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El presidente chino, Xi Jinping, concluyó este viernes en Budapest una gira europea que le llevó a Francia, Serbia y Hungría. En este periplo, el primero por el viejo continente en cinco años, el líder chino desdeñó el alineamiento geopolítico y económico de Bruselas con Washington, apostó por las relaciones bilaterales y no en bloque con los países europeos, y apuntaló sus relaciones con los gobiernos más díscolos del continente hacia el monolitismo defendido por la UE y la OTAN.
En la primera parte del viaje, en Francia, Xi pudo departir sobre economía y diplomacia con las autoridades anfitrionas, pero también tuvo oportunidad de sentarse frente a algunas de las primeras figuras de la Unión Europea y el tono fue menos distendido.
La distancia de Pekín con el Eliseo y Bruselas es evidente en lo que se refiere a la alianza de éstos con Washington y a la estrecha vinculación entre China y Rusia, frente a la abierta confrontación de París y Bruselas con Moscú. Todo ello con el añadido de la rivalidad comercial mostrando sus dientes durante la etapa francesa de la visita.
La segunda parte de la gira, en Serbia y Hungría, marcó un giro más cómodo en el viaje de Xi. Serbia es un país que no pertenece ni a la OTAN ni a la UE, con una tradicional amistad con Rusia y situada en un lugar estratégico en los Balcanes y el este de Europa que interesa mucho a China.
Hungría, el niño arrogante y desobediente de Centroeuropa, con una posición enfrentada a sus socios de la UE y la OTAN en temas de integración europea y en la deriva de seguridad que ha causado la invasión rusa de Ucrania, es para China el mejor de los trampolines para moverse en la región. Una punta de lanza clavada en el costado oriental europeo.
A China le interesan las diferencias europeas
Esta es la Europa que le interesa a China. Una Europa con diferentes velocidades y diferentes intereses, en política exterior y en estrategias económicas. Brechas que a Pekín le interesa ampliar para acceder al crisol europeo.
Durante la visita, el presidente francés, Emmanuel Macron, quiso subrayar ante Xi la importancia de Francia en Asia, al margen del vasallaje a las políticas de EEUU y como país líder para subrayar la "autonomía estratégica" europea.
Al tiempo, Macron pedía una "relación equilibrada", un giro dialéctico que pretende más copiar el término oriental del "justo medio" que establecer un horizonte de acción propia. París no manda, si Washington tiene algo que decir sobre China. Y eso lo sabe Pekín.
Ese postureo galo no engaña mucho a China, sobre todo si va acompañado de movimientos desacompasados, como la torpe amenaza de Macron de llevar tropas francesas y europeas a Ucrania para desafiar sobre el terreno a una Rusia que, para desgracia de Ucrania y de Europa, está ya ganando la guerra. Una Rusia que es el gran socio internacional de China, como dejó claro Xi en esta gira.
Tampoco engaña a China la petición de Macron a Xi de "reglas justas para todos", en el ámbito económico, pues ha venido precedida por un incremento del proteccionismo europeo ante las que considera Bruselas medidas desleales del Gobierno chino por subvencionar sectores donde los productos del gigante chino se imponen en los mercados europeos.
Francia entiende que es mejor acercarse a China al margen de la UE
Por eso, Francia comprende que el acercamiento a China ha de ser unilateral y que en Pekín hay mucha desconfianza en los halcones de la UE, como se vio en las reuniones a las que asistió en París la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
La reciente visita a Pekín, a mediados de abril, del canciller alemán, Olaf Scholz, fue el prólogo de esta ofensiva china en Europa protagonizada por Xi Jinping. Las maniobras de Scholz en la capital china fueron, si cabe, más torpes que los intentos de Macron para mantenerse en esa "relación equilibrada" con la UE de fondo.
Mientras el mandatario germano reconocía el excesivo proteccionismo de la UE con China, por otra parte se manifestaba intolerante con la competencia desleal que las subvenciones estatales chinas implican. Una paradoja que seguramente sorprendió a sus interlocutores chinos.
Por ello, la frialdad con la que se dirigió Xi a la presidenta de la Comisión Europea fue muy significativa. La insistencia de Von der Leyen en temas estratégicos peliagudos, como la solución armada de la guerra de Ucrania con la derrota rusa, o la cita velada al conflicto con Taiwán solo levantaron los recelos de Xi.
Xi fue en este sentido claro: China nunca irá contra Rusia y opta por buscar "una solución política" a la guerra de Ucrania, de ahí el plan de paz propuesto en 2022 por el propio Xi, al poco de comenzar la invasión rusa de febrero. Plan que ni EEUU, ni la OTAN y menos aún la UE han considerado.
