'No puedo sino creer en una política exterior que sea prioritaria para la acción de todo el Gobierno y que reciba el permanente impulso de su presidente'. En junio de este año, José Luis Rodríguez Zapatero, reelegido al frente del Ejecutivo hacía poco más de tres meses, lanzaba en el Museo del Prado este mensaje tanto a los españoles que iba a gobernar como a aquéllos que habían sido elegidos para mover la maquinaria del Ejecutivo en los próximos cuatro años.
La política exterior, que en la primera legislatura parecía estar en un segundo plano de las prioridades del Gobierno por mensaje, agenda y equipo, ha pasado en nueve meses a convertirse en uno de los pilares del Ejecutivo. En primer lugar, por el equipo, un núcleo duro constituido en Moncloa a imagen y semejanza del presidente con personas de su absoluta confianza y dedicadas en cuerpo y alma a su proyección exterior. En segundo lugar, por el mensaje: a España, un país mediano, pero estratégica y económicamente decisivo, le toca empezar a tener su propio papel en el mundo en el marco de la UE, la OTAN y la ONU, con sus especificidades y aportaciones, ni más ni menos. Se trata de tener un rol propio y singular con una sola imagen: el presidente del Gobierno.
Zapatero emprendió en marzo de 2008 dos aventuras. Una conllevaba la otra. Su segundo mandato en el Gobierno, por un lado, y su primera aventura (real) como líder de España en el mundo, por otro. 'En ocasiones confesó el jefe del Ejecutivo al equipo elegido en abril para llevarle la política internacional, me subía a los aviones sin saber muy bien cuál era el fin último de los viajes'. Y reivindicó a sus nuevos colaboradores, capitaneados por el secretario general de la Presidencia, Bernardino León, un exhaustivo ejercicio de planificación tanto en los objetivos como en la agenda.
El resultado es patente: Zapatero ha recorrido en estos nueve meses casi un tercio de los kilómetros que hizo en la primera legislatura. Y no se trata sólo de la inesperada asistencia del jefe del Ejecutivo a la cumbre del G-20 a Washington el pasado 15 de noviembre, en la que sumó más de trece mil kilómetros. Un ejemplo: desde que el PSOE llegó a La Moncloa hasta las elecciones del 9-M, el presidente del Gobierno conoció a siete de los veintisiete líderes de la Unión Europea. En los nueve meses que van de marzo a noviembre de 2008, ha conocido a cinco más, con lo que suma doce.
Sin embargo, y puesto que España asume la presidencia de la UE en enero de 2010, Zapatero tendrá que dedicar este mes de diciembre y todo 2009 a realizar, al menos, una toma de contacto personal con los 14 líderes europeos restantes. Y no es lo único previsto en su agenda.
Moncloa ya tiene preparada la agenda del presidente del Gobierno para lo que resta de año y todo el 2009. Cuenta, en principio, con dos o tres citas cruciales, además de una o dos visitas a las tropas españoles desplegadas en el exterior, bien en Líbano o Afganistán. La primera gran cita será el Consejo Europeo de invierno, que se celebrará los días 11 y 12 de diciembre en Bruselas. La segunda, la Reunión de Alto Nivel (RAN) con Marruecos, que este año será en Madrid el 16 de diciembre. Además, cabe la posibilidad de que España y Francia celebren en diciembre la Cumbre Antiterrorista anunciada por el ministro del Interior tras la detención de Txeroki, aunque ésta podría posponerse hasta enero debido a los compromisos del país vecino en la recta final de la presidencia francesa de la UE, que termina el 1 de enero de 2009, y que dará el relevo a la República Checa.
El año que viene es, sin duda, decisivo para la consolidación de España al lado de los tradicionales grandes países europeos (Francia, Alemania, Reino Unido e Italia), por el impulso soterrado que todos ellos deberán dar a las presidencias checa y sueca en 2009 para que no decaiga el ímpetu francés del último semestre de 2008.
Pero 2009 es también un año de gran importancia para diseñar las características de la silla que ocupará España en el panorama político mundial. Porque es el año de la segunda reunión del G-20, bajo presidencia del Reino Unido, el máximo apoyo de España; de la primera toma de contacto con la Administración de Barack Obama, gracias a la visita prevista por el vicepresidente demócrata Joe Biden inmediatamente después del 20 de enero; del 60º aniversario de la OTAN en Estrasburgo, con Obama al frente de la Administración estadounidense; y de las elecciones europeas, que preceden a la presidencia de turno española de la UE en 2010.
También será el año de sus primeras giras asiática y africana; y de su primera visita a Oriente Próximo, que, según fuentes de Presidencia, no se descarta hacer en dos fases enero y febrero, por ejemplo ante la imposibilidad de haberla llevado a cabo en 2008 fruto de los compromisos internacionales que supuso para nuestro país la crisis financiera mundial así como el hecho de que Israel estuviera en período electoral. Sin olvidar a Rusia, un país que, en el actual proceso de redefinición del mapa de la seguridad y la geopolítica, aspira a ser actor principal: Zapatero podría recibir a Dmtri Medvèdev, el presidente ruso, en marzo, durante la visita de éste a España los días 3 y 4.
El líder del Ejecutivo está seguro de que acudirá el 2 de abril a Londres a la reunión del G-20, pues su primer apoyo para que estuviera en la cumbre de Washington, Gordon Brown, es el presidente de turno de este grupo, que tiene todas las papeletas de ser refundado en esa cita ya con un sitio definitivo para España.
Holanda también acudirá, aseguran en Moncloa, y es posible que lo haga algún país africano más, como Egipto o Marruecos, ante la escasa representación el pasado 15 de noviembre del continente vecino (sólo acudió Sudáfrica como miembro del G-20).
Ahí tendremos la primera foto de Rodríguez Zapatero con Obama, que ya será inquilino de la Casa Blanca a todos los efectos. Además, los colaboradores del presidente español están convencidos de que habrá una primera visita del socialista a la Casa Blanca, o viceversa, en 2009, además del previsible encuentro en Estrasburgo durante la cumbre de la OTAN.
Zapatero y Obama tienen que hablar, entre otras cosas, del tema de Cuba, en el que el Gobierno español guarda un protagonismo creciente. El Ejecutivo está dispuesto a compartir esa primacía con quien apoye sus tesis de diálogo y savoir faire. Y el nuevo presidente estadounidense fue muy claro con el español cuando conversaron por teléfono el pasado 7 de noviembre: 'Necesito que hablemos de Cuba; me interesa mucho la opinión de España'. Lo que sí quiere José Luis Rodríguez Zapatero es ir a la isla en 2009, y va a hacer todo lo posible para lograrlo.
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