Comunicadores llamando a la insurrección desde sus micrófonos; ciudadanos cabreados en la calle reventando actos y exigiendo la dimisión del presidente la quintaesencia de todos los males y de la traición a la nación; inquina a los políticos amigos que han vendido sus principios, consignas de ley y orden, patria y tradición... Y una líder con gran apoyo mediático, experiencia de gestión regional y ganas de enarbolar todas estas banderas en la política nacional.
¿El Tea Party en EEUU o sectores del Partido Popular en España? Tras el coqueteo, el pasado jueves en TVE, de Esperanza Aguirre con este movimiento de fuerte componente ultra, la descripción ya sirve para ambos.
Aguirre acaba de saltar al ruedo, pero los sectores mediáticos, activistas y políticos que la presidenta madrileña ha ayudado a crecer y que le son más próximos, llevan tiempo reivindicando el modelo que ahora sacude y asusta a EEUU. El Tea Party español ya está en el PP, para desesperación de los moderados. Y Aguirrehace mucho que lo riega.
Todos los expertos consultados politólogos, sociólogos, políticos coinciden en que la traslación mecánica del Tea Party a España es imposible: tanto por la tradición política como por el sistema electoral.Pero el Tea Party es también un lobby que aspira a endurecer la política del Partido Republicano y echar a Obama a toda costa, organizado en red y con un fuerte componente populista y antiestablishment, pese a que lo impulsan líderes con responsabilidad de gobierno. Es en este sentido que la réplica ya ha llegado a sectores del PP descontentos con la supuesta moderación de su líder, Mariano Rajoy.
La mayoría de expertos descarta que el fenómeno acabe en escisión
No es sólo la izquierda quien lo advierte la socialista Elena Valenciano ha bautizado la adaptación española como carajillo party, sino que la reivindicación parte de los propios sectores vinculados al PP o que le son muy próximos. Con matices: desde los que abiertamente asumen el credo hasta los que lo ven con simpatía pero subrayan que no tiene nada que ver con España.
Entre los primeros está todo el universo mediático y de agitación articulado en torno al Grupo Intereconomía y a Libertad Digital, muy próximos a Aguirre y al principal think-tank neocon de la órbita del PP: el Grupo de Estudios Estratégicos (Gees).
Entre los segundos, la constelación que gravita alrededor de José María Aznar consejero de NewsCorp, propietario de Fox, el canal que en EEUU ha alimentado al Tea Party y su Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES).
Y en medio, una explosión de fundaciones Juan de Mariana, Concordia, etc., webs y plataformas de agitación Hazte Oír, Red de Clases Medias que se mueven entre unos y otros. Con muchos vasos comunicantes: el principal referente del Gees, Rafael Bardají, dirige también la política internacional de FAES.
La posición oficial del instituto presidido por Aznar es de simpatía ante el Tea Party, aunque subrayando que la experiencia es inaplicable a España, como explica a Público su secretario general, Jaime García-Legaz: 'Es un fenómeno muy vinculado a las raíces históricas de EEUU, una nación fuerte y con arraigada noción de libertad'. Y añade: 'Aquí hay mucha confusión: de ninguna manera puede considerarse ni de extrema derecha ni xenófobo'.
La visión de García-Legaz coincide a grandes rasgos con la que expresó la propia Aguirre cuando mostró sus simpatías por el Tea Party sintetizándolo como 'menos impuestos, menos intervención del Gobierno y más nación'.
La traslación mecánica a España es imposible, pero hay similitudes
Pero el potaje del Tea Party es mucho más e incluye ingredientes tan extremos (ver página 6) que el coqueteo de Aguirre pone los pelos de punta a dirigentes del mismo PP como Pilar del Castillo, eurodiputada y ex directora del CIS, y Gustavo de Arístegui, diputado y quizá el mejor experto en EEUU dentro del PP.
'Aguirre está en las antípodas de lo que representa el Tea Party. Aguirre es liberal y el Tea Party es esencialmente un movimiento muy conservador que no tiene nada que ver con ella', opina Del Castillo.
Arístegui es aún más rotundo: 'El Tea Party hace mucho daño sobre todo a los conservadores porque se les identifica a todos con esos dislates', sostiene el diputado. Y añade: 'Es un movimiento popular, pero aquí no se analiza bien qué dice y qué representa'.
El Tea Party es tan variopinto que no es raro que dirigentes del PP tengan visiones tan antagónicas. Pese al terremoto que ha provocado en EEUU, hasta los expertos de The New York Times son aún incapaces de definirlo con precisión.
La semana pasada, el historiador Alan Brinkley empezaba así su reseña en el rotativo neoyorquino: 'Intentar describir las ideas del Tea Party es como un hombre ciego tratando de describir un elefante. El movimiento, como el elefante, existe. Pero nadie, ni siquiera los miembros del Tea Party, parecen capaces de abarcarlo completamente'.
