Persisten los ataques del Ejército israelí en Yenín, ciudad situada en la Cisjordania ocupada y bastión histórico de la resistencia armada palestina, por quinto día consecutivo. Esta incursión se produce después de que más de un centenar de francotiradores, drones y blindados israelíes irrumpieran el pasado miércoles en esta ciudad, así como en Tubas y Tulkarem, con el fin de llevar a cabo la operación "antiterrorista" Campamentos de Verano.

Este último asedio, que según Médicos sin Fronteras "está alcanzando niveles alarmantes", ha provocado ya el asesinato de 14 palestinos en las últimas jornadas. En el campamento de refugiados de Yenín viven hasta 14.000 personas, que actualmente habitan hacinadas y en condiciones insalubres mientras sufren el miedo constante a nuevos bombardeos. 

Además, más del 70% de las calles de la urbe han sido ya dañadas por las excavadoras pesadas israelíes y el suministro de agua ha sido cortado en su totalidad. Esta suspensión ha provocado que la población palestina se encuentre en estos momentos gravemente expuesta a problemas de desnutrición, higiene y exposición elevada a todo tipo de enfermedades.

A todo ello se suma el ataque a ambulancias y centros médicos, ya de por si funcionando en condiciones extremadamente precarias y sin a penas medios técnicos, materiales ni humanos. Tal y como han notificado fuentes de la organización humanitaria Media Luna Roja Palestina, estos días se han producido al menos cuatro ataques con disparos contra sus vehículos sanitarios en este enclave palestino.

El hospital Jalil Suleiman de Yenín, rodeado por las fuerzas israelíes desde el inicio de la incursión, ha sido uno de los que ha sufrido el bloqueo militar, por lo que sus suministros eléctricos y de agua se han visto seriamente afectados y se han tenido que suspender las diálisis. El Ejército ha llegado incluso a destrozar generadores eléctricos estas últimas jornadas. 

En los campos de desplazados, las redadas en viviendas, con arrestos y saqueos indiscriminados e interrogatorios en los que los residentes palestinos han denunciado "malos tratos" siembran el pánico entre los civiles. Las detenciones ilegales y las amenazas continuas ya eran moneda corriente en los territorios ocupados antes de que estallara el genocidio el 7 de octubre.

No obstante, en estos últimos días ha aumentado la violencia hacia los habitantes como nunca antes, mientras que las negociaciones para un alto el fuego con la mediación internacional permanecen encalladas. En toda Cisjordania, desde el comienzo de la masacre de Israel, más de 650 palestinos han perdido la vida por fuego israelí, entre ellos 150 menores.