Este artículo se publicó hace 14 años.
Un acuerdo que no es rentable para Andalucía
Los pescadores andaluces tienen casi la mitad de las licencias del convenio
Un portavoz de la Junta de Andalucía responde que no va "a dar ni un dato". Ni siquiera están dispuestos a confirmar el número de licencias que se repartió la flota pesquera andaluza tras la firma del acuerdo con Marruecos que expira en febrero de 2011. Pero es cierto que fue la que más licencias obtuvo en el reparto de permisos de pesca: 44 del centenar de las destinadas para España. Y dentro de los andaluces, los pescadores barbateños, con una veintena, se llevaron la parte del león. Le sigue Algeciras con una docena, y el resto se reparte entre Tarifa, Conil, y La Línea en Cádiz, y Roquetas en Almería, Motril en Granada y Huelva.
No son licencias para faenar en los caladeros saharauis, sino para pesca artesanal en las aguas marroquíes del Estrecho y para artes de cerco en la zona atlántica norte. "Nos dieron la zona que los marroquíes no querían porque hay poca pesca, nosotros queremos pescar donde ellos, más al sur", se queja José Manuel Martínez, patrón mayor de la Cofradía de Barbate, y él mismo armador con tres barcos con licencia para cerco en Marruecos.
Consecuencia: "Mantenemos las licencias por si acaso, pero no vamos porque no nos sale a cuenta". Así, a lo largo del año, de la veintena de barcos de la flota de cerco que podría acudir a los bancos marroquíes sólo una media de cinco lo hacen. Cada licencia les cuesta una media de 5.000 euros al trimestre (varía según el tamaño del pesquero), y pagan aunque no la usen por si acaso vienen mal dadas en su otra zona de pesca, el Golfo de Cádiz: "Si tuviéramos que escoger entre un caladero y otro, nadie pagaría las licencias, y lo peor es que ellos reciben el dinero igual", sentencia el patrón mayor de Barbate.
No sólo hay poca pesca, es que además el acuerdo les obliga a vender el 50% de las capturas en los puertos marroquíes, y allí, dice Martínez, les pagan "mal, no hay seguridad de cobro, y en los puertos no hay infraestructuras ni son seguros". Es lo mismo que, asegura, le ocurre a la flota canaria y a los atuneros, que son los que sí tienen licencia para pescar en aguas saharauis: "El primer año se compraron todas las licencias, pero después se abandonaron", explica, por las dificultades que encontraron a la hora de ponerlas en práctica y que provocan, dice Martínez, que "las licencias no salgan a cuenta". Es el descontento con el acuerdo pesquero con Marruecos.
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