Brinkley concluye que el programa del Tea Party es 'la simple enumeración de objetivos que coinciden con los defendidos por los republicanos en los últimos 25 años'.
'El Tea Party hace mucho daño sobre todo a los conservadores'
Algo parecido sucede en España, incluso en los grupos más vociferantes de la constelación Tea Party, como Intereconomía. Lo explica el eurodiputado del PP Alejo Vidal-Quadras, muy vinculado al grupo desde su origen: 'El éxito de Intereconomía demuestra que hay un sector amplio de la sociedad que quiere una regeneración profunda que gire en torno a ciertos puntos: reforzar la identidad nacional, autoridad, ley y orden, control de la inmigración, derrota de ETA sin negociación, valores familiares, educación más homogénea y exigente y afrontar la crisis moral'.
Vidal-Quadras subraya que estos ya son los postulados del PP, pero que 'parte de su electorado ve sus políticas demasiado pragmáticas y blandas'. 'Algunos desean encontrar un instrumento que dé salida a estas demandas y se frustran porque creen que los dos grandes partidos se limitan a administrar el statu quo', apunta.
'En cambio, Intereconomía sí defiende estos postulados con firmeza y sin complejos', añade Vidal-Quadras, quien admite que él mismo es referente de estos sectores 'en ebullición', 'junto con Jaime Mayor Oreja y Esperanza Aguirre'.
'El neopopulismo tiene signos muy diversos, pero uno de los elementos centrales es el papel clave de los medios de comunicación', subraya Félix Ortega, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense y experto en populismos.
El reparto de la TDT en Madrid estuvo férreamente controlado por la mano derecha de Aguirre
'Tanto en EEUU, con la Fox, como aquí, con Intereconomía y su alianza con Jiménez Losantos, son los medios, más que los partidos, sus aglutinantes', añade Ortega, que en enero publicará La política mediatizada (Alianza). 'Aguirre es su figura: es populista y les ha dado altavoces gracias a la TDT', afirma.
El reparto de la TDT en Madrid estuvo férreamente controlado por la mano derecha de Aguirre, Ignacio González, a través de su hombre de confianza, Ildefonso de Miguel. Y el corrimiento mediático resultante hacia la derecha ha sido espectacular, hasta el punto de que las cadenas vinculadas a los sectores conservadores tradicionales, como Vocento o Planeta, parecen ahora progresistas ante la irrupción de Veo7 (de Unidad Editorial, que edita El Mundo), Intereconomía, Libertad Digital y Popular TV, entre otras. Tras concluir el proceso, De Miguel fichó por Intereconomía.
¿Amenaza el Tea Party español y su poder mediático la unidad del PP? Según Félix Ortega, en línea con la ex directora del CIS, Belén Barreiro, y otros expertos consultados, no: 'Es muy improbable que el PP se desgaje por la derecha; es un fenómeno más en clave interna para condicionar al PP que un germen de partidos nuevos de extrema derecha', afirma Ortega.
Pero para el historiador Xavier Casals, autor de un blog sobre populismos (xaviercasals.wordpress.com), 'a día de hoy, no se puede descartar nada'. Todo dependerá, opina, de dos factores: 'Si en noviembre el ultra Josep Anglada logra representación en el Parlamento catalán y el PP tropieza en 2012, se darían las condiciones para exportar a España el populismo antimusulmán de Anglada'.
Intereconomía ofrece ahora ventanas a Anglada
Este mundo ultra que aspira a rivalizar con el PP también acaba conectando con Intereconomía mediante colaboradores como Enrique de Diego, editor del libro de Anglada, y héroes de la casa como Miguel Bernard, de Manos Limpias, y Jesús Neira, que apoyaron a Anglada en su reciente puesta de largo en Madrid.
Intereconomía, propiedad de un político de raza como Julio Ariza -ex lugarteniente de Vidal-Quadras- siempre ha sido fiel al PP. Pero en línea con el Tea Party, que tiene un pie dentro y otro fuera del Partido Republicano, amaga permanentemente con respaldar a rivales más a la derecha del partido como una vía extra para presionar a su dirección.
Intereconomía ofrece ahora ventanas a Anglada. Y en las elecciones europeas de 2009 fue el propio Ariza quien fabricó la coalición Libertas, que unió contranatura al multimillonario ultra irlandés Declan Ganley con Ciudadanos, en una lista que encabezó Miguel Durán y que se quedó en el 0,15% de los votos.
Matt Brown, directivo del Center for American Progress, think-tank estadounidense próximo a los demócratas, advierte 'a los imitadores europeos' que el Tea Party se ha vuelto incontrolable para sus propios creadores: 'Los republicanos lo alimentaron, pero han perdido el control. Crearon a Frankenstein y ahora no saben cómo lidiar con él'. D
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