kiev
Actualizado:Ha pasado ya más de un mes desde que Rusia iniciara la primera guerra del siglo XXI en Europa, y también cuatro días desde que los generales de Vladimir Putin dieran por concluida la primera fase de la contienda. Pero el segundo asalto, hasta el momento, se parece demasiado a lo que ha vivido Ucrania en los últimos 34 días.
Los combates no han cesado, continúan los asedios a grandes ciudades, con bombardeos indiscriminados, y los corredores humanitarios para evacuar civiles siguen siendo una lotería en la que muchos perecen presa de los ataques. La ONU ha confirmado más de 1.100 muertos entre la población civil, aunque es evidente, reconoce, que la cifra es muy superior. Hay ya casi 3,9 millones de refugiados y 6,5 millones desplazados de sus hogares hacia otras zonas más seguras del país. Aunque el éxodo, según la ONU, se ha ralentizado en las últimas semanas, casi al mismo tiempo el avance de las tropas rusas. Ucrania ya es un país que ha normalizado la guerra.
Los barrios de las afueras de la capital siguen siendo una diana (errada o no) casi a diario. Aunque ya son pocos los kievitas que se guarecen cuando suenan las sirenas. La ciudad se ha habituado al sorteo de las bombas, han reabierto algunos mercados y bares y los cajeros automáticos vuelven a dar efectivo. La capital ha resistido el primer intento de cerco, pero el Gobierno sigue convencido de que Kiev es una presa que Putin seguirá tratando de cobrarse en el futuro.
Pocos son los que confían en el cambio de estrategia y objetivos que el Kremlin vendió la semana pasada, cuando aseguró que nunca tuvo intención de conquistar Kiev ni otras urbes importantes. En adelante, dijo, se centraría en "liberar" toda la región del Dombás. Es uno de los frentes más oscuros del conflicto, quizás porque allí la guerra ya dura ocho años y porque es el Gobierno de Zelenski quien bombardea las ciudades. Aún así, es el único frente donde los rusos han logrado avanzar de forma constante desde el inicio de la invasión, pero no han sido capaz de doblegar definitivamente la ciudad portuaria de Mariúpol, totalmente devastada por las bombas.
El anuncio de Moscú, esa segunda fase, ha sido interpretada por Kiev como un intento de partir en dos el país, al estilo de Korea. En Occidente quieren verlo como un síntoma de agotamiento. Una rebaja de objetivos tras una eficaz resistencia ucraniana que ha mantenido las principales ciudades, desde Járkov (la segunda ciudad del país, al noreste), hasta Odesa, último puerto en manos de Kiev en el mar Negro.
En el sur, el avance ruso se estancó en Jersón y tuvo que retroceder en Mykolaiv. Mientras que la batalla por Kiev se antoja ahora lejana, después de que el Ejército de Zelenski haya recuperado terreno en localidades del noreste y el oeste. Pequeñas victorias que en Kiev se celebran como grandes gestas, aunque el terreno sigue siendo un confuso frente de batalla en el que los bombardeos siguen arreciando cada día.
Las autoridades ucranianas no ven signos de que las tropas de Putin hayan cejado en su empeño por rodear la capital y creen que está ganando tiempo para reorganizar sus tropas en Bielorrusia para una nueva ofensiva. También lo cree la inteligencia británica, que advierte de Moscú responderá a estos contratiempos con más bombardeos contra ciudades ya cercadas, como Járkov, Chernígov y Mariúpol.
El actual tablero sería adecuado, según varios grupos de expertos, para iniciar de una vez unas rondas de negociaciones creíbles tras dos semanas sin avances. Las delegaciones de ambos países han viajado este lunes a Estambul para mantener de nuevo encuentros presenciales. Sin embargo, este mismo lunes volvían a empañarse antes de empezar. El diario The Wall Street Journal y el portal ruso Bellingcat aseguraban que tres miembros de las delegaciones, entre ellos, el oligarca ruso Román Abramóvich, habrían sido envenenados durante uno de los encuentros a principios de marzo.
Sobre la mesa, una vez más, las mismas posiciones. Moscú quiere Crimea, la independencia de Donetsk y Lugasnk y una Ucrania fuera de la OTAN y sin un Ejército que le haga la más mínima sombra. Kiev está dispuesta a ceder en su neutralidad, pero no firmará nada mientras los soldados rusos sigan en suelo ucraniano.
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