madrid
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, sigue mofándose de los consejos de Estados Unidos, el único aliado fiel que le queda a Israel en el mundo. El presidente estadounidense, Joe Biden, sordo al empecinamiento israelí en su estrategia de destrucción en Gaza, renueva su apoyo a Netanyahu, aunque le previene de la "línea roja" que cruzará si ordena atacar Rafah, la última ciudad gazatí que no ha sido destruida por el ejército judío y donde se agolpa casi un millón y medio de civiles acorralados entre los cañones israelíes y la infranqueable frontera egipcia.
En una entrevista al canal de televisión MSNBC, Biden mostró su respaldo a Israel, le prometió más armas, pero le advirtió que habrá una escalada de la guerra si ocupa a sangre y fuego de Rafah, como ha hecho ya el ejército hebreo con Ciudad de Gaza o Jan Yunis, las otras dos grandes urbes gazatíes. Según Biden, no es aceptable la perspectiva de "otros 30.000 palestinos muertos" si se ataca Rafah.
En otro mensaje un tanto contradictorio con éste y dirigido a los musulmanes de EEUU y del resto del mundo, Biden les prometió seguir presionando al Gobierno de Netanyahu para garantizar la ayuda humanitaria a Gaza y conseguir una tregua. Un alto el fuego que hasta ahora Israel ha boicoteado una y otra vez, mientras Washington miraba hacia otro lado y se embrollaba en un doble juego que ya nadie se cree, ni dentro ni fuera de Estados Unidos.
Las negociaciones celebradas en El Cairo la semana pasada se saldaron de nuevo con el fracaso y Tel Aviv ha reiterado su intención de acometer el asalto de Rafah, acción que la Casa Blanca dice que rechaza aunque siga evitando sumarse a la condena internacional al régimen judío por sus matanzas en Gaza.
El hambre en Gaza hace inútil el ayuno del Ramadán
El pasado 7 de octubre, una masiva incursión de milicianos de la organización palestina Hamás, que controlaba hasta ahora Gaza, asesinó a cerca de 1.200 personas dentro de Israel. La respuesta de Tel Aviv fue declarar una guerra de exterminio contra Hamás, cuya principal víctima ha sido la población civil de Gaza. Son ya más de 31.000 los muertos y casi 73.000 los heridos en la masacre desencadenada por los bombardeos y la invasión israelí de Gaza.
Además, debido al bloqueo israelí a la llegada de ayuda humanitaria, que entra con cuentagotas por el paso de Rafah, precisamente, ya hay niños que están muriendo de hambre en los campamentos de desplazados formados a consecuencia de la invasión israelí.
El jefe de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), Philippe Lazzarini, dijo en un mensaje en la red X que el mes de Ramadán debería "traer un alto el fuego para aquellos que más han sufrido". Sin embargo, se lamentó, para los palestinos de Gaza "tiene lugar cuando el hambre extrema se extiende y el desplazamiento continúa, y el miedo y la ansiedad prevalecen en medio de amenazas de una operación militar en Rafah".
No se recibe la ayuda humanitaria y los confusos planes para abrir canales de abastecimiento por mar y aire podrían llegar demasiado tarde. La comida lanzada desde aviones sobre Gaza apenas cubre una parte mínima de las necesidades y el corredor marítimo que se quiere abrir desde Chipre cuenta con muchas dificultades.
En respuesta a ese corredor marítimo en el que participan ONGs y entidades europeas, Estados Unidos ha dispuesto, bajo sugerencia de Netanyahu, la construcción de infraestructuras portuarias básicas en Gaza para poder desembarcar ayuda humanitaria. Sin embargo, tales instalaciones portuarias construidas por militares estadounidenses tardarán en funcionar y, llegado el momento, podrían ser utilizadas por Israel para deportar palestinos en masa una vez concluya la guerra.
Este es uno de los temores que crecen, según se gangrena cada vez más esta crisis: que la idea última de Israel con esta guerra de destrucción y exterminio en Gaza tenga como objetivo final vaciar la Franja de palestinos y facilitar una anexión al Estado israelí, tras la correspondiente deportación de cientos de miles de palestinos a otros países.
El Ramadán debería haber garantizado la tregua y la liberación de rehenes
La firma de una tregua temporal, de unas seis semanas, antes de Ramadán era la esperanza de los intermediarios cataríes, egipcios y estadounidenses en las negociaciones entre Hamás e Israel. Estados Unidos había planteado este periodo de recogimiento y oración en el mundo musulmán como una fecha límite, dado su significado religioso, para conseguir también la liberación del centenar de rehenes israelíes que pueden permanecer vivos en manos de Hamás.
