MADRID
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La candidata de Más Madrid a las elecciones autonómicas del próximo 4 de mayo, Mónica García (Madrid, 1974), llega eufórica a la redacción de Público. "Ya queda menos", sostiene antes de sentarse en la silla para ser entrevistada. Asegura que afronta el tramo final de campaña con "bastante ilusión y bastante fuerza". Pese a las encuestas, que auguran una victoria del PP con la suma de Vox, Mónica García defiende que "todo está abierto". En ese sentido, afirma que la manera de hacer política de Más Madrid, esto es, "hablar de lo que realmente le duele las tripas a los madrileños y madrileñas, incluso en los momentos de máximo ruido y máxima confrontación", está "empujando al bloque progresista". Por ello, pide seguir remando en estos días restantes para dar un vuelco al marcador electoral.
La candidata, que ha compaginado su actividad en la Asamblea con su trabajo como médica en el Hospital 12 de Octubre, destaca que tanto Más Madrid como PSOE y Unidas Podemos tienen que estar "orgullosos de la campaña de 'fair play'" que están llevando a cabo, "un anhelo" para el votante progresista. Por ello, confía en que a partir del 4 de mayo haya "un gobierno Botánico a la madrileña", similar al de la Comunitat Valenciana.
Afea que el expresidente de EEUU Donald Trump "tiene una gran sucursal en la señora Ayuso". Asimismo, se muestra muy crítica con la "corrupción sanitaria e institucional" del PP. "26 años de gobierno del PP han hecho que utilicen las instituciones desde el minuto uno como si fueran su propio cortijo". Con todo, desmonta la expresión tan utilizada por Ayuso de "vivir a la madrileña" y lanza una OPA sobre este modelo de vida: "Podemos convertirnos en una comunidad puntera, en algo más que no sean pelotazos y turismo de borrachera".
¿Cómo afronta este tramo final de la campaña?
Lo afronto con bastante ilusión y bastante fuerza, la verdad. Creo que todo el trabajo que hemos hecho, que no es un trabajo solo de campaña sino que llevamos haciendo desde hace dos años, de aterrizar la política a los malestares y anhelos cotidianos de la gente, pues creo que está dando sus frutos. Este ADN que tenemos en Más Madrid de hablar de lo que realmente le duele las tripas a los madrileños y madrileñas, incluso en los momentos de máximo ruido y máxima confrontación, creo que son los que han reconciliado a mucha gente con la política.
A lo largo de las últimas semanas, desde que se convocaron las elecciones hasta ahora, la campaña ha dado varios giros hasta acabar en los que estamos viendo estos días. ¿Se imaginaban esta intensidad?
No, claramente. El tema de las amenazas es gravísimo y tenemos que hacer una reflexión de cómo hemos llegado como sociedad a esta situación. Insisto que, desde Más Madrid, hemos intentado aterrizar toda la política y toda la campaña en cuándo te van a coger cita en tu centro de salud, cuándo tus mayores van a tener unas condiciones dignas para pasar sus últimos años, cuándo nuestros niños van a tener unas ratios en sus colegios o vamos a dejar de ser la segunda región que más segrega de toda la OCDE. Hemos intentado aterrizar y echar raíces en las políticas que realmente es a las que nos presentamos. Una de las cosas que más me llama la atención es que, dentro de ese ruido, en estos 15 días no he oído ni una sola propuesta de Rocío Monasterio ni de Isabel Díaz Ayuso, que son las que se retroalimentan de este ruido.
En cuanto a la campaña de la ultraderecha, esta estrategia de provocación no es nueva. Sí que es cierto que, la actitud bronca, basada en insultos y mentiras, de Vox, liderado por Rocío Monasterio, ha provocado que no se hayan celebrado más debates. ¿Cómo afecta esto a la democracia?
