Este artículo se publicó hace 11 años.
Alemania juzga al expresidente Wulff por un cohecho de 719 euros
Comienza el juicio contra el exmandatario, que dimitió en febrero de 2012 salpicado por diversos escándalos de corrupción
El expresidente alemán Christian Wulff se ha convertido este jueves en el primer jefe de Estado del país que se sienta en el banquillo, acusado de cohecho impropio por aceptar la invitación de un productor de cine que gastó 719 euros para agasajarle en la Oktoberfest de Múnich en 2008. El caso, ocurrido cuando era primer ministro del Land de Baja Sajonia, es el único de los escándalos de corrupción y tráfico de influencias que rodearon la vida de Wulff que ha llegado a juicio.
El proceso comenzó este jueves en la segunda sala penal de la Audiencia Provincial de Hannover, ante cuyas puertas, rodeado de una nube de cámaras de televisión, Wulff volvió a defender su inocencia y su honor. Ese es su principal objetivo y, de hecho, el proceso se inicia porque el ex dirigente político rechazó el ofrecimiento de la fiscalía de no ir a juicio a cambio del pago de una multa de 20.000 euros. "Estoy seguro de que disiparé las últimas sospechas, porque siempre me he comportado correctamente en mi puesto", recaló Wulff.
La fiscalía tardó apenas unos minutos en leer el pliego de la acusación, según el cual existen indicios que demuestran que Wulff se comportó de forma corrupta al aceptar en 2008 que el productor David Groenewold -también procesado- le invitara a la Oktoberfest. El expresidente reconoció ante el tribunal que promocionó un proyecto cinematográfico de su "amigo" ante el presidente de Siemens, pero sin un objetivo espúreo, sólo porque estaba impresionado con la historia que narraba sobre John Rabe, un comerciante y diplomático alemán afiliado al partido nazi. Groenewold, que había financiado la película, no consiguió nada a cambio, sostuvo Wulff, quien prestó declaración a lo largo de tres cuartos de hora.
El político de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Angela Merkel abandonó la Presidencia en febrero del año pasado, acosado por las informaciones sobre presuntas corrupciones que aireaban los medios alemanes. El detonante de su salida, de hecho, no fue el caso que ha comenzado a juzgarse, sino el crédito privado de medio millón de euros que recibió de un amigo empresario, también en 2008, para la compra de una casa.
Fue el popular diario Bild, el de mayor tirada del país, el que publicó el asunto, que podría haberse quedado en una mancha en el expediente de Wulff si no llega a ser por la pésima gestión que hizo del mismo siendo ya presidente, cuando advirtió al director del rotativo -en un mensaje a su correo de voz- de que se atuviera a las consecuencias si desvelaba el caso. De nada valieron sus disculpas públicas y que despidiera a su portavoz. El 16 de febrero de 2012 la fiscalía pidió que se le retirara la inmunidad para investigar diversas denuncias en su contra y al día siguiente Wulff anunció su dimisión.
Eran varios los casos que analizaba entonces el ministerio público, vinculados todos a invitaciones que Wulff y su esposa habrían aceptado del productor de cine Groenewold y de otros empresarios. Un año antes de la susodicha Oktoberfest, los tres habían habían disfrutado de unas vacaciones en la exclusiva isla alemana de Sylt que pagó Groenewold, aunque el presidente ha asegurado que abonó en metálico su parte.
Las vacaciones tuvieron lugar un año después de que el gobierno de la Baja Sajonia, que presidía Wulff, aprobara la concesión de un aval de cuatro millones de euros a una empresa de Groenewold, aunque éste nunca lo hizo efectivo. La Fiscalía desestimó finalmente este caso y tampoco llegó a investigar otro de los escándalos publicados por la prensa, la luna de miel que Wulff y su mujer pasaron en 2008 en la casa italiana de un empresario.
Sólo los 719 euros que Groenewold gastó en pagar una cena y parte de la factura de hotel y el canguro de la familia Wulff en la Oktoberfest de 2008 están en tela de juicio. El caso ha superado en Alemania el ámbito político para adquirir verdaderos tintes de culebrón en los medios alemanes, que, aún tras la dimisión, siguieron paso a paso la vida del matrimonio Wulff, que se divorció definitivamente el pasado enero. "El daño personal que hemos sufrido mi familia y yo permanecerá. Y probablemente durara toda la vida", señaló hoy Wulff ante el tribunal, confiando en que la Justicia sea benévola con él.
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