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Mas rebaja los peros de CiU a la financiación ante su soledad

Montilla acusa de 'tramposos' a los nacionalistas y al PP de atizar la catalanofobia

FERRAN CASAS

Ante el pánico que en una formación de ADN pactista como CiU produce la soledad Artur Mas optó este viernes por suavizar el no al acuerdo de financiación suscrito entre el Govern de Montilla y el Estado. El jefe de la oposición no reculó en que el pacto no se ajusta al Estatut y pidió que el Parlament tuviera, en el pleno monográfico sobre el acuerdo, 'un gesto de dignidad'.

Después de oír como, en los últimos días, el ahora cohesionado tripartito llamaba a CiU al consenso, Mas se ofreció. Pero lo hizo con una oferta envenenada que, obviamente, la izquierda deshechó. El nacionalista ofreció acordar una resolución juzgando 'respetable' el sí al pacto por las 'necesidades derivadas de la difícil situación financiera del Govern'. Pero en ella se dejaba también claro el 'incumplimiento explícito' del Estatut.

El tono de Mas, que lamentó que se incumpla un 'contrato' [el Estatut] que él redactó con Zapatero, no era ajeno al visto bueno de las principales patronales y sindicatos al acuerdo, tal y como le recordaron de forma machacona PSC, ERC e ICV. Sólo se resisten aún al sí, sometidas a una gran presión en uno y otro sentido, el Círculo de Economía y Cecot.

Montilla quizás no esperaba que el líder de CiU se moderara (Mas admitió, contrariamente a lo que hace unos días hacían altos dirigentes de CDC como Felip Puig o Quico Homs, que el acuerdo contiene 'mejoras significativas') y por eso leyó un discurso preparado para reprenderle con dureza. Después de tildarle de 'tramposo' afirmó que no acudía 'a pedir perdón' por un acuerdo que, según él, se ajusta al Estatut y puede permitir dejar atrás la 'deriva derrotista' de los últimos tiempos.

El debate fue reiterativo y donde uno veía burlada la ordinalidad el otro interpretaba diferente el Estatut. Las lecturas sobre la ponderación de la inmigración eran también antagónicas.

Mas se apoyó en un artículo de hace un año de Miquel Iceta para sostener que el tripartito había reculado ante Zapatero. Burlón, el portavoz del PSC le agradeció la cita en lo que definió como 'el pasaje más brillante de su intervención' pero prefirió otro más reciente sobre la 'incomodidad' de CiU.

Joan Puigcercós, uno de los protagonistas del acuerdo de financiación, destacó el pragamatismo de una ERC instalada 'en el mientrastanto'. Es decir, en seguir avanzando en el marco autonómico mientras no llegan el concierto o la independencia. Apuntó que será necesario hacer valer el acuerdo en Madrid y que si no da más de sí es por un Estatut que recortaron el PSOE y CiU con el asentimiento de PSC e ICV.

Montilla trató, como no podía ser de otra manera, con guante blanco a sus socios. En cambio, y como ya es habitual, Daniel Sirera, del PP, fue zarandeado. Le acusó de 'cómplice' de dirigentes del PP que atian la 'catalanofobia'.

 

En otoño una vez que PSC, ERC e ICV habían celebrado congresos convenieron que era necesario revisar su pacto. Lo hicieron en Navidad. ERC e ICV querían que, cuando llegara dinero de la financiación, que parecía inminente gracias a las promesas de Zapatero, fuera a políticas sociales. Al PSC le tentaba reducir déficit.

El tripartito plasmó este viernes de nuevo sus objetivos en una resolución. Apuestan por subsidiar a las personas que se queden sin paro pero se estén formando, ampliar las políticas de alquiler y asegurar la cobertura de las becas comedor. También se comprometen a desplegar con más ambición la Ley de Dependencia y la cartera de Servicios Sociales.Pero también velerán por el 'rigor presupuestario' y situar el déficit en parámetros de 'estabilidad financiera'.

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