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Perfil Valls, el diputado fantasma que aterriza en Barcelona en busca de una nueva oportunidad

Consciente de que la opinión pública francesa le da ya por enterrado, el diputado galo fijó un nuevo objetivo más allá de los Pirineos: ser el próximo alcalde de Barcelona. Y es que el político lleva hasta las últimas el mantra liberal que dice aquello de “cada fracaso es una nueva oportunidad”. ¿Será esta la suya?

El exprimer ministro francés Manuel Valls en un coloquio en Córdoba, el pasado 21 de septiembre. EFE /Rafa Alcaide

Decía Manuel Valls (Barcelona, 1962) que los fracasos políticos son oportunidades para reinventarse. Y sobre este particular, el político francés, sabe de lo que se habla. Apartado del Partido Socialista francés (PS) tras perder las primarias en junio de 2017, se quiso incorporar al partido del liberal Emmanuel Macron como parte del equipo. Aunque el partido del actual presidente francés, La República en Marcha, rechazó en un principio incluirlo en sus filas, Valls finalmente se unió a ese grupo parlamentario como diputado afiliado, situación que le permite disfrutar de ciertas ventajas logísticas y administrativas.

Situado siempre en el sector más conservador del socialismo francés, fue discípulo del ex primer ministro Michel Rocard. Valls se hizo cargo del Ministerio del Interior, entre 2012 y 2014. En esos dos años, explotó las posturas más conservadoras en el PS, con un claro discurso antinmigración: asoció a la minoría gitana con “la mendicidad y la delincuencia", y llegó a afirmar que la “única solución son los desmantelamientos de campamentos y las expulsiones”.

El que fuera presidente francés aquellos años, François Hollande desbordado y cada vez más débil en las encuestas, le nombró primer ministro en 2014, cargo que ostentó hasta finales de 2016 y gracias al cual aprobó – decretazo mediante - una muy criticada reforma laboral que desencadenó numerosas manifestaciones en el país galo. 

Paradójicamente, tras dimitir de este cargo y presentar su candidatura a las primarias del PS, Valls afirmó: “Francia necesita a la izquierda para combatir a Le Pen”, pero la izquierda a la que apelaba lo veía más como enemigo que como aliado desde hacía ya muchos años y fue derrotado por Benoît Hamon (pese a ser un candidato mucho más ‘desconocido’).

Consciente de que la opinión pública francesa le da ya por enterrado, Valls fijó un nuevo objetivo más allá de las fronteras galas: ser el próximo alcalde de Barcelona. Y es que el político lleva hasta las últimas el mantra liberal que dice aquello de “cada fracaso es una nueva oportunidad”. ¿Será esta la suya?

El caso Dibrani: volem acollir?

En 2013, cuando todavía era Ministro del Interior, Leonarda Dibrani, una chica gitana de 15 años fue detenida por la policía mientras se dirigía con el autobús escolar a una excursión y posteriormente deportada a Kosovo junto a sus padres y hermanos. Esta expulsión originó muchas críticas por parte de sus colegas de partido y aunque Hollande intentó disipar la polémica y anunció que Dibrani podía volver a Francia (eso sí, sin su familia), Valls no reculó: "Nada me hará cambiar de rumbo".

Cabe preguntarse cómo influirá esta política de deportaciones en la ciudadanía barcelonesa, muy movilizada en campañas a favor de los refugiados y que han hecho del “volem acollir” (queremos acoger) una máxima que es palpable no solo en la ciudad condal, también a nivel nacional, ya que, según datos del Eurobarómetro publicado en junio, el 83% de los españoles encuestados está a favor de que España ayude a los refugiados. 

Sus principales (y contradictorios) apoyos

Valls ha anunciado su candidatura a la alcaldía de Barcelona este martes. Pero lejos de querer encabezar la lista de un partido (recordemos la oferta de Ciudadanos), Valls ha configurado un equipo propio -que cuenta con antiguos colaboradores de Maragall, como Xavier Roig, que funcionan a golpe de talonario -y concurrirá a las elecciones con una plataforma propia, con incorporaciones que difícilmente habría conseguido una candidatura del partido naranja.

