que, a su juicio, se han convertido en “partidos políticos de la oposición”. No van a cambiar, insistió: “La única posibilidad de contrarrestarlos es creando otros medios”.
No quiso cerrar su intervención Martín Medem sin hacer una reflexión crítica. Criticó la “poca sensibilidad de la izquierda hacia América Latina”, el “escaso debate sobre la experiencia”, la “escasa intervención inteligente para contrarrestar la guerra sucia contra Venezuela” y la “cierta desconfianza” hacia el chavismo. “Al interior de la izquierda he visto prejuicios, silencios, actitudes de sospecha y falta de solidaridad con el proceso venezolano”, concluyó el periodista. “Por no hablar de los sindicatos mayoritarios, absolutamente contrarios al Gobierno venezolano, y de la nueva izquierda, que habiendo colaborado con Venezuela ahora está preocupada por ocultarlo o porque no se sepa”.
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