La ultraderecha se alimenta del ruido y la confrontación, de esta política de odio, de poner en el disparadero a los niños y niñas no acompañados, a las mujeres, al colectivo LGTBI... Y, básicamente, es porque le tienen un pavor a hablar de política. Es una forma de antipolítica que también comparte la señora Ayuso, de hablar en abstracto de ideas que solo tienen ellos en la cabeza. Es el odio y la intolerancia de Vox lo que ha intentado marcar la campaña, y creo que en algunos momentos puntuales, la ha marcado, pero después de una pandemia, estamos un poco hartos de este circo de provocación y nos apetece que la política hable de nuestras cosas, de las cosas cotidianas.
La mayoría de las encuestas dan una mayoría al PP con la suma de Vox. Sin embargo, tanto el CIS de principios de abril como el de la semana pasada, otorga un empate técnico entre ambos bloques. ¿Qué traducción hace Más Madrid de las encuestas?
Es verdad que los resultados son dispares. Yo creo que hay dos traducciones. Uno, que está todo muy abierto y, si somos capaces de movilizar el voto decente y progresista de aquella gente que no se ha sentido durante estos años identificada con la política porque ha considerado que hay un divorcio entre la política y sus problemas reales; y si conseguimos que toda la gente se movilice y vote el 4 de mayo sabiendo que en ese voto va su centro de salud, el cuidado de sus mayores, las aulas, las oportunidades o la desigualdad, todavía le podemos dar un vuelco.
Segundo, desde Más Madrid hemos hecho la misma campaña que llevamos haciendo desde el principio de nuestra existencia y que al final esta manera de hacer política está empujando al bloque progresista, y la que está haciendo que seamos fuerzas separadas, pero que seamos fuerzas sinérgicas y tengamos un objetivo muy claro.
Más Madrid ha tenido un crecimiento exponencial. ¿Le preocupa que vuestro ascenso sea a costa de votantes de otras formaciones de izquierda y que al final no se logre movilizar al electorado progresista que tradicionalmente se queda en casa?
Creo que las tres fuerzas progresistas tenemos que sentirnos orgullosas de la campaña que estamos haciendo, de la campaña de fair play, en la que siendo fuerzas diferentes tenemos un objetivo común y que, en vez de mirarnos a los lados, estemos mirando un objetivo unitario, que es que la señora Ayuso no revalide y, por supuesto, que no lo haga de la mano de la ultraderecha. Esto es un anhelo que el votante progresista, muy crítico con muchas de las políticas que hemos llevado a cabo, lo agradece y va a ser un revulsivo para una hoja de ruta para que sigamos como fuerzas hermanas trabajando en lo común y con este objetivo de cambiar y tener un gobierno decente el próximo 4 de mayo.
Según Correos, la solicitud del voto por correo se ha incrementado casi un 43% (235.696 peticiones) con respecto a las elecciones de 2019. ¿Confía en que haya una alta participación pese a que el día de las elecciones es un día laborable?
Ayuso ha hecho una convocatoria electoral con todas las trabas para ejercer el derecho a la participación democrática. Ponerlas en un día laborable, pero que sea no lectivo, con lo cual, tenemos un triple obstáculo: la pandemia, un día que tenemos que trabajar y un día que tenemos a los niños y niñas en casa. Prácticamente, Ayuso no confía en que la participación sea beneficiosa para su proyecto. Nosotros, todo lo contrario, tenemos que animar a la participación.
Tenemos la herramienta más poderosa de la democracia, que es que, todos aquellos que más necesitan de la política, una política que les ha abandonado porque 26 años del PP abandonando sectores y lugares de la Comunidad de Madrid pasan factura, pero que necesitan de la política para llegar a fin de mes, para asegurar sus oportunidades, para que su ascensor social no dependa del dinero de sus padres, en fin, para toda esta gente que necesita salir de esta crisis, pues vea en esa urna una oportunidad de cambio.
Usted ha compaginado su actividad en la Asamblea con su trabajo como médica en el Hospital 12 de Octubre, incluso en los peores meses de pandemia. ¿Cómo lo ha conseguido? Porque además, usted defiende y practica algo tan básico y necesario como la conciliación.