El 7 de octubre, además de la citada matanza, las milicias de Hamás capturaron unos 240 rehenes. En la única tregua habida, de una semana en noviembre, se consiguió la puesta en libertad de un centenar de ellos.
Estados Unidos pidió la liberación del resto de rehenes con ocasión del Ramadán y el presidente Joe Biden quiso resaltar esta circunstancia para hacer de estas fechas un punto de inflexión en una guerra que tanto daño le está haciendo al prestigio de la Casa Blanca en el exterior y dentro de los propios Estados Unidos.
"A medida que los musulmanes se reúnan en todo el mundo durante los próximos días y semanas para romper el ayuno, el sufrimiento del pueblo palestino será una prioridad para muchos. Lo es para mí", aseveró el presidente estadounidense.
Restricciones israelíes a la celebración del Ramadán en Jerusalén Este
Pero Netanyahu se mantiene en sus trece. Le ha respondido a Biden que atacará Rafah sin titubeo alguno y, en lugar de contemplar esta festividad como un elemento de acercamiento hacia la comunidad de árabes musulmanes que viven en Israel, Netanyahu ha optado por complicarles las cosas con las restricciones que ha impuesto para orar y acercarse en la mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén, considerada como uno de los lugares más santos del Islam.
En la noche del domingo al lunes, la Policía israelí impidió que cientos de jóvenes palestinos accedieran para rezar por el comienzo del Ramadán a la Explanada de las Mezquitas, en Jerusalén Este, zona ocupada también por Israel. El Gobierno de Netanyahu había prometido no poner problemas para el acceso a estas zonas sagradas musulmanes, pero, según matizó el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, el mes de Ramadán puede ser también un periodo de "guerra santa", por lo que Israel "está atento" y no se dejará tomar por sorpresa.
El ministro jordano de Asuntos Exteriores, Ayman Safadi, denunció estas restricciones al acceso de los musulmanes a la mezquita de Al Aqsa y advirtió el riesgo de que semejantes medidas provoquen una "explosión" de indignación. En una rueda de prensa conjunta con el responsable de la diplomacia del Vaticano, el arzobispo Paul Gallagher, el ministro jordano fue claro: "profanar la santidad de la Mezquita de Al Aqsa es jugar con fuego".
Israel ha ordenado también el despliegue de 23 batallones de militares en Cisjordania, el otro territorio palestino, por el Ramadán. La Autoridad Nacional Palestina, que conserva parte del control de Cisjordania, al menos de las zonas que no han sido ocupadas ilegalmente por los colonos israelíes respaldados por el puño de su ejército, ha denunciado estas medidas arbitrarias y ha negado que ese despliegue sea por cuestiones de seguridad, sino para completar el cerco a los palestinos lanzado con la guerra de Gaza.
La ONU advierte del "infierno" de un ataque a Rafah
A pesar de todo, siguen las peticiones internacionales de una tregua para evitar precisamente esa situación, que la exacerbación de los sentimientos religiosos y el deterioro inhumano de las condiciones de supervivencia de los palestinos de Gaza lleve a un estallido sangriento en Israel o en cualquier otro lugar.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, reclamó este lunes un alto el fuego que coincidiera con el Ramadán, para facilitar la puesta en libertad de los rehenes que obran en poder de Hamás y permitir la retirada del bloqueo israelí a la llegada por tierra de ayuda humanitaria. Guterres afirmó que, si en esta peligrosa coyuntura, se produce a la vez el ataque a Rafah, los habitantes de Gaza "se verían arrojados a un círculo infernal incluso más profundo".
Sin embargo, la inminencia del asalto a Rafah puede deducirse de las instrucciones que ha dado Netanyahu para que los Ministerios de Finanzas, Defensa y Seguridad Nacional empiecen a levantar "de inmediato" una serie de infraestructuras destinadas a encerrar a miles de palestinos detenidos y encarcelados en el curso de las últimas etapas de la operación militar lanzada sobre Gaza.
Respaldo mayoritario de los israelíes al asalto de Rafah
El propio Netanyahu ha vuelto a señalar que esperaba tener concluida la fase militar de la guerra en menos de un mes. También ha remarcado que cuenta con el respaldo de la población israelí, como parece apuntar una encuesta publicada por el Instituto israelí para la Democracia. Según los datos de la consulta, cerca del 75% de los habitantes judíos de Israel apoyan una operación terrestre en Rafah, mientras que dos tercios de los árabes israelíes la rechazan.
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