Pasó de despedidas gloriosas. Pasó de lágrimas. Pasó de mensajes rimbombantes. Pasó de reprimendas feroces. Pasó. Es lo que quería. Porque, en el fondo, Francisco Frutos ya está de vuelta de todo.
Ayer se dirigió a los suyos por última vez. Ayer abandonó el cargo que ha ocupado durante once años, el de secretario general del Partido Comunista de España. Ayer dio comienzo en Madrid el XVIII Congreso y ayer se cerró oficialmente una etapa convulsa en la historia del PCE. Y Frutos no quiso quemar más cartuchos. No hizo sangre con la gestión de su rival en los últimos años, Gaspar Llamazares. Pero sí se marchó con una admonición a sus compañeros: no caben veleidades con el PSOE. Ellos, los socialistas, son otra cosa, vino a expresar. Son los que tienen un 'lenguaje trucado', dijo, como lo están demostrando en esta crisis.
'Tenemos poco que ver con la clase progre. Tenemos que ver con la gente que cree en el socialismo o en una democracia de fuerte contenido social', proclamó. Algo más: el PCE se reconoce 'con los que hicieron' las huelgas generales del 14 de diciembre de 1988, contra Felipe González, y del 20 de junio de 2002, contra José María Aznar, 'con los que se han movilizado contra la guerra y por la paz, contra la explotación de pueblos y personas, con los que se han movilizado por un empleo y una vida digna, en las fábricas, el campo y la Universidad. No tenemos nada que ver -remachó- con el lenguaje trucado de los que, hablando de solidaridad, convierten la lucha de clases en un acto de caridad'. Es decir, el PCE tiene su perfil. Y ha de defenderlo contra todos.
Sacar la cara por él, incluso, ante los que se sitúan próximos a él. Porque Frutos también tiró de las orejas a los 300 intelectuales y sindicalistas que la semana pasada presentaron un manifiesto en el que instaban al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a buscar una salida a la crisis 'por la izquierda'. Un acto al que asistió Cayo Lara, coordinador federal de IU, al que tenía allí, delante de él, en el salón de actos del Auditorio Marcelino Camacho de Madrid. Frutos también tenía en sus narices a otro de los que suscribieron el texto, Ignacio Fernández Toxo, líder de CCOO.
El secretario general saliente del PCE les sugirió que firmen otro manifiesto 'contra la crisis capitalista' en el que pidan la 'movilización de la sociedad'. Y que firmen otro texto en el que 'exijan a Zapatero que exija al amigo yanqui, [Barack] Obama, a que acabe con el bloqueo a Cuba, que diga a Israel que se acabó el saqueo, que Palestina sea un Estado libre y soberano'.
Fue prácticamente su única salida del guión. En sus 50 minutos de intervención ante el plenario, Frutos se limitó a leer el informe de gestión que los 552 delegados tenían reproducido en sus carpetas y que el mes pasado había defendido ante el Comité Federal. Por eso pareció un discurso sin brillo, sin chispa, que los propios asistentes aplaudían pocas veces y con desgana.
El balance político ya consignaba las 'resistencias' que todavía hay en IU 'a avanzar en un camino nítido de izquierdas', en clara referencia a los gasparistas. Con Lara se siente satisfecho. De hecho, lo defendió frente a los que ven el lenguaje del coordinador 'inoportuno y primitivo'.
Sólo afloró la emoción en el último minuto. Y fue tibia. 'Termina una etapa para mí. Ha sido un honor ser secretario general del PCE, más en un momento duro y difícil. Hemos mantenido los principios, ideas y valores. Tenemos problemas, pero los superaremos. Que el congreso sea un aldabonazo para avanzar en este camino'. Fueron las últimas palabras de Frutos. Sin lágrimas. Tras ellas, la ovación del plenario. El PCE se despedía de él. Y de una etapa con claroscuros.