Sí [sonríe] porque básicamente me la creo. Se pueden compaginar y conciliar el área profesional, el área política y, por supuesto, el área familiar. El día da para las tres cosas si somos capaces de organizarnos. No solamente que seamos capaces de organizarnos las mujeres (en esto tenemos muchas lecciones aprendidas), sino como sociedad. Podemos hacer los mismos contrapesos y equilibrios para que todos podamos conciliar. Yo siempre hablo de la conciliación como un derecho mutuo. No solamente es de los padres y las madres, ni solamente es de los hijos e hijas que van a cuidar de sus mayores, sino que es un derecho tanto de los niños y de las niñas como de sus mayores. Es un derecho social a que tengamos derecho al tiempo, que no sea solamente una vida para trabajar y que casi nos dejemos la vida en el trabajo.
En esto, nosotros hemos propuesto una medida que creo que hay que poner encima de la mesa en pleno siglo XXI con la tecnologización que tenemos, que es la jornada laboral de 32 horas y que creo que viene a abrir el debate de cómo estamos trabajando, cómo es nuestro estilo de vida y si podemos ir a un estilo de vida más saludable.
Según los sondeos, usted es una de las candidatas mejores valoradas (de hecho, el CIS de la semana pasada le situó en la segunda posición, por debajo de Ángel Gabilondo), pero al mismo tiempo, arrancó la campaña siendo la candidata menos conocida. ¿Le ha beneficiado esta condición teniendo en cuenta que ya se habla del 'efecto Mónica García'?
[Sonríe]. Yo hablaría más y, además, en esto quiero recalcar la admiración que tengo al equipo y a los compañeros. En Más Madrid tenemos un equipazo, tenemos gente con vocación, con ganas de trabajar, rigurosa y, me atrevería a decir más un efecto Más Madrid que tiene que ver con nuestra manera de hacer política, de creernos que venimos a hacer la nueva política y que eso se ha traducido y cristalizado en hablar de las cosas cotidianas, no dejarnos mucho que el foco se nos disperse, pese a todos los intentos, y de seguir nuestra hoja de ruta que nos marcamos hace dos años.
Una cosa hay clara, usted ha sido la cara más visible de la oposición a lo que usted define como "desgobierno" de Ayuso. ¿Han echado de menos la unidad del bloque progresista para encarar a la presidenta regional? ¿Cree que desde la oposición se ha subestimado a Ayuso porque era una desconocida cuando ganó las elecciones de 2019?
Hay dos cosas. Más Madrid hemos sido los que le hemos hecho un oposición más contundente a Ayuso porque considerábamos que el drama, ya no sólo de la pandemia, sino el drama político y social en el que nos ahonda el PP cada año que gobierna, pues merecía una contundencia y una oposición firme. Además, hemos sido propositivos, con ideas que hemos plasmado en la Asamblea y para mejorar.
También, creo que cualquiera que haya seguido la Asamblea ha podido ver cómo hemos podido trabajar perfectamente las tres fuerzas y, de alguna manera, ya hemos iniciado esto que se ha visto en la campaña: somos capaces de ser fuerzas políticas diferentes, pero que trabajamos al unísono por una causa común, y esto hay que resaltarlo. Lo llevábamos haciendo en la Asamblea desde hace dos años, ha cristalizado en esta campaña y estoy convencida de que a partir del 4 de mayo podremos hacer un gobierno Botánico a la madrileña, como lo llamamos nosotros.
La legislatura comenzó con el escándalo de Avalmadrid y desde entonces, han sido varias las noticias que han salpicado directamente a Ayuso, como el departamento de lujo, las adjudicaciones a dedo en contratos del Zendal o los numerosos contratos sanitarios a uno de los fundadores de la empresa de la presidenta y hasta a la empresa de su hermano. Sin embargo, estas noticias han tenido poco foco mediático, ¿a qué puede deberse? ¿Crees que los madrileños son conscientes de estas noticias?
