El centroderecha parte como gran favorito para vencer en las elecciones legislativas islandesas de este fin de semana, lo que supondría el regreso al poder de los partidos que impulsaron las políticas neoliberales que llevaron al país al colapso económico de octubre de 2008.
Todos los sondeos apuntan a una mayoría cómoda del centroderecha frente al desplome de la coalición de izquierda que ha gobernado Islandia en los últimos cuatro años, y la única duda parece ser si ganará el conservador Partido de la Independencia o el centrista Partido del Progreso, virtualmente empatados. Centristas y conservadores gobernaron juntos entre 1995 y 2007, un período donde comenzó la ola privatizadora, empezando por los principales bancos de la isla, que en una onda expansiva insólita llegaron a tener un tamaño equivalente a diez veces el PIB de Islandia y cuya quiebra situó al país en una crisis sin precedentes. Las protestas se llevaron por delante al gobierno del conservador Geir H. Haarde y auparon al poder a la Alianza Socialdemócrata y al Movimiento de Izquierda Verde.
Pero el primer gobierno de izquierda en 69 años de independencia de Islandia no ha cumplido las expectativas generadas, y pese a que ambos partidos han cambiado de líderes, los sondeos les vaticinan una pérdida de al menos la mitad de los votos obtenidos en 2009. Aunque ha logrado estabilizar las finanzas obteniendo un ligero crecimiento económico y reducido el paro y la inflación, el programa de ajuste impuesto por el Fondo Monetario Internacional (FMI) que el gobierno ha seguido a rajatabla ha tenido un coste social elevado.
La izquierda perdería al menos la mitad de los votos obtenidos en 2009 La coalición de la primera ministra socialdemócrata, Jóhanna Sigurdardóttir, no ha resuelto el alto endeudamiento hipotecario de las familias, ni ha sacado adelante la reforma del sistema de cuotas pesqueras, ni una iniciativa popular para reformar la Constitución.
Si a ello se le añaden las disputas en el seno de la coalición por cuestiones como la UE y el litigio sobre las indemnizaciones a ahorradores extranjeros por la quiebra del banco Icesave (filial británica del banco islandés Landsbanki) se entiende por qué el Gobierno quedó en minoría a mitad de la legislatura y con unas cotas de impopularidad muy elevadas.
Ese descontento ha sido aprovechado por el Partido del Progreso, tradicional 'hermano pequeño' de los conservadores y que por primera vez podría ganar unos comicios gracias a su oposición a los acuerdos firmados por el Gobierno en el caso Icesave y a su propuesta para reducir un 20 % la deuda hipotecaria de los islandeses. Su hipotético triunfo dejaría pese a todo en mal lugar al Partido de la Independencia, que hasta 2009 siempre había sido la fuerza dominante en Islandia, y podría provocar la salida de su líder, Bjarni Benediktsson, del que se critica su falta de carisma.
Socialdemócratas y 'rojiverdes' se agarran al ligero repunte que muestran las últimas encuestas, aunque los sitúan todavía lejos del centroderecha, aun recurriendo al apoyo del centrista 'Futuro Brillante', una nueva formación que al igual que el 'Partido Pirata' cuenta con muchas opciones de entrar en el Parlamento.
La campaña electoral ha girado en torno al problema de las hipotecas, muchas vinculadas a la inflación -que se disparó con la crisis-, y a otros temas como el empleo o la sanidad, por delante del ingreso en la UE, que ahora mismo parece una quimera.
Forzada por sus aliados 'rojiverdes', Jóhanna Sigurdardóttir suspendió temporalmente las negociaciones con Bruselas en enero, apelando a la imposibilidad de concluirlas antes de los comicios, cuando hace cuatro años la líder socialdemócrata hablaba de hacer un 'ingreso exprés' antes incluso que Croacia. El conflicto con varios países de la UE por el caso Icesave y por las cuotas de captura de caballa y la crisis del euro han hecho renacer el tradicional euroescepticismo de los islandeses. Según una encuesta publicada hace dos días por la televisión pública 'RÚV', el 52,2% se opone al ingreso frente al 27,6%, aunque hay una mayoría favorable a concluir las negociaciones. Tanto el Partido de la Independencia como el Partido Progresista no solo son contrarios a la adhesión, sino que defienden el fin de las conversaciones y la retirada de la solicitud de ingreso.
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