bruselas
La nueva batalla en la guerra de Ucrania es la batalla de los tanques pesados. Si el objetivo de Occidente hace unos meses era blindar el cielo ucraniano, el de ahora se traslada al terreno. El envío de carros de combate blindados -material ofensivo- divide a los europeos. La Alemania de Olaf Scholz, fabricante de los potentes acorazados Leopard 2, está sumida a una presión creciente por sus aliados. Esta donación a Ucrania, que los analistas anticipan como catalizadora para el curso de la guerra, llega en medio de un vendaval político en Berlín: la ministra de Defensa, Christine Lambrecht, ha dimitido este lunes tras una acumulación de polémicas y bajo acusaciones de no estar a la altura de su cargo.
El Reino Unido se ha convertido en el primer país occidental en anunciar el envío de tanques pesados al frente ucraniano. Un mensaje que ha sido recibido de forma antagónica en los dos bandos enfrentados. Rusia advierte de que estos tanques "arderán" en el campo de batalla. "Traer tanques al conflicto, lejos de calmar las hostilidades, solo servirá para intensificar los combates y generar más víctimas, también entre la población civil", asegura la Embajada rusa en el Reino Unido. El presentador ruso Vladimir Solovyev, de la cadena estatal Rossiya 1, va más allá y augura que el envío de este material bélico mete de lleno a Occidente en la guerra y hace a los países suplidores un objetivo legítimo.
Por su parte, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha celebrado la decisión apuntando que ello "no solo fortalecerá al país en el campo de batalla, sino que envía una señal al resto de aliados en la buena dirección". Estas últimas palabras del mandatario de Kiev tienen un destinatario claro: Alemania. El país que lidera el socialdemócrata Olaf Scholz está bajo un fuego creciente que le llega desde dentro y fuera de sus fronteras. Los dos aliados de coalición, Verdes y Liberales, están a favor de enviar o al menos dar permiso para reexportar los acorazados. Pero el canciller se resiste. Sabe que es una decisión que entraña riesgos. Sería la primera vez que se envía a Ucrania material ofensivo, y no solo defensivo. Y ello tendrá irremediables consecuencias en la escalada de la guerra y en el deterioro de la relación con el Kremlin.
En el seno europeo, el choque se está haciendo patente con la presión de Francia y los países del Este, especialmente Polonia. El primer ministro polaco Mateusz Morawiecki ha señalado este lunes que no puede imaginar el nein de Berlín. Varsovia es la capital más vocal que lleva tiempo exigiendo a Berlín que le autorice a exportar los blindados. Al ser de fabricación alemana, los países terceros solo pueden enviarlos bajo autorización previa del país. Scholz resiste, pero los analistas coinciden en que acabará cediendo a la presión y aceptando, como ha hecho con las líneas rojas previas a la hora de enviar material bélico a Ucrania. En las redes sociales hay una campaña en marcha bajo el hashtag FreeTheLeopards.
El cambio de rumbo podría producirse en la reunión que el Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania, que apadrina la OTAN, tendrá el próximo viernes en la base aérea de Ramstein, en Alemania. A cuatro días de que se produzca la cita, el Ministerio de Defensa germano se encuentra huérfano. La también socialdemócrata Lambrecht no ha podido apagar el incendio desatado tras unas declaraciones desafortunadas que hizo en Navidad y la incapacidad de liderar a Alemania en la estrategia con Ucrania y con su propio rearme nacional.
Implicaciones en el curso de la guerra
El agitado debate llega en medio de la trascendental batalla que se está librando Bajmut, enclave estratégico en el frente del Donbás donde se calcula que participan miles de mercenarios del grupo ruso paramilitar Wagner. El choque más caliente sobre el terreno en este inicio de año llega con Ucrania redoblando sus demandas a Occidente para que le envíe "más y mejores armas". España es uno de los países que cuenta en su arsenal con sistemas Leopard, pero el Ejecutivo asegura que se encuentran en mal estado.
Hasta la fecha, los países de la OTAN han puesto a disposición de Kiev unos 300 tanques ligeros de fabricación soviética, pero el aterrizaje de los 14 Challenger 2 británicos, algunos de ellos se espera que traspasen la frontera ucraniana en breve, supondrá el envío de, por primera vez, armamento pesado-ofensivo llamado a plantar cara a los tanques de combate rusos y a repeler los ataques con artillería. Estados Unidos, por su parte, también se resiste a asistir con sus Abrams.
¿Qué consecuencias tiene todo ello para el presente y futuro de la guerra? El analista y experto en técnicas de guerra Jack Watling recoge en un análisis para The Guardian que la recepción de blindados ayudaría a Ucrania a poner en marcha una ofensiva potente en primavera para recuperar territorio. Pero advierte que la situación podría volvérsele en contra durante el último semestre del año. Los países occidentales se están quedando sin stock. Las reservas de material bélico de sus ejércitos se están agotando. Por su parte, Rusia cuenta con los recursos y con una economía de guerra destinada a un escenario más largoplacista.
A todo ello se unen los obstáculos logísticos. Los Leopard son los tanques más potentes de los que dispone Europa. Pero su sofisticación acarrea unas 70 toneladas difícil de operar sin entrenamiento previo. De ahí que Scholz lleve tiempo arrastrando los pies con este debate: poner botas sobre el terreno es una línea roja de Occidente. Algo que cerca del primer año de guerra continúa descartándose.
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