El ex primer ministro francés Manuel Valls con el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, en una manifestación de Sociedad Civil Catalana en Barcelona en marzo de 2018. AFP/Pau Barrena

El ex primer ministro francés Manuel Valls con el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, en una manifestación de Sociedad Civil Catalana en Barcelona en marzo de 2018. AFP/Pau Barrena

La cabeza visible de C’s en el Parlament de Catalunya, Inés Arrimadas, ha defendido este lunes, tras la reunión de la Ejecutiva Permanente del partido, la propuesta de Valls. Arrimadas ha recordado que la situación política en Catalunya exige un "ejercicio de generosidad" por parte de "todos y ha afirmado que van a "encontrar la mejor forma de ganar al separatismo y al populismo" en la capital catalana.

Resulta, cuanto menos, curioso (y oportuno), este cambio de discurso, puesto que, durante su IV Asamblea, el líder de la formación, Albert Rivera, se opuso tácitamente a esta fórmula (de confluencias) y declaró, orgulloso, no “sumar a cualquier precio”. “Nosotros queríamos ser la tercera fuerza municipal de España con nuestras siglas, con nuestros valores y con nuestros equipos”, dijo en aquella ocasión. ¿Ahora sí le salen las cuentas?

El diputado fantasma

¿Y cómo se está financiando la campaña Valls? Parece que hay ciertos intereses empresariales en la candidatura del exministro francés. El diario Elnacional.cat  publicó, a finales del año pasado, un mail escrito por el secretario general del Círculo de Empresarios, Jesús Sáinz Muñoz, solicitando a varias compañías del Ibex 35 financiación para “cubrir los gastos asociados” a actos de la gira anti-independentista de Manuel Valls. La intención de Sáinz y sus socios no es otra que “aprovechar la estancia de Manuel Valls (…) para que sus declaraciones tengan un amplio eco en los medios de comunicación (…) particularmente en Catalunya”.

El canal de televisión France 2, interesado por las numerosas actividades de Valls en España, acudió, recientemente, a una conferencia que el ex primer ministro impartió en Pamplona frente a unas 350 personas. Al ser interpelado por el periodista del medio sobre la financiación de su gira, Valls eludió, hasta en dos ocasiones, su pregunta.

Si bien no sabemos a ciencia la respuesta, Farida Amrani, candidata del partido izquierdista La Francia Insumisa (LFI) que perdió con un escaso margen contra Valls en las legislativas de 2017, sostiene que el político francés utiliza el sueldo de diputado para financiar su campaña. Por ese motivo, Amrani ha puesto en marcha una iniciativa online respaldada ya por más de 20.000 personas contra el que, denominan, el “diputado fantasma” y le instan a abandonar el cargo “por cuestión de ética” y de respeto a las instituciones y a los ciudadanos.

El ex primer ministro francés Manuel Valls, en su escaño, en una sesión de la Asamblea Francesa, en París, el pasado junio. AFP/Christophe Archambault

El ex primer ministro francés Manuel Valls, en su escaño, en una sesión de la Asamblea Francesa, en París, el pasado junio. AFP/Christophe Archambault

En Francia se le reprocha que la construcción de una nueva carrera política fuera de las fronteras nacionales haya ido acompañada en los últimos meses de frecuentes ausencias en la cámara de diputados. Desde el verano, según el diario Le Figaro, el ex primer ministro ha cortado vínculos con sus apoyos en Francia y acorde a la información publicada por France 2, el todavía diputado ha asistido a un total de 24 sesiones (de las 99 celebradas), al mismo tiempo que se registraron 23 apariciones públicas en España.

A Valls, la política francesa se lo ha dado (y quitado) casi todo. Ahora quiere probar suerte en la ciudad que le vio nacer. ¿Será el candidato que el bloque constitucionalista ha estado esperando? ¿Logrará unir al voto de Ciudadanos, PP y PSC? ¿Los electores castigaran su papel en la reforma laboral francesa y no olvidaran sus declaraciones racistas? ¿Saldrá también de España por la puerta pequeña? En unos meses, la respuesta.

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