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Actualizado:Rusia está cambiando sus tácticas bélicas en Ucrania y extiende el frente bélico a todo el país. Ante los reveses sufridos en la guerra de posiciones contra un ejército ucraniano pertrechado por Occidente, el Kremlin recurre a sus famosas "medidas asimétricas" para golpear donde menos se le espera y como menos se le espera. Uno de sus objetivos es sembrar el caos entre la población ucraniana y dejarla sin medios para afrontar el invierno, por eso los ataques contra el sistema energético y otras infraestructuras críticas se han convertido en una prioridad.
Esta semana se repitieron los ataques con drones y misiles en algunas de las ciudades más importantes de Ucrania, incluida Kiev, donde fueron alcanzadas numerosas estaciones de electricidad y suministro de agua. El Gobierno ucraniano llegó a indicar que el 30% de las centrales eléctricas del país habían sido dañadas. El mensaje es claro: el Ejército ruso y Surovikin parece que aún tienen cosas que decir en esta guerra.
Surovikin, dispuesto a tomar "las decisiones más difíciles"
El "general Armagedón", como le denominan algunos medios de prensa occidentales, se ganó sus últimos laureles en la guerra de Siria en 2017, cuando fue nombrado comandante en jefe de las fuerzas rusas allí desplegadas. La campaña ruso-siria contra los rebeldes islamistas en Alepo y en Idlib fue despiadada y Surovikin fue acusado de utilizar todos los métodos posibles, incluidos bombardeos indiscriminados a áreas urbanas.
"No excluimos tomar las decisiones más difíciles", afirmó esta semana Surovikin en una entrevista televisada. La velada amenaza ha recordado las advertencias que hizo el propio presidente ruso, Vladímir Putin, sobre un eventual uso de armas nucleares tácticas, pero también puede apuntar a un incremento de los ataques aéreos y con misiles contra lo que consideran el territorio enemigo, incluidas áreas civiles.
Como corroboración, el general ha reconocido que están empleando en Ucrania el famoso caza Sukhoi-57, uno de los aviones más modernos de las Fuerzas Armadas rusas y cuya operatividad fue clave en Siria, donde funcionó una escuadrilla de estos aparatos.
Esta aeronave tiene una capacidad especial para evadir los radares, incluso los poderosos AWACS de Estados Unidos. Sus misiles aire-superficie pueden alcanzar los 300 kilómetros y acertar blancos en Ucrania desde territorio ruso. Esto es lo que necesita Rusia para esquivar los sistemas antimisiles que la OTAN está empezando a suministrar a las fuerzas ucranianas.
Los drones kamikazes
En esta nueva fase de la guerra, tienen un especial protagonismo los llamados drones 'suicidas', que por su tamaño pueden evadir su detección hasta el último momento. Con estos aparatos, Rusia ha golpeado muchas de las instalaciones eléctricas destruidas en Kiev y otras ciudades. Su coste barato permite equilibrar la imparable reducción de los stocks de misiles rusos.
El Gobierno ucraniano y la OTAN han denunciado que esos drones son suministrados a Rusia por Irán. Estados Unidos ha llegado a incluso a señalar que, ante los errores experimentados en el manejo de los drones, un grupo de militares iraníes se encuentra en Crimea enseñando a manejarlos.
Así lo dijo el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, John Kirby, y lo corroboró el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, quien dijo disponer de "información fidedigna" al respecto. Según Price, los drones que atacaron Kiev y otras ciudades ucranianas fueron manejados por personal militar ruso desde Crimea, la península anexionada por Rusia en 2014. Kirby manifestó su preocupación ante la posibilidad de que Irán pueda suministrar a Rusia también misiles tierra-tierra y así abastecer los ya drenados arsenales rusos de cohetes.
¿Un posible frente bielorruso?
En un principio se había indicado que los drones habían sido dirigidos desde la vecina Bielorrusia, el último aliado leal que le queda a Rusia en Europa. Sin embargo, parece que el papel de este país en la nueva etapa de la guerra podría ser más preocupante. La fuerza conjunta regional recién integrada con militares de ambos países podría ser empleada para hacer incursiones puntuales en el norte de Ucrania. La movilización en marcha de miles de reclutas por toda Bielorrusia también apuntaría en esa dirección, aunque, como han señalado algunos analistas, podría ser una maniobra de distracción para hacer creer al Gobierno de Kiev que Moscú puede abrir un nuevo frente en el norte.
