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Los asesinatos y los asaltos a mano armada se disparan en las ciudades de Estados Unidos en medio de la pandemia

Un estudio revela que los asesinatos han aumentado en las principales ciudades del país un 37% durante la pandemia, y los asaltos a mano armada un 35%.

Más de 60 detenidos en protestas por asesinato de Breonna Taylor en USA
La Policía estadounidense reprime las protestas en las calles de Louisville, en el estado de Kentucky, en el este de Estados Unidos, por la muerte a manos de la Policía de Breonna Taylor, una médico de urgencias asesinada en su propia casa el pasado mes de marzo. (Fuente: Ruptly)

La violencia en las ciudades de Estados Unidos se ha disparado por la pandemia de coronavirus, una situación a la que se ha unido las desigualdades crecientes desde hace años y la rabia social subyacente, que ha estallado por los casos de violencia policial contra las minorías, sobre todo los negros. Así lo revela un informe del Consejo sobre Justicia Penal (Council on Criminal Justice), una organización independiente con sede en Washington DC. Según un estudio de su Comisión Nacional sobre Covid-19 y Justicia Penal, este año "los homicidios y los asaltos a mano armada se han incrementado significativamente. Los primeros, un 37% y los segundos, un 35%". Las ciudades que encabezan esta triste clasificación: Chicago, Milwaukee y Filadelfia, núcleos urbanos que, sobre todo en la primera y tercera ciudad, ya tenían unos elevadísimos índices de criminalidad antes de la pandemia.

La situación en Chicago ha tenido este año momentos de una violencia casi insostenible, como cuando la ciudad padeció casi 40 asesinatos en un solo fin de semana de julio. Ese mes se contabilizaron 107 homicidios, un dato que ha hecho de ese julio el más violento en casi 30 años en la ciudad. De todos modos, que esas tres ciudades encabecen la lista no es extraño: en 2019, de las 30 ciudades más pobladas de Estados Unidos, Filadelfia fue la quinta con la ratio de asesinatos más elevada del país (356 en total; 2,25 por cada 10.000 habitantes) y Chicago, la octava (490 homicidios; 1,81 por cada 10.000 habitantes). Milwaukee, de unos 600.000 habitantes, tuvo 99 homicidios en 2019, un dato que consolidó varios años de bajada (la ciudad de Wisconsin tuvo 145 sólo cuatro años antes, en 2015).

La peor de todas las ciudades el año pasado fue Baltimore, con 348 homicidios (5,78 por cada 10.000 personas). La ciudad de The Wire, de todos modos, vive con unos datos de violencia similares a los de Honduras o El Salvador, y que provocan escenas tristemente surrealistas como cuando el pasado 18 de marzo el alcalde de la ciudad Jack Young dio una rueda de prensa para pedir a sus vecinos que dejaran de matarse para que así pudiera haber más camas libres en los hospitales para los enfermos de la covid-19. "No podemos obstruir nuestros hospitales y sus camas con personas a las que se le dispara sin sentido", dijo Young, que recordó a sus paisanos, por si acaso lo ignoraban, que la ciudad "va a necesitar esas camas para gente infectada con el coronavirus y podría ser tu madre, tu abuela o uno de tus parientes. Ténganlo en cuenta". La cifra de homicidios de 2019 (de nuevo: 348) fue la segunda más alta en la historia de la ciudad y 2020 va a un ritmo similar: en lo que llevamos de año, Baltimore lleva ya 219 asesinatos (en 247 días). No le han hecho caso al alcalde.

Las ciudades que encabezan esta triste clasificación: Chicago, Milwaukee y Filadelfia

Ni siquiera la capital del país, centro de muchas de las protestas del Black Lives Matter y de los despliegues militaristas de Donald Trump, se ha librado de esta tendencia. Trump, imbuido de su espíritu frenético de ¡ley y orden! llegó incluso a llevar al Distrito de Columbia a la 42º División Aerotransportada y varios helicópteros de guerra, entre ellos, un Black Hawk. Todo este despliegue de fuerzas del orden para lidiar con unas protestas eminentemente pacíficas no sirvió de mucho, sino casi al contrario: "Aunque no se pueden extraer conclusiones definitivas de nuestro estudio", explica Rosenfeld, "la mayoría de los homicidios y asaltos a mano armada se producen entre personas que se conocen sobre disputas personales". Es decir, bandas urbanas, asuntos de drogas, etcétera. Así que cuando se realizan despliegues policiales enormes, como sucedió en las protestas del Black Lives Matter, muchas zonas de la ciudad se vacían de agentes policías para llevarlos a los sitios donde se realizan dichas manifestaciones, con lo que las bandas ven el terreno despejado para actuar en sus zonas.