Después, cada una de las federaciones del PCE subió a la tarima para poner pegas (o no) al informe de Frutos. Tras ellas, el secretario general se defendió de las críticas. A los que veían timorata la redacción del balance, les dijo: 'Si hubiéramos hecho una autocrítica fuerte [a los miembros gasparistas de IU], seguramente hubiese sido peor. Falta autocrítica, pero lo he hecho para no zaherirnos más entre nosotros. Queríamos que en este congreso se situaran los elementos positivos en primer plano'. Y a los que percibían demasiadas salidas de tono, les recordó que fueron los cercanos a Llamazares, y el propio ex coordinador, los que 'se autoexpulsaron del partido', al dejar de participar en el Comité Federal, el máximo órgano de dirección del partido, poco después del XVII Congreso, el de 2005. No los purgó la dirección del PCE, explicó.
Al final, Frutos insistió en que IU y su coordinador, Lara, tienen de plazo hasta la Asamblea de Refundación, prevista para la primavera de 2010, para solucionar los conflictos existentes en Asturias, Extremadura y Salamanca. 'No permitiremos que los camaradas estén fuera de ningún sitio. Tomaremos medidas para que los comunistas no estén fuera de ninguna institución'.
Pasadas las 23.45, los delegados votaron el informe de gestión del secretario general. Como se esperaba, recabó el respaldo abrumador del 84,26% del voto emitido. En total, 364 delegados votaron que sí, 14 votaron que no (un 3,24%) y 54 se abstuvieron (un 12,5%). Participaron, por tanto, 432 compromisarios. Se ausentaron 120.
El descontento hacia Frutos se canalizó casi exclusivamente a través de la abstención, y no con el voto en contra. Tal y como se esperaba. Nadie quiso aguar la despedida del que ha sido líder del PCE desde 1998.
-Con Frutos se marcha su escudero, Felipe Alcaraz, el presidente ejecutivo. Intervino antes que el secretario general. Y lo hizo con un discurso también de lucha contra la “fortísima crisis del capitalismo”. “O se controla el mercado o no hay forma humana de salir de la crisis por la izquierda”. Para ello, hace falta un “rearme ideológico”, un “PCE fuerte para una IU fuerte”. Se ha probado inútil la “lógica de debilitar al PCE para recomponer IU”, refiriéndose al sector gasparista.
-Alcaraz previno a los suyos de la fortaleza de la derecha. “Ya hay brotes azul falange”, dijo, vista la polvareda que levantó quien “osó pisar el jardín del franquismo”, el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón. Asimismo, el presidente saliente avisó del peligro de la corrupción, que puede hacer de España otro 'balneario de Berlusconi'.
-Tras Frutos, Julio Anguita. Al ex líder de IU se le encargó en el anterior congreso coordinar la redacción de un nuevo manifiesto-programa que actualizase las tesis de Marx. El PCE no lo ha logrado. “No busquemos culpables. Todos somos chivos expiatorios”.
-Entre los invitados, Cayo Lara (IU), Ignacio Fernández Toxo (CCOO), el ex líder de UGT Nicolás Redondo, y el histórico Marcos Ana.También acudieron delegaciones de partidos comunistas de todo el mundo (China, Vietnam, Cuba, Chequia, Eslovaquia, Francia, Alemania, Chile, Chipre, Austria, Bolivia, Grecia, Reino Unido, India, Irak, Kurdistán, Guinea Ecuatorial, Colombia...).
-Antes de las intervenciones, se proyectó un PowerPoint en el que se encadenaban imágenes históricas del PCE. Se incluyó a Dolores Ibárruri, Pasionaria. Y se escondió, de forma muy ostensible, a Santiago Carrillo, secretario general del partido desde 1960 a 1982. Apenas salió en una de las instantáneas. 'Apareció, apareció, pero lo justo', comentaba uno de los miembros de la cúpula saliente.
-Fue elegida presidenta del XVIII Congreso Marga Sanz, la rival de Llamazares en las primarias de IU en 2007 y actual secretaria general del PCE valenciano y coordinadora general de Esquerra Unida del País Valencià. Será una de las personas fuertes del nuevo equipo que conforme el próximo líder, el cordobés José Luis Centella.
-El plenario aplaudió con ganas la carta que envió al congreso Marcelino Camacho, ex secretario general de CCOO, que aunque fue invitado no pudo acudir por su estado de salud. 'La libertad y la paz son imprescindibles. También la igualdad. Josefina [su mujer] y yo os mandamos un fuerte abrazo. Saludos, camaradas', dejó escrito en la misiva que leyó Marga Sanz.
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