José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy trasladaron ayer su pulso a Catalunya, que vive el último sprint de una campaña en la que se juegan mucho pese a no ser candidatos y que muy probablemente llevará al convergente Artur Mas a la Presidencia de la Generalitat.
El PSC y el PP celebraron ayer sus actos centrales con la movilización de sus pesos pesados en la política española con la esperanza de que, esta vez sí, logren algo que convocatoria tras convocatoria se revela imposible: el apoyo en las autonómicas de los miles de catalanes que sólo les respaldan en las generales.
El líder del PSOE dice que CiU nunca mejorará el modelo de financiación
Para ello, el PSC hizo la primera gran demostración de fuerza de toda la campaña y reunió a 20.000 personas, según los organizadores, en el Palau Sant Jordi, que hoy espera llenar también CiU. Y sacó, mezclados entre imágenes de Gladiator, al sancta sanctórum del socialismo que ha triunfado en todas las generales en Catalunya: Felipe González, Carme Chacón, José Luis Rodríguez Zapatero y el propio José Montilla, claro, que como cabeza de lista de las generales de 2004 logró el 41,6% en su circunscripción de Barcelona, más del doble que CiU.
Zapatero ya ni se molestó en competir con CiU y ni siquiera tomó en serio su exigencia de concierto económico. Tras felicitar a Montilla por el nuevo modelo de financiación autonómica, dijo: 'CiU nunca mejorará este modelo'.
El PP, que ha hecho una campaña muy parecida a la del PSC centrada en Barcelona y en movilizar a sus votantes de las generales hizo también un acto central parecido, más modesto: agrupó a 4.000 personas en L'Hospitalet para vitorear a Mariano Rajoy.
El PSC reúne a 20.000 personas en su acto central; el PP, a 4.000
En las autonómicas de 2006, el PSC rozó los 800.000 votos, y en las generales de dos años después cosechó más del doble: 1,7 millones. Lo mismo le sucede al PP: en las autonómicas logró 316.000 votos y en las generales, 610.000. En el resto de partidos parlamentarios CiU, ERC, ICV-EUiA, Ciudadanos pasa lo contrario: suman más votos en las autonómicas que en las generales.
Para el PSC y el PP, el ejercicio podría parecer, pues, una especie de ecuación chupada: si lograran movilizar a estos electores diferenciales, que les votan en las generales pero no en las autonómicas, sus resultados el domingo serían magníficos. Pero la ecuación tiene un problema gordísimo: en realidad, ya lo han intentado en las ocho elecciones autonómicas que se han celebrado desde 1980. Y nunca lo han conseguido.
La situación es hoy más difícil que nunca para intentarlo porque los líderes españoles están tan hundidos en los sondeos que más bien se corre el peligro de arrastrar a la baja a sus candidatos. Según el último Publiscopio, la valoración de Montilla supera la de Zapatero en Catalunya (4,7 frente a 3,9) y la de Alicia Sánchez-Camacho es mejor que la de Rajoy (3,1 frente a 2,9), un fenómeno insólito.
Pese a que la imagen de Zapatero está tocada, su valoración catalana sigue siendo superior a la que tiene en el resto de España, donde se queda en el 3,4. En cambio, las cifras de Rajoy son dramáticas en la comunidad que ya se decantó en favor de Zapatero las generales de 2004 y 2008.
El líder conservador, que impulsó el recurso contra el Estatut ante el Constitucional, tiene aquí una valoración peor a la de los seis candidatos con representación en el Parlament e incluso queda por debajo de los jefes de dos nuevos proyectos a los que los sondeos no dan escaño: Joan Carretero, de Reagrupament, y Antonio Robles, de UPyD.
Pese a todos los antecedentes y a la contundencia de los sondeos, tanto el PSC como el PP hicieron girar sus demostraciones de fuerza de ayer alrededor de sus respectivos referentes de ámbito español. La clave está en que ambos partidos marchan mal en las encuestas y han destinado todos sus esfuerzos a tratar de movilizar al menos al núcleo duro de sus votantes, el más afín a los líderes de Madrid.
Los socialistas se arriesgan a cosechar el peor resultado de la historia y los conservadores buscan evitar un retroceso que dejaría en mala posición a Rajoy en su objetivo de que Catalunya sea su trampolín a la Moncloa. El PP, además, debe lidiar con la competencia de UPyD, la xenófoba Plataforma per Catalunya, Alternativa de Govern y el ímpetu de Ciutadans.
Rodríguez Zapatero y Rajoy intentaron ayer seducir a todos los catalanes. Pero esta vez, más que nunca, sobre todo a sus catalanes.
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