Junto a esto, explica Rosenfeld, la violencia policial indiscriminada ejercida contra las minorías, sobre todo los negros (como los casos de Breonna Taylor, George Floyd, el más reciente de b en Kenosha, Wisconsin, y tantos otros), lleva "a una especie de ira contra la Policía que hace que la gente se tome la justicia por su mano cuando surgen disputas u otros problemas. En otras palabras, la justicia callejera, llamémosla así, sustituye a la aplicación de la ley, y la violencia aumenta". Esas mismas minorías, además, son las que están sufriendo los efectos de la covid-19 (en muertes, en paro, en desabastecimiento, etcétera) en mayor proporción que la población blanca.

Washington, por ejemplo, 2019 cerró con la cifra de homicidios más alta en una década: 163 (en 2012 hubo 88). Con los datos de 2019, Washington fue la cuarta ciudad de Estados Unidos con una ratio mayor de homicidios por cada 10.000 habitantes (2,32) sólo superada por Baltimore, Detroit y Memphis. En lo que llevamos de año, y a pesar de todos los despliegues policiales y militares ordenados por Trump, la capital lleva 129 asesinatos, según un recuento del Washington Post. A este ritmo, el Distrito de Columbia rozará los 200 homicidios y pulverizará la cifra de 2019.

Descenso de los delitos menores

El estudio del Consejo sobre Justicia Penal analiza la evolución de once tipos de delitos en 27 de las ciudades más importantes de Estados Unidos. Compara los datos de las cinco semanas que van desde finales de mayo y junio de este año con el mismo período del año pasado. Casi todos los tipos de delito se han disparado, salvo los robos en viviendas y en comercios, que se han desplomado, aunque esto tiene una explicación evidente: “Los delitos contra la propiedad han disminuido a causa de la pandemia y debido a los confinamientos y a que, en general, en esta situación la gente está más en casa. De este modo, los robos en las viviendas disminuyen porque los ladrones tienden a evitar los hogares ocupados y cuando las tiendas están cerradas, como es lógico, nadie roba en ellas”, explica a Público el autor del informe y profesor de criminología de la Universidad de Missouri, en la ciudad de Saint Louis, Richard Rosenfeld.

Casi todos los tipos de delito se han disparado, salvo los robos en viviendas y en comercios

De hecho, el informe revela que los robos en general se han incrementado un 27% y asegura que "se ha producido un incremento también en la violencia doméstica, aunque el aumento no ha sido significativamente mayor que en años precedentes". Aunque las protestas masivas del Black Lives Matter desatadas a partir del 25 de mayo tras la muerte en Mineápolis de George Floyd, asfixiado bajo la rodilla de un policía, han contribuido a aumentar el malestar social y, por lo tanto, han repercutido en el aumento de la violencia urbana, Rosenfeld asegura en el estudio que, en su opinión, la "condición necesaria" para detener este repunte de la violencia pasa por "la reducción de la pandemia de covid-19". "Por otro lado", añade, "tanto el aumento de la violencia como el malestar social es probable que persistan a menos que se combinen estrategias eficaces de reducción de la violencia con las necesarias reformas de la policía".

Rosenfeld aclara que por reforma policial se refiere a implementar mecanismos eficaces para "responsabilizar a la policía cuando ejerce violencia injustificada, así como trasladar ciertas tareas que la policía realiza actualmente a otros organismos". Es decir, como reclama el movimiento Defund the Police (Desfianciar la Policía), que no todo el enfoque policial sea la acción policial agresiva, mientras que se abandonan las políticas sociales, de integración, de igualdad o de acceso a servicios sociales, comunitarios o sanitarios. Es decir, menos ¡ley y orden!, como exclama Trump todo el tiempo desde su cuenta de Twitter, y un enfoque más holístico. "No estoy de acuerdo con el enfoque del presidente, cuyas declaraciones y decisiones, de hecho, sólo han hecho que una ya mala situación se vuelva todavía peor", concluye. 

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