Xi pide una conferencia de paz para Ucrania en la que esté Rusia
Por ello, tanto Scholz, en Pekín, como Macron, en París, eludieron esa confrontación y dejaron esta semana a Von der Leyen sola y con unos mensajes que Xi simplemente no escuchó o matizó con mucho filo. Como cuando indicó ante la política alemana que Rusia debería participar también en una conferencia de paz sobre Ucrania, paso que apoyaría China.
Xi estaba así restando valor a la descafeinada conferencia internacional sobre Ucrania convocada en Suiza para el mes de junio y a la que no asistirá Moscú por haber sido convertida en un acto para la mayor gloria del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Incluso la "tregua olímpica" en los Juegos de París este verano, que tanto Macron como Xi aplaudieron, es otro acto de buenas intenciones que ninguno de los mandatarios cree realmente que se pueda cumplir. En la gira del presidente chino si algo quedó claro es que con China solo sirve el pragmatismo. Lo demás son solo buenos deseos y flores dialécticas.
Desde ese punto de vista pragmático, la segunda parte de la gira de Xi fue más importante. En Belgrado y Budapest, Xi ya se vio con libertad para admitir los planes chinos de entrar en Europa por la puerta de atrás.
En Belgrado, Xi recordó el ataque de la OTAN a la embajada china en 1999
Ante el presidente serbio, Aleksandar Vucic, el líder chino no tuvo que ocultar el miércoles su resquemor por la Alianza Atlántica, cuyos aviones bombardearon en 1999 la Embajada china en Belgrado durante los ataques de la OTAN a Serbia en la guerra de Kosovo. Ese recuerdo fue una crítica velada al apoyo de los países de la OTAN a unos Estados Unidos empeñados en defender la independencia de Taiwán tal y como hace 25 años hicieron con Kosovo.
El plano económico no es menor en esta buena sintonía china con Serbia, tal y como subraya el reciente acuerdo para la inversión de casi 2.000 millones de euros en centrales eólicas y solares, y en una planta de producción de hidrógeno.
Más interesante fue la última parada del periplo europeo de Xi, Hungría, donde acordó con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, la bestia negra de Bruselas, intensificar la cooperación en los ámbitos político, comercial y energético para despejar el paso a China en Europa Central. Budapest es el escalón de Pekín para acceder por otros portones a la Unión Europea.
Hungría el país europeo con mayores inversiones chinas
Xi anunció en este sentido "una amplia cooperación estratégica entre China y Hungría", incluso en el ámbito de la energía nuclear. Se firmaron un total de 18 acuerdos bilaterales que permitirán las inversiones chinas en sectores estratégicos húngaros, como la conexión por ferrocarril con Serbia precisamente, que quizá no gusten mucho en el seno de la Unión Europea.
Uno de los mayores inversores chinos en Hungría, CATL, está construyendo una planta de baterías por un valor de 7.300 millones de euros en Debrecen. Al tiempo, el fabricante chino de vehículos eléctricos BYD anunció a finales de 2023 que estaba levantando su primera planta europea en el sur de Szeged.
Hungría es ya el país europeo que recibe más inversiones chinas, sin los recelos de sus vecinos comunitarios. Buena parte de esas inversiones han sido para el proyecto de corredores de transporte y tráfico de mercancías "la Franja y la Ruta" con el que China pretende remedar la importancia económica que en el pasado tuvo la Ruta de la Seda entre Asia y Europa.
Orbán también aprovechó la presencia de Xi para asestar un nuevo puntapié a la política exterior de sus vecinos respecto a Rusia y la guerra de Ucrania, y afirmó que "Hungría, partidaria de unas negociaciones de paz inmediatas, apoya la iniciativa de paz presentada por el presidente Xi Jinping".
Xi subraya su amistad con Rusia al margen de la guerra
En esta gira, Xi tuvo también mensajes para Washington en lo que se refiere a la buena relación china con Rusia, que en poco tiempo se remachará más con la esperada visita del presidente ruso, Vladímir Putin, a Pekín.
Xi subrayó que, pese a las sospechas estadounidenses, su país no entregará armas a Rusia y que, pese a las dudas occidentales, revisará las exportaciones de componentes y equipos de doble uso a ese país, para evitar que puedan ser reutilizados con fines bélicos.
También desestimó las acusaciones de EEUU de que China está sosteniendo el esfuerzo bélico ruso con la compra de hidrocarburos, además de suministrar bienes de consumo ausentes de los mercados rusos por las sanciones impuestas por Occidente.
"Nos oponemos a que se utilice la crisis de Ucrania para culpar y difamar a un tercer país e incitar a una nueva Guerra Fría", afirmó Xi.
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