El Congreso argentino tumba el proyecto de ley ómnibus y desata la furia de Milei, de visita en Israel
Los partidos que votaron en contra decidieron no ceder más ante las amenazas de Javier Milei, por lo que la ley Ómnibus vuelve a su punto de inicio.
María Cafferata (Página 12)
Buenos Aires--Actualizado a
Javier Milei no logra aprobar su proyecto de ley ómnibus. En esta ocasión, el presidente argentino tuvo que seguir la votación a distancia, ya que se encontraba de visita en Israel. Después de muchas amenazas y errores en la delegación de facultades, la votación de la ley en el Congreso acabó de la peor manera posible para La Libertad Avanza (LLA) –el partido de Milei–, que tuvo que enviar todo el proyecto de vuelta a su punto de partida.
Si bien el proyecto ya había sido aprobado anteriormente, Milei se percató de que la ley había perdido sus principales artículos fruto de las negociaciones con la oposición. Una vez se llegó al debate sobre el capítulo de privatizaciones, el grupo ultraderechista decidió que prefería una derrota a una victoria a medias.
"La casta se puso en contra del cambio que los argentinos votamos en las urnas", expresó Milei desde Israel. Ahora el plan consiste en retomar el debate en comisión la semana que viene, aunque el escenario es complicado. Los diputados de Unión por la Patria, la oposición, salieron contentos junto al sonido de los coches que se manifestaban a las puertas del Congreso. Mientras, los políticos de LLA repetían una y otra vez que "la traición se paga cara".
Crónica de una derrota
El día que Javier Milei tenía planeado celebrar la aprobación de sus facultades extraordinarias acabó mal. El clima en la Cámara de Diputados no era nada resolutivo y, minutos antes de que sonara el timbre de comienzo de la sesión, los diputados de la oposición advertían: "No tienen los votos para aprobar delegaciones".
El trasfondo de la aprobación de las facultades delegadas era claro: Milei podría legislar en materia económica, financiera, de seguridad, tarifaria, energética y administrativa sin necesidad de pasar por el Congreso.
El primer artículo del proyecto, que declaraba las emergencias, se aprobó con 134 votos afirmativos y 121 negativos. Las facultades delegadas por un año también se aprobaron. Pero el problema vino cuando entraron en debate las bases de esa delegación, que determinaban sobre qué aspectos podría intervenir el presidente. Como un dominó, se fueron cayendo una por una hasta llegar a un derrumbe casi absoluto.
Las primeras delegaciones caídas
En un intento de salvar alguna de las delegaciones, los de Milei llamaron a que se negociaran una por una. Todo empezó bien para los ultraderechistas hasta que llegó el turno del inciso H, que habilitaba a Milei a transformar o eliminar los fondos fiduciarios que existen en el país, como el de Integración Socio Urbana, el de la Protección de Bosques Nativos y la regulación del subsidio al consumo de gas en zonas frías, que fue lo que generó que la votación acabara con 112 votos a favor y 142 en contra.
Después de ese voto en contra, LLA perdería también las bases de las delegaciones en materia de seguridad y energía. En cuanto al capítulo de Reorganización Administrativa, la oposición tumbó todas las bases excepto una: la que buscaba la profesionalización de la carrera administrativa.
Golpe final: Privatizaciones
Al votar el artículo 7, sobre la privatización de las empresas públicas, estaba claro que la oposición era lo suficientemente amplia como para que no saliera adelante. LLA había realizado algunas modificaciones, pero se negaba a continuar reduciendo el listado de empresas sujetas a privatizar e introducir mayores aspectos de transparencia sobre el proceso, como pedían los otros grupos parlamentarios. Había sectores del radicalismo que, además, reclamaban que la privatización de cada empresa tenía que pasar, sí o sí, por el Congreso.
"¿Para qué quiere las facultades si después va a hacerlo por Decreto de Necesidad y Urgencia? ¿Y eso es lo que va a querer hacer con los medios? ¿Intervenirlos para echar gente?", cuestionaba un dirigente radical. El debate se fue polarizando exponencialmente a medida que se iban rechazando más y más artículos y aumentaban las amenazas.
La solución propuesta para volver a la calma fue una reunión de media hora donde los principales opositores se sentaron con Milei y su mano derecha, Santiago Caputo, para ver cómo solventar el tema. No solo no llegaron a un acuerdo, sino que se confirmó la amenaza que ya había lanzado Caputo hace una semana: si se caían los principales artículos, ellos bajarían la ley. Formalmente, la propuesta fue devolver el proyecto a comisiones.
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