bruselas
Actualizado:El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, ha estado de tour por África esta semana. El presidente galo, Emmanuel Macron, visitó el miércoles Camerún. Y la embajadora estadounidense ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, se dirige en los próximos días a Gana y Uganda. El continente africano se ha convertido en un actor involuntario en la guerra por el relato que libran Occidente y Rusia en el marco de la guerra de Ucrania.
"La crisis alimentaria no es producto de las sanciones europeas. El sector agrícola en Rusia no es objetivo de ninguna de ellas. Nuestras medidas restrictivas no prohíben las importaciones de productos agrícolas, fertilizantes o imponen tasas para sus exportaciones", repite con frecuencia Josep Borrell, Alto Representante de Asuntos Exteriores de la UE. La UE acusa directamente a Rusia de "exportar hambre" y de utilizar los alimentos como un arma de guerra y chantaje. Es cierto que no existe ninguna sanción occidental sobre estos productos, pero el contexto de incertidumbre y asfixia a la economía rusa no deja el mejor escenario para que las empresas de este sector u otros permanezcan y continúen operando en el país.
Por su parte, Moscú alega que Occidente es el responsable del bloqueo de trigo en Ucrania y de la consecuente crisis alimentaria. Asegura que Ucrania ha minado sus puertos haciendo muy peligrosa la salida de navíos y que las sanciones europeas están exacerbando una situación humanitaria que hunde sus raíces en la pandemia. En paralelo, también es cierto que Moscú impuso poco antes del inicio de la guerra nuevos impuestos a la exportación de trigo y fertilizantes.
Desde el inicio de la guerra, más de 20 millones de toneladas de cereales y fertilizantes han quedado cautivas en suelo ucraniano
Ahora, todas las partes intentan extender su discurso en África, un continente muy perjudicado por la guerra. Los precios históricos que anotan los alimentos, los fertilizantes, la energía y los combustibles en todas las partes del globo están teniendo un efecto muy punzante en esta zona del mundo. La mayoría de países norteafricanos son extremadamente dependientes de los cereales y fertilizantes que exportan Ucrania y Rusia, a la cabeza global de producción de estos productos. Desde el inicio de la guerra, más de 20 millones de toneladas han quedado cautivas en suelo ucraniano amenazando con agudizar hambrunas extremas en el Sahel y provocar éxodos migratorios a gran escala hacia el sur de Europa.
La semana pasada, Moscú y Kiev alcanzaron un acuerdo –bajo la mediación de la ONU y de Turquía- para desbloquear el grano. Este viernes se ha producido la salida del primer navío del puerto de Chornomorks, en el sur del país. A pesar de ello, la batalla mediática, por el relato, ya está librando un nuevo frente fuera de las fronteras europeas.
La mayoría de europeos aplauden el papel de la Unión Europea en la guerra de Ucrania. Pero esta mirada no refleja una situación armonizada en el resto del globo. En otras latitudes, como en América Latina, Asia o África, las intenciones benévolas del proyecto europeo están puestas en duda. En estos territorios está ganando influencia el discurso de que Bruselas no es un árbitro neutral en el actual conflicto, sino un revulsivo más para la escalada a través del envío de armas a Ucrania.
Veto a RT y Sputnik
Con el objetivo de contrarrestar lo que Bruselas define como la "maquinaria propagandista del Kremlin", la UE ha prohibido en los 27 Estados miembros la emisión de de Russia Today o Sputnik News. Esta misma semana, la Justicia europea respaldaba esta decisión desestimando un recurso que la primera cadena impuso en un juzgado de Francia. La corte de Luxemburgo asegura que se trata de una medida tomada en "situación de urgencia" y aduce que no pone en cuestión "la libertad de expresión". Pero mientras están silenciados en la UE, los canales, acusados en la capital comunitaria de propagar desinformación, tienen un creciente impacto en países extracomunitarios. El servicio español de RT es muy fuerte en América Latina; y el francés, en suelo africano.
Los países africanos no han secundado las sanciones occidentales contra Rusia
El viaje de Lavrov a Egipto, Congo, Uganda y Etiopía tiene de trastienda hacer de altavoz a la narrativa del Kremlin. Seducir y convencer en un terreno que le es favorable. Los países africanos no han secundado las sanciones occidentales contra Rusia. Y 25 de los 54 Estados africanos se abstuvieron en la votación de marzo de la Asamblea General de la ONU que condenó la invasión rusa a Ucrania. "A pesar de la gran presión, nuestros amigos no han sucumbido a las sanciones anti-rusas. Este camino independiente merece un gran respeto", escribía el jefe de la diplomacia rusa en una editorial publicada en los cuatro países visitantes.
Su mensaje llevaba ya meses con una buena acogida en el continente vecino. "Pedimos la suspensión de las sanciones contra los cereales (...) Subrayamos las históricas y sólidas relaciones fraternales entre Rusia y África y expresamos el ferviente deseo del continente de compromiso y diálogo para permitir un acuerdo negociado en interés de la paz y la estabilidad mundiales", aseguraba hace unas semanas el portavoz del presidente de la Unión Africana Moussa Faki, unas palabras que no gustaron en el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE).
Perder los corazones y las mentes de África
La creciente presencia rusa en África está ocupando ya una página importante de los asuntos que más preocupan en la capital comunitaria en el encuadre geopolítico. El grupo Wagner, de mercenarios rusos, está cada vez más presente en el continente. Mientras que lo contrario ocurre con la contraparte europea. Francia, por ejemplo, ha abandonado recientemente su misión en Mali.
En esta lucha por ganar influencia en África, la UE teme estar perdiendo. Por ello, sus esfuerzos pasan por devolver el golpe en la guerra del relato. El propio Borrell envió recientemente una carta a todos los países africanos para explicar que las sanciones europeas no son responsables de la situación actual. Ya en la pandemia del coronavirus, Bruselas culpabilizaba a Moscú de extender sus tentáculos "desinformadores" ofreciendo su vacuna Sputnik. "La realidad es que nadie en Rusia quería ponérsela", aseguraba esta semana Eric Mamer, portavoz de la Comisión Europea.
Buena cuenta del nerviosismo creciente en Bruselas se percibe a través de un documento interno que el portal Devex publicó recientemente en exclusiva. El texto enviado desde la delegación de la UE ante la Unión Africana reconoce que "la UE está perdiendo la batalla de los corazones y las mentes en África en lo referido a la guerra".
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