Público
Público

Caravana de migrantes Lo que le queda por delante a la caravana de migrantes centroamericanos

Ha pasado un mes desde que 160 migrantes centroamericanos se pusiesen en marcha en San Pedro Sula, Honduras. Ahora son miles y se acercan a la frontera de Estados Unidos. Existe una gran incertidumbre sobre qué es lo que puede ocurrir.

Una madre y su hijo descansan en el Auditorio Benito Juárez hoy, lunes 12 de noviembre de 2018, en la ciudad de Guadalajara, en el estado de Jalisco (México).(FRANCISCO GUASCO)

"En Honduras es bien difícil la vida. Es trabajar solo para las maras y las pandillas". Julio César Murcia tiene 26 años y huye junto a un hermano y dos primos. Viajan en un autobús desde Ciudad de México hasta la caseta de la autopista que lleva a Querétaro, siguiente parada de la caravana de migrantes que ha sacado de la clandestinidad a miles de centroamericanos que se dirigen hacia Estados Unidos.

Cuenta Murcia que es de Villanueva, una aldea cercana a San Pedro Sula. "El lugar en el que la vida no vale nada", dice. Relata que tenía un taller de mecánica y electricidad, que no le iba del todo mal. Podía incluso haber tirado adelante con lo que ganaba. Pero, hace año y medio, comenzaron las extorsiones. Y todo se vino abajo.

El éxodo centroamericano está a punto de cumplir un mes en la carretera. El 14 de octubre, unas 160 personas se dieron cita en la estación de autobuses de San Pedro Sula. Ahora son miles, en cuatro caravanas distintas, que desafían las leyes migratorias mexicanas. La Centroamérica que huye se ha hecho visible.
"Nos fueron poniendo un límite de extorsión que no podíamos pagar", explica Julio César Murcia, para justificar su marcha. En total, cada semana tenía que pagar 5.000 lempiras (182 euros) si no quería ser asesinado.

Esto funciona de la siguiente manera. Viene un tipo al local que van a extorsionar, es decir, el tuyo, y deja un teléfono. Quien atiende en ese momento, es decir, tú, no puedes negarte. Si lo haces, entras en la lista de ejecutables. Solo te queda esperar a que, en algún momento, suene ese maldito teléfono. Alguien te habla. Y te dice cuánto cuesta mantenerse con vida. A Murcia, seguir con vida le costaban 182 euros al mes. Un dineral en un país en el que el salario mínimo está en 8.448 lempiras (307 euros). Si no pagas, te matan. Si te retrasas, te amenazan. Si sigues retrasándote, te matan.

A Julio César Murcia, según relata, le extorsionaba la Mara Salvatrucha (MS-13), junto al Barrio 18, una de las dos pandillas que operan en Honduras, El Salvador, Guatemala, México y Estados Unidos. Sí, el mismo Estados Unidos que criminaliza a los migrantes, refugiados, centroamericanos que huyen. Fue allí donde nacieron lo que ahora conocemos como maras, en el contexto del exilio y la guerra y la migración de los años 80 y 90.

Llegar hasta Tijuana, atravesar, no sabe cómo, la frontera, y trabajar. Eso quiere Julio César Murcia. Trabajar. Trabajar sin que nadie le quite más de la mitad de lo que gana bajo amenaza de coserle a tiros

Tipos como Murcia, que guarda su mochila bajo las rodillas en un autobús de línea en Ciudad de México, han sido señalados por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como "criminales" o "pandilleros". A pesar de ello, el joven no desiste. Dice que quiere cumplir con el "sueño americano". Llegar hasta Tijuana, atravesar, no sabe cómo, la frontera, y trabajar. Eso quiere Murcia. Trabajar. Trabajar sin que nadie le quite más de la mitad de lo que gana bajo amenaza de coserle a tiros.

El hondureño ha escuchado las amenazas de Trump. No es un experto en política norteamericana, pero es consciente de que el inquilino de la Casa Blanca no le quiere ni a él ni a sus compañeros. Sin embargo, sigue adelante, "primero Dios", hacia Estados Unidos. Es un hecho que miles de personas se plantarán en los próximos días en Tijuana. Al otro lado de una frontera terriblemente militarizada, levantada con restos de campañas como las de Vietnam e Irak, habrá más uniformados, y los patrulleros, y todo el entramado legal que intenta levantar el presidente norteamericano.

Tijuana, el camino menos peligroso

Cuando llegue ese momento, cuando cientos, miles de personas, levanten su último campo de refugiados itinerante ante Estados Unidos, no sabemos qué es lo que puede pasar. Pero es momento de empezar a planteárselo. Pierre-Marc René, portavoz de ACNUR en México, dijo hace dos semanas que no querían valorar hipótesis. Han pasado dos semanas y la hipótesis es una realidad. La caravana va a atravesar zonas calientes en México, como Jalisco y Sinaloa, para llegar a Sonora y, posteriormente, a Tijuana.

Han escogido esta ruta porque no quieren arriesgarse a caer en otros territorios mucho más peligrosos como Tamaulipas. En la memoria colectiva están atrocidades como la masacre de San Fernando, perpetrada en 2010 por Los Zetas. Un total de 72 personas fueron ejecutadas. No pagaron a sus secuestradores y se negaron a entrar en el grupo criminal.

Es el camino menos peligroso de una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo

Es el camino menos peligroso de una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo.

