Edith Windsor es una de las grandes beneficiadas de la decisión que ha adoptado el Tribunal Supremo de Estados Unidos este miércoles en referencia al matrimonio homosexual. Con 83 años, Windsor demandó ante aquel órgano judicial la legislación que hoy ha quedado derogada, la Ley de Defensa del Matrimonio (DOMA, por sus siglas en inglés), debido a que el Gobierno no reconocía su matrimonio con una mujer y se vio obligada a pagar un impuesto federal de 350.000 dólares después de enviudar.
'Edie', como se la conoce popularmente, fue siempre una pionera: trabajó como programadora de IBM cuando todavía era visto como una profesión de hombres y traspasó fronteras para casarse con la mujer a la que amaba. Coqueta, serena, con una sonrisa enmarcada en pintalabios rosa y luciendo su característica media melena rubia, Windsor se casó en Canadá en 2007 con Thea Spyer, su pareja durante más de 40 años, que falleció en 2009 tras una larga enfermedad de esclerosis múltiple.
Las septuagenarias decidieron sellar su amor en otro país por temor a no vivir el tiempo suficiente para ver la aprobación de los matrimonios homosexuales en el estado de Nueva York, donde residían, ya que el Gobierno estadounidense por ley no los reconoce. A la muerte de Spyer, Windsor tuvo que pagar por el patrimonio heredado más de 270.000 euros en impuestos federales, lo que la llevó a emprender una cruzada en defensa de la igualdad de sus derechos como cónyuge que la ha llevado hasta el Supremo.
Se vio obligada a pagar 270.000 euros porque el Gobierno no reconocía su matrimonio Nacida en Filadelfia en 1929 poco después de que sus padres perdieran la casa y un negocio de caramelos y helados durante la Gran Depresión, Edith Schlain era la mayor de tres hermanos. Inteligente, vivaracha y guapa, poco después de graduarse en la Universidad de Temple se casó con Saul Windsor, un amigo de su hermano al que describió como 'uno de los hombres más dulces del mundo', pero al que un año después de casarse le confesó la verdad y le recomendó que se buscara a alguien que le mereciera.
Tras mudarse a Nueva York, trabajó como secretaria, hizo un máster en matemáticas en la Universidad de Nueva York y comenzó a trabajar como consultora de sistemas informáticos para IBM, compañía en la que desarrolló una exitosa carrera. 'Vine a Nueva York para dejarme a mí misma ser lesbiana', confesó al New York Times . Y allí fue donde conoció en 1965 en un restaurante italiano a una prominente psicóloga que se convertiría en el amor de su vida.
De esa época recuerda que 'todo el mundo vivía en el armario' y que apenas había lugares donde conocer lesbianas, y aquella noche, que acabó en una fiesta en casa de un amigo bailando hasta el final, cambio la vida de ambas. No fue hasta dos años más tarde, cuando las dos mujeres se volvieron a encontrar y comenzaron una relación que duró cuatro décadas.
'Vine a Nueva York para dejarme a mí misma ser lesbiana' Spyer quedó tetrapléjica como consecuencia de una esclerosis múltiple avanzada, que la obligó a viajar con tres ayudantes a Canadá para poder casarse legalmente. Según rememoró, un día Thea preguntó a Edie qué haría si tuviera un anillo de compromiso, ya que si sus compañeros de trabajo lo vieran le preguntarían por su 'novio'. Horas después, Thea se arrodilló y le pidió que se casara con ella, pero en vez de un anillo le entregó un broche de diamantes, que todavía conserva. Entonces, en 1967, no era legal casarse en ningún estado de EEUU. Actualmente lo es en nueve: Washington, Iowa, Nueva York, Maryland, Connecticut, Maine, Massachusetts, Nuevo Hampshire y Vermont y el Distrito de Columbia.
'El matrimonio simboliza el compromiso y el amor como ninguna otra cosa en el mundo. Y es conocido en todo el mundo. Quiero decir, dondequiera que vayas, si estás casado, significa algo para la gente', asegura Windsor, quien sufrió un ataque al corazón un mes después de la muerte de Spyer. Sus vidas y su activismo en favor del movimiento homosexual quedaron inmortalizas en el documental Edie & Thea: A Very Long Engagement realizado por Susan Muska y Greta Olafsdottir en 2009, en el que comparten vídeos, documentos y fotos personales para ilustrar una historia que llega este miércoles al máximo tribunal de EEUU.
Este miércoles la dignidad de su matrimonio y el de otros tantos ha conseguido una victoria inédita y clave en la historia de Estados Unidos: la ley DOMA ha quedado derogada.
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