Pues yo tengo una cierta sensación de que ya hemos condonado la corrupción. El PP nos lleva sirviendo corrupción desde el principio, desde hace casi dos décadas. Yo, que he sido muy crítica y he ido a la Fiscalía a denunciar la corrupción sanitaria, creo que seguimos teniendo un problema de corrupción institucional. Mi sensación es que, no sé si por hastío o por hablar tanto de la corrupción, ya lo hemos normalizado. Y esto me preocupa, ya que es uno de los grandes problemas.
Hoy [este miércoles] hablábamos con la copresidenta del partido verde europeo y nos hablaba que sus líneas, aparte de ser las políticas verdes, tienen que ver con luchar contra la corrupción, con todo aquello que la corrupción acaba mermando nuestra capacidad como sociedad y nuestras instituciones. A lo largo de la pandemia, hemos visto cómo el modus operandi del PP ha sido exactamente el mismo: contratos a dedo, contratos millonarios, contratos con los sospechosos habituales de la corrupción de la Sanidad, despilfarro... Esto tan dañino para nuestra democracia y para nuestras instituciones que desde Madrid siempre hemos estado muy centrados en la corrupción.
Sin embargo, Ayuso marca en muchas ocasiones el ritmo de la agenda diaria por sus polémicas declaraciones. A tenor de lo que dicen las encuestas (doblaría los resultados que obtuvo en 2019), parece que la estrategia le ha funcionado. ¿Vale todo en política?
Espero que no. La estrategia trumpista tiene las patas cortas, pero es verdad que una vez que Donald Trump ha desaparecido del escenario político, tiene una gran sucursal en la señora Ayuso. Basar la política en el insulto, en la confrontación, en la falta de datos reales y de medidas deteriora el escenario político y nuestra sociedad. Al final, esta idealización de una política de show, y basada en una estrategia propagandística y de clickbait nos deteriora como sociedad.
Y luego, claro, 26 años de gobierno del PP pues han hecho que utilicen las instituciones desde el minuto uno como si fueran su propio cortijo, que creen una red clientelar que llega a las capas más profundas de nuestras instituciones y nuestra sociedad, y bueno, es importante y fundamental romper con esta dinámica política de la Comunidad de Madrid que nos lleva lastrando tantos años.
Estas elecciones, por el perfil de la mayoría de los candidatos y por ser la comunidad que es, están repercutiendo y repercutirán en el futuro político de los próximos tiempos. Incluso, en muchas ocasiones ha dado la sensación de que estamos ante unas elecciones generales. ¿Le preocupa que los problemas y soluciones para las madrileños hayan pasado a un segundo plano?
[Asiente] Claro, me preocupa porque ese uso de la Comunidad de Madrid como una moneda de cambio para otro tipo de estrategias políticas, ya sea confrontar con el Gobierno central o usar a los madrileños como rehenes de unos anhelos políticos que van más allá de las propias fronteras de la Comunidad de Madrid, pues es preocupante porque insisto, todavía no conozco cuáles son las propuestas de Ayuso para la Sanidad pública, aparte de irse a hacerse fotos con maniquís y de irse a inaugurar maquetas. No conocemos cuáles son sus propuestas. Las conocemos en vivo, en crudo, que ha sido durante una pandemia desmantelar y deconstruir todavía más nuestro sistema sanitario público.
Tampoco conocemos cuáles son sus propuestas en materia de educación. Conocemos su propaganda incumplida y, en este sentido, los madrileños están huérfanos de gobierno y de que alguien se preocupe por Madrid. Desde Más Madrid reivindicamos que somos una fuerza netamente madrileña, que nos debemos para y por los madrileños, y que defendemos los intereses de los madrileños sin ser ningún tipo de moneda de cambio política de ningún otro sitio fuera de nuestras fronteras.
A lo largo de estos días han ido anunciado medidas a corto y largo plazo. ¿Qué es lo que más urge para la Comunidad de Madrid?
