La Presidencia de la República Francesa anunció ayer oficialmente que los Sarkozy c'est fini. Y escogió para hacerlo un momento curioso: la una y veinte de la tarde, exactamente 20 minutos después del inicio de los informativos de televisión del mediodía y 40 minutos antes de la manifestación en París de los huelguistas que están poniendo en jaque el proyecto de reformas ultraliberales.
Con un sentido de la oportunidad infernal, el Palacio del Elíseo anunció primero 'la separación' de la pareja. Con ello obligó a los directores de los informativos a contorsiones alucinantes. Éstos habían difundido ya, además de la información sobre la huelga, extensos reportajes sobre los rumores de ruptura en el matrimonio. Llegado el comunicado oficial, tuvieron que volver a difundir más Sarkolandia. Nicolas Sarkozy se ganó doble presencia, al principio y al final de los informativos, con el resultado de encapsular la misma huelga que estaba paralizando un país más bien contento de sí mismo.
El segundo comunicado
Por si fuera poco, el Elíseo tuvo que difundir un segundo comunicado unas dos horas después del primero. Esta vez para precisar que donde había dicho 'separación' había que leer 'divorcio' por consentimiento mutuo. Cosa que acarreó aún más presencia de la ex pareja, esta vez en los boletines radiofónicos, los canales televisivos de noticias y los telediarios de la noche.
Un proverbio francés dice que 'le hasard fait bien les choses' (la casualidad hace las cosas bien). Para el principal partido de la oposición, el Partido Socialista francés, el autor del esperpento no es la casualidad, sino el inmenso aparato de comunicación montado en palacio por Sarkozy. 'El Elíseo ha elegido este jueves, día de una fuerte movilización social, para hacer oficial una información que era objeto de rumores desde hace seis días. Los franceses juzgarán si se trata de una simple coincidencia', indican los socialistas en un comunicado.
La oposición destacó que 'el anuncio ha sido hecho desde el Elíseo, símbolo de la función presidencial', cuando, a lo largo de la semana de histeria mediática, la excusa para no hacer comentarios oficiales fue la de que el asunto era estrictamente privado.
Mientras los comunicantes coronaban con sus comunicados los rumores periodístico de semanas, el presidente Sarkozy saltaba a un avión rumbo a la cumbre europea de Lisboa. No pronunció una sola palabra sobre el masivo seguimiento de la protesta contra el plan de recorte de pensiones de jubilación. Sin precedentesEl presidente francés inaugura así una nueva frontera entre vida pública y vida privada, inédita en esta República acostumbrada normalmente a dejar en secreto las cosas del corazoncito y de la cintura para abajo.
Exhibición
Sarkozy ha exhibido con pelos y señales a su mujer cuando ha podido hacerlo, poniendo en escena una relación difícil y un amor auténtico. Su esposa, por su parte, le ha acompañado sin falta en el terreno político, ocupando funciones que van desde jefe de gabinete de su marido en su partido hasta emisaria personal en Libia.
Cuando fue fotografiada con un amante, provocando un revuelo mundial en 2005, el escogido fue el publicitario Richard Attias, que había orquestado la fasta ceremonia de acceso de Sarkozy a la presidencia de la UMP, en noviembre de 2004. Hasta esa infidelidad fue reciclada políticamente por Sarkozy ante las cámaras de televisión. Ahora, en virtud de esa nueva frontera entre vida pública y privada que él ha dibujado, le correspondería explicar como ha podido simular durante meses, de cara al público, una vida de pareja que no existía.
Y esa explicación debería llegar antes de que ocurra lo que muchos se temen y parece inevitable en las semanas venideras: o una nueva sorpresa en la Telenovela Cecilia
Sarkozy, o incluso el lanzamiento de una nueva serie: el señor presidente busca ligue. Toda una pesadilla.
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