La caravana migrante se encuentra en un momento decisivo. En realidad, todos lo son. Nada más decisivo que caminar por la propia supervivencia. El éxodo de los hambrientos cumplirá un mes de caminata en ruta, después de haber permanecido cinco días en Ciudad de México. Más de lo que la mayoría de gente quería y motivo de disputa entre los más ansiosos por seguir hacia adelante y quienes confían en cantos de sirena o un apoyo institucional con el que se amaga pero que nunca llega.

En este caso, recibieron la invitación oficiosa del padre Alejandro Solalinde, un sacerdote e histórico activista por los derechos de los migrantes, para quedarse en el país. Pero ellos no quieren eso. Solalinde dijo que hablaba en nombre del próximo presidente, Andrés Manuel López Obrador, con quien mantiene una relación de amistad, pero este tampoco ha dicho esta boca es mía. Y, en realidad, da igual, porque lo que quieren estos hombres y mujeres y niños exhaustos es seguir caminando y llegar a Estados Unidos, aunque la puerta esté cerrada.

¿Qué puede pasar al otro lado?

Las opciones no son muchas: pueden intentar cruzar de forma irregular, pagando a un coyote. Llegar hasta aquí sin haberse puesto en manos de criminales que ayudan a cruzar el país ya es un éxito, pero muchos tienen familiares en Estados Unidos que están dispuestos a pagar los entre 5.000 y 10.000 dólares que cuesta el traficante de personas. La segunda opción es pedir asilo. La mayoría de estas personas ha sufrido violencia o le han matado a algún ser querido. A pesar de ello, Estados Unidos restringe mucho el acceso al asilo en casos de persecución por pandillas.

Abogados que luchan contra la desinformación

Charlinne De Cruz es abogada, de origen indio, pero con 30 años de experiencia con migrantes y refugiados en Estados Unidos. Cada día, acude al lugar en el que se instala la caravana. Ciudad de México. Querétaro. Irapuato. Llega e intenta explicar qué es lo que puede ocurrir con cada hombre y mujer y niño que intente cruzar la frontera. Explica que, si la atraviesas ilegalmente, serás detenido y deportado. Si vas con tu familia, te separarán de ella. Queda pendiente ver hasta dónde tiene impacto la orden ejecutiva de Trump, que dice que los migrantes sin documentación no pueden solicitar asilo. Esta es una de las alternativas que barajan muchos de los caminantes. Pedir asilo. Pero De Cruz les explica que no es tan fácil. Que deben hacerse a la idea de que pueden pasarse un año encarcelados hasta que el Estado resuelva sobre su caso. Y que hay jueces que tienen hasta un 95% de rechazo en las solicitudes de refugio.

Existe mucha, muchísima desinformación en la caravana. Si se pregunta a la mayoría de centroamericanos exhaustos que forman parte de esta larga travesía, te hablan de Dios para explicar qué es lo que ocurrirá cuando toquen Estados Unidos. Pero Dios no va a abrir el muro, ni paralizar a los 15.000 soldados que Trump anunció que desplegaría, ni neutralizar a los patrulleros (paramilitares) que disparan a migrantes solo por el hecho de serlo. En mayo, la guatemalteca Claudia Patricia Gómez González fue tiroteada por alguno de estos elementos ultras. Nadie ha sido arrestado por el homicidio.

Los caminantes están cada día más cansados. Y ahora toca el tramo más duro del trayecto. El norte de México es, tradicionalmente, menos solidario con los migrantes que el sur, más empobrecido. Esto se nota, por ejemplo, en las personas que prestan su vehículo para que los centroamericanos avancen. Hubo etapas en las que se pudieron hacer 400 kilómetros, como entre Sayula y Puebla. Ahora cuesta hacer 200, porque apenas hay camiones o tráileres que cedan sus espacios a la larga marcha de los hambrientos. A pesar de todo, la caravana avanza. La nueva Bestia se mueve sobre ruedas y, paradójicamente, es escoltada por agentes de la Policía estatal y federal.

Los caminantes están cada día más cansados. Y ahora toca el tramo más duro del trayecto

Es importante recordar algo: toda esta gente son personas que han violado las leyes migratorias mexicanas. Enrique Peña Nieto, el presidente, dijo que cualquiera que cruzase el río Suchiate, el que divide Guatemala de México, sería arrestado y deportado. No fue así. Solo se ha devuelto a quienes cruzaron el puente a pie, creyendo que México tendría algún gesto y les permitiría cruzar. Los que desobedecieron, los que forman parte de esta gran acción de desobediencia masiva a las leyes migratorias, avanzan desde hace un mes y llegarán, seguro a la frontera con Estados Unidos.

Da miedo pensar qué es lo que puede ocurrir. La opción mas factible es que ocurra como con la comunidad haitiana de Tijuana. Hace dos años, cientos, miles de haitianos trataron de llegar a Estados Unidos, ahogados por el hambre y los desastres naturales y todas las tragedias posibles que asolan al país tropical. Ahí se quedaron. En la frontera. Sin poder avanzar. Estados Unidos les cerró la puerta en las narices y ellos siguieron esperando. Es posible que a esta comunidad se le sume otra nueva: la de los centroamericanos.

Esta es una historia épica, heroica, pero es posible que no tenga un final feliz para muchos de sus protagonistas.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias de Internacional