En todo caso, la importancia de Bielorrusia es otra. En caso de una escalada mayor de tensión con la OTAN y de que ésta estimara la necesidad de estacionar en Polonia o los Bálticos armas nucleares tácticas como disuasión, Rusia podría hacer lo mismo con Bielorrusia, paso que ya ha considerado y subrayado el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko.
Ley marcial en las zonas ocupadas y mercenarios en la frontera
La orden decretada por el Kremlin esta semana de imponer la ley marcial en los cuatro territorios ocupados de Ucrania (Jersón, Zaporiyia, Donetsk y Lugansk) no tiene un gran valor fáctico para el curso de la guerra. En esos territorios sigue la contienda, porque no han sido conquistados en su totalidad por las fuerzas rusas, de ahí que sean las autoridades militares enviadas por Moscú las que realmente llevan las riendas.
Tendría más alcance otra de las acciones rusas reveladas esta semana. Yevgueni Prigozhin, el magnate ruso dueño del grupo Wagner, que suministra mercenarios por todo el planeta, ha indicado que esta empresa contratista privada está "formando una milicia popular" en la región rusa de Belgorod, fronteriza con Ucrania.
Según Prigozhin, los instructores de Wagner preparan "ciudadanos que defenderán las fronteras de la región". Asimismo, una serie de empresas se encargarán de producir materiales para levantar fortificaciones contra un eventual ataque, en un área donde se han registrado incursiones de milicias ucranianas desde que comenzó la invasión el pasado 24 de febrero.
Wagner está participando con sus 'soldados' en la guerra de Ucrania a pesar de que la ley rusa prohíbe las empresas de mercenarios. Pero Prigozhin es una de las piezas fundamentales de la diplomacia "armada" del Kremlin y sus paramilitares pueden encontrarse en casi todos los conflictos bélicos del planeta, desde el Sahel hasta el Cáucaso, desde África Central a Oriente Medio.
Wagner fue fundada por Prigozhin en 2014. Muy oportunamente, porque en ese año la campaña ucraniana contra los independentistas del Donbás llevó a Moscú a una intervención, mas o menos desde la sombra, de lado de los milicianos prorrusos de Donetsk y Lugansk. Los mercenarios de Wagner fueron fundamentales a la hora de hacer frente a las fuerzas ucranianas en los años siguientes.
¿Cambio real de tácticas bélicas o propaganda interna?
La duda está en si estas acciones tácticas que ha emprendido el Kremlin tienen un sentido estratégico mayor. Está la posibilidad de abrir ese nuevo frente en la zona fronteriza de Ucrania con Bielorrusia. Tal vez se trate de asestar un contundente golpe militar en Jersón, cuando lleguen las tropas ucranianas confiadas por una rápida retirada rusa. En este sentido, Jersón, capital de la recién anexionada región del mismo nombre, podría convertirse en el Alepo de Ucrania. En este contexto, tendría sentido la evacuación de miles de civiles ordenada por el Kremlin.
Sin embargo, comprobada la fortaleza demostrada por el Ejército ucraniano, pertrechado por la OTAN, parece poco probable una victoria rusa demoledora en Jersón o cualquier otra localidad si Rusia no se saca un as de la manga. Incluido uno nuclear. De lo contrario, todo apuntaría simplemente a un repliegue ordenado para atrincherarse en la orilla oriental del río Dniéper.
Hay otra posible explicación. Que todos estos últimos movimientos de Moscú tengan una lectura interna para mostrar a la opinión pública rusa que el Kremlin está haciendo "algo" para reactivar la invasión. La contraofensiva ucraniana iniciada en septiembre ha tenido un notable éxito en el nordeste, en las zonas de Járkov, Izium o Limán, y con actuaciones de gran peso simbólico como la voladura del puente sobre el estrecho de Kerch, en Crimea.
Además, la movilización "parcial" en Rusia le ha restado muchos activos a Putin, quien necesita una victoria sonada para acallar el creciente malestar, no ya en la sociedad rusa, sino en el propio ejército.
En palabras del presidente de la Fundación Políticas de San Petersburgo, Mijaíl Vinográdov, estos pasos, así como los ataques redoblados a las infraestructuras clave ucranianas, "no dan una respuesta, por ahora, a la pregunta principal: si Moscú está preparado para recuperar la iniciativa militar y comenzar a utilizar métodos que puedan arrojar resultados más concretos, o si simplemente está reaccionando a los movimientos de Kiev, con lo cual correría el riesgo de caer en otra trampa".
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