El reto de Puigcercós (Ripoll, 1966) no es de los fáciles bajitos y que se dejan. El líder de ERC aspira a tomar el relevo de Carod como tercer hombre. A ser quien, de entrada, determine mayorías entre CiU y PSC a la espera de que la centralidad se confunda con su programa político. Cierta capacidad la acredita.
En los últimos 20 años ha sido el chef de ERC, primero en las JERC y después como responsable de coordinación interna, secretario general y, desde hace 15 meses, presidente. En 1992 fue diputado en el Parlament pero su figura pública no se agrandaría hasta que fue a Madrid. De 2000 y 2004 hizo oposición dura y corrosiva a Aznar desde el único escaño de ERC, y de 2004 a 2006, al frente de 8 diputados, aprendió, creció y escarmentó pactando con Zapatero.
Las polémicas de Carod le consolidaron como político fiable y nada frívolo. Cuando ERC empezó a caer, los suyos le forzaron a volver de conseller de Gobernación, y después, a salir del Govern y sacar de la presidencia del partido a Carodhasta ser cabeza de cartel.
Más provisto de aptitudes que de actitudes, Puigcercós afronta el reto sin ampliar mucho su equipo de siempre (Xavier Vendrell y Josep Vall). Lo tendrá difícil, a tenor de las encuestas adversas para ERC, que tiene un año para capitalizar el crecimiento del independentismo social y su acción de gobierno, más eficaz y visible que con Maragall.
A buen seguro que su carácter emprendedor, atrevido y campechano le ayudará en el intento de revertir la situación de una ERC desanimada y cuyos cuadros parecen metabolizar ya no sólo la salida del Govern sino un batacazo histórico. Él lleva un año jugando fuerte, a todo o nada. Si fracasa en 2010 su carrera se irá al traste, pero si sobrevive se llevará todos los laureles y poderes en ERC, más, con Carretero fuera y Carod y los críticos de Uriel Bertran casiextinguidos.
El gran error que deberá enmendar Puigcercós atribuible también a Carod es fijar en su día una expectativa imposible en temas como el autogobierno, los peajes o poner coto a los poderosos. El 15% de votos da para lo que da (hay victorias ideológicas notables) pero ello no impide que prolifere, engordado por una CDC que ve en ERC el punto débil del tripartito, lo que el politólogo Ferran Sàez definió como el 'independentismo mágico', irritado, tremendista, ansioso y hasta pueril, que es caldo de cultivo para Reagrupament.
Aún hay partido pero el tiempo apremia para ERC.
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