Urgen muchas cosas. Cuando me reúno con asociaciones y colectivos me doy cuenta del potencial que tenemos y de lo que podríamos hacer en esta comunidad. Al final hay un tapón que se llama Partido Popular y que se llama políticas neoliberales que hacen que no seamos capaces de desarrollarnos. En todo caso, hay una medida que es fundamental y que es la primera que tenemos que poner orden: la vacunación. Dejar de utilizar la vacunación como una medida de propaganda y utilizar para lo que es, para proteger la salud de los madrileños.
También, tenemos que abordar con seriedad el problema de la desigualdad. No puede ser que seamos la comunidad más rica y la más desigual, donde las diferencias entre los que más tienen y los que menos tienen cada vez se agrandan más. Tenemos que abordar, por supuesto, todos aquellos problemas que son estructurales de nuestra comunidad y que nos lastran como sociedad, como son la vivienda, el empleo y el tema de la educación. Somos la segunda región que más segrega de la OCDE, después de Turquía, lo cual hace que tengamos muros entre nuestro propios chavales para que crezcan y se desarrollen sin ver lo que realmente hay más allá de los muros de su condición socioeconómica. Está todo por hacer y, por eso, además, en esta legislatura corta, tenemos que empezar a poner las primeras piedras y hacer los primeros cambios que realmente giren a la Comunidad de Madrid hacia otros ejes.
Su compañero Íñigo Errejón, en el Congreso, y luego usted, en la Asamblea y en la campaña, han hablado sobre problemas que están ahí, pero de los que nunca se hablan, como es la salud mental. ¿Qué propuestas tienen para hacer frente a este realidad?
Es curioso porque cuando salió el tema de la salud mental, cuando aquel diputado del PP le dijo de forma despectiva a Errejón "vete al médico", como si fuera una cosa vergonzante, empezó a aflorar toda la gente que a lo largo de su vida había tenido algún problema, había tenido alguna necesidad de acudir a algún profesional, o se había sentido vulnerable. Creo que durante la pandemia se ha socializado esta vulnerabilidad y todos nos hemos visto en un momento de incertidumbre y de angustia que lo hemos tenido que afrontar como hemos podido. Nos hemos dado cuenta de que nos estamos olvidando de lo más importante: la salud, en general, y la salud mental.
La propuesta que tenemos, obviamente dentro de un plan al que hemos llamado Vete al médico por esta circunstancia, tiene que ver con duplicar los psiquiatras, triplicar los psicólogos, que la lista de espera se reduzca a diez días, que la enfermería de salud mental sea valorada (ya que es una especialidad en sí misma y aquí en la Comunidad de Madrid no se tiene en cuenta), y que se sigan haciendo esas redes de apoyo porque el tratamiento de la salud mental no puede ir desenganchado de los problemas sociales, de lo que se llaman los determinantes sociales de la salud. Antes, cuando apareció la red de salud mental, existía una red muy rica y muy tupida entre la sanidad, la educación y las políticas sociales. Un centro de salud mental podía tener contacto con los tutores de un instituto y, a la vez, con los recursos de políticas sociales y todo eso, las políticas del PP lo han ido desmembrando, con lo cual, hay que reconstruir toda esa red de apoyo.
Bueno, habría que educar también en salud mental porque ya hemos visto estos días cómo ha sido el tratamiento de las noticias sobre el autor de la carta con las amenazas a la ministra Reyes Maroto o incluso ese comentario del diputado del PP, que demuestran que queda mucho por hacer.
Queda mucho por hacer. La estigmatización de la salud mental en pleno siglo XXI, teniendo en cuenta que todos somos vulnerables, que ninguno nos escapamos de tener una enfermedad mental, pues es uno de los grandes problemas que tenemos en nuestra sociedad. Yo soy hija de psiquiatras y lo llevo viendo muchos años y aquí quería hacer un alegato: no hay ninguna demostración empírica, al revés (hay demostraciones de todo lo contrario), de que las personas que tienen una enfermedad mental sean más violentos que las personas que no la tienen. Dejemos de hablar de que si ha sido una persona con una enfermedad mental de la misma manera que no diríamos "un hipertenso o un diabético ha hecho tal o cual". En ese sentido, creo que hace falta educación, hace falta socialización y empatía, y dar a conocer