Este artículo se publicó hace 7 años.
El caballo de Troya de la gentrificación en Brasil
Los proyectos de regeneración urbanística renuevan los distritos centrales y persiguen a los pobres
Hay un olor a café latte en São Paulo. Como en Mariahilf o Karmeliter en Vienna, Le Marais y Bastilla en París, o Kreuzberg en Berlín, los barrios anteriormente desolados están atrayendo de nuevo el interés de los promotores inmobiliarios.
El distrito de Santa Cecília en el corazón de São Paulo ejemplifica el proceso de gentrificación. Este barrio céntrico concentraba el poder económico y político hasta la segunda mitad del siglo veinte y ha perdido impulso desde entonces.
Santa Cecilia era un enclave central para la clase trabajadora por los bajos precios de los alquileres- 9 euros por metro cuadrado frente a los 12 o 13 euros de los aledaños Bela Vista y Consolacão. “Era como un pueblo”, dice Mario, el dueño retirado de un restaurante que ha vivido en el barrio desde su infancia.
Esto está a punto de llegar a su fin. Por todas partes en la megaciudad, los precios de los alquileres están ascendiendo incesantemente. En 2010, aumentaron casi un 8%.
Los alquileres baratos y una localización ideal atrajeron a los primeros recién llegados- diseñadores o familias de clase media-a Santa Cecília. Los promotores inmobiliarios también vieron la oportunidad.
Gentrificación a través de la regeneración urbanística
En el corazón de Santa Cecília, la ciudad comenzó un amplio proyecto de regeneración urbanística en 2014, planeado siete años antes, Vale do Anhangabaú. Una investigación de Repórter Brasil, un grupo de periodistas, mostró que, mientras el proyecto de 59 millones de euros fue casi enteramente financiado con fondos públicos, fue dirigido en gran parte por un banco privado, Itáu Unibanco.
El estudio de arquitectura danés recomendado encarecidamente por Itáu Unibanco promociona Vale do Anhangabaú como un proyecto “para el pueblo”. Varias mejoras del espacio público están previstas en el centro histórico de São Paulo. El proyecto también incluye la construcción de 57 tiendas, restaurantes y nares, la construcción de un nuevo centro comercial y un hotel. Merece la pena señalar que las empresas constructoras e inmobiliarias donaron más de la mitad de las contribuciones a los candidatos a las elecciones municipales de 2012 en São Paulo.
La gentrificación no es nueva. Al menos desde los años sesenta, la escalada de los alquileres empuja a los trabajadores y empleados hacia la periferia. Los residentes de rentas altas y educación elevada ocupan su lugar. Con todos sus compromisos de beneficiar al pueblo, los proyectos de regeneración urbanística benefician a los recién llegados. Neil Smith, un geógrafo de la City University de Nueva York, escribió en 2002 que “el atractivo de traer a la gente de vuelta a la ciudad siempre es un llamamiento de interés personal para que los blancos de clase media y media-alta retomen el control de la economía política y cultural y, a la vez, de la geografía de las ciudades más grandes”.
Unos pocos tienen éxito invirtiendo la tendencia de la gentrificación. Tras 15 años de lucha, la asociación Frente de Luta por Moradia (Frente de Lucha por la Vivienda) consiguió que Prestes Maia, un edificio de gran altura okupado por 2000 personas en el centro de la ciudad, fuese convertido por la municipalidad en un complejo de viviendas sociales. En París, proyectos como Clichy-Batignolles, con la mitad de viviendas sociales, busca mantener un población menos adinerada en el corazón de la ciudad. Sin embargo, estos proyectos son demasiado pequeños para contrarrestar el proceso de gentrificación.
(*) Este proyecto ha sido financiado por el programa Journalism Grants del Centro Europeo de Periodismo (ECJ)
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