Este artículo se publicó hace 3 años.
Compás de espera en el conflicto entre Argelia y Marruecos
La larga crisis entre Argelia y Marruecos a propósito del Sáhara Occidental ha entrado en una fase de espera después del trágico episodio del 1 de noviembre. Algunos analistas señalan que con los repetidos incidentes, Rabat podría estar buscando una guerr
Eugenio García Gascón
Madrid--Actualizado a
Hasta el sábado, dos países limítrofes con Marruecos, Mauritania y España, habían expresado lacónicamente su "preocupación" por el deterioro de la crisis permanente entre Argelia y Marruecos a causa del Sáhara Occidental, agravada con el incidente del 1 de noviembre en el que murieron tres argelinos aparentemente en un ataque de las tropas marroquíes.
Pero más significativo es que ni la Comisión Europea ni ningún otro país de la Unión hubieran realizado ningún comentario, pese a la gravedad de la situación y el evidente riesgo de que cause un conflicto armado entre los dos países del Magreb en sus mismas fronteras, una reflexión que también vale para EEUU y su desastrosa política en Oriente Próximo.
Igualmente es significativo que Rabat guardara silencio, una actitud que no es nueva puesto que los marroquíes crean tensiones y luego mantienen la boca cerrada. Ese mismo silencio oficial lo adoptaron cuando la crisis de los migrantes en Ceuta el verano pasado; durante el reciente encontronazo con Alemania a causa del Sáhara Occidental; y cuando Rusia invitó a Moscú a una delegación del Frente Polisario hace solo unas semanas.
solo Argelia se ha referido al incidente. Rabat guarda silencio
Hasta ahora solo Argelia se ha referido al incidente. Aunque Rabat, los europeos y los americanos no tienen nada que decir sobre lo ocurrido, probablemente es un error guardar silencio y esconder los problemas debajo de la alfombra. De hecho, no es el primer incidente de esta naturaleza y la evolución del deterioro refleja una curva ascendente que no augura nada bueno si continúa en la misma dirección.
Algunos medios se preguntan si Marruecos quiere arrastrar a Argelia a una guerra ante la próxima llegada al Magreb de Staffan de Mistura, el veterano diplomático nórdico a quien el secretario general de la ONU, António Guterres, acaba de designar para negociar con las partes implicadas en el conflicto saharawi.
Otros creen que la respuesta de Argelia consistirá reforzar militarmente al Frente Polisario, máxime cuando las agresiones de Marruecos se están multiplicando. Esta es una opción que seguramente estarán considerando en Argel, por ejemplo facilitando drones al Polisario para contrarrestar el uso de los drones marroquíes. En cualquier caso, Aunque Argelia debe medir su reacción, también es cierto que la paciencia tiene un límite y el vaso puede derramarse.
El exministro argelino Mohammed Ould Amin advirtió esta semana en su blog que existe el peligro de una guerra. Y realizó el análisis siguiente: "Si estalla una guerra, Francia se pondrá del lado de Marruecos, España se pondrá del lado de Argelia, y los europeos se dividirán en dos grupos de manera que la guerra será grave y de largo recorrido".
Tras este análisis está la realidad de que la Unión Europea, como muestra su solemne silencio, es un ente pluriestatal indefinido que no es capaz de aunar esfuerzos ni de establecer una política común basada en la justicia. París, por ejemplo, se encuentra embarcado desde hace años en una crisis con Argelia a cuenta del periodo colonial que es incapaz de resolver, y solo le conciernen sus intereses parroquiales.
Según el cómputo de Rabat, el Frente Polisario ha atacado unidades militares marroquíes en más de mil ocasiones durante el último año, aunque los saharawis dicen que el número es más elevado. The Economist sostiene que probablemente el Frente Polisario está impulsando una guerra entre Argelia y Marruecos dado que no ve otro camino para forzar la retirada marroquí del Sáhara.
El frente de este conflicto, considerado el más largo del mundo, con 2.700 kilómetros, es en la práctica una "frontera" que a Marruecos le resulta complicado vigilar, de modo que podría buscar ponerle fin de manera expeditiva, para lo cual sería necesario neutralizar a Argelia.
Esta medida podría crear problemas de abastecimiento en España
En agosto Argel suspendió las relaciones con Rabat, y poco después dejó de suministrar gas a Marruecos a través de un gasoducto que conduce a España. Esta medida podría crear problemas de abastecimiento en España.
Por su parte, la administración de Joe Biden está resultando más trumpista de lo esperado. En 2020 Donald Trump forzó a Marruecos a reconocer a Israel a cambio de que Washington e Israel reconocieran la soberanía marroquí sobre el Sáhara. Muchos esperaban que Biden revirtiera la decisión, pero no solo no ha sido así sino que los americanos han participado en el último año en al menos dos grandes maniobras militares en Marruecos, lo que ha envalentonado a Mohammed VI.
Tras tres lustros de ocupación, Marruecos y el Frente Polisario acordaron en 1991 celebrar un referéndum bajo los auspicios de la ONU, pero Marruecos ha ido demorándolo y poniendo obstáculos. El plebiscito no se ha celebrado y es dudoso que se celebre, lo que pone más presión sobre el Polisario.
El Frente Polisario, que cuenta con el apoyo de una Argelia que defiende que los saharawis son quienes deben escoger su futuro, no acepta la propuesta de Rabat de conceder una autonomía al Sáhara, y finalmente ha dado por roto el alto el fuego. En la actualidad, Marruecos controla aproximadamente el 80 por ciento del territorio saharawi, mientras que el Polisario domina el 20 por ciento restante.
La vecindad entre Argelia y Marruecos nunca ha sido fácil. Los argelinos acusan a los marroquíes de impulsar en su país el movimiento islamista violento, y no es la primera vez que los dos países han cerrado la frontera común por una u otra causa.
Israel, que de manera abierta o encubierta juega sus bazas en todos los conflictos de Oriente Próximo, ha tomado partido por Marruecos. Hace solo unos meses se supo que los marroquíes estaban espiando los teléfonos de altos funcionarios argelinos con tecnología israelí, lo que agudizó el conflicto del Magreb y suscita más pesimismo de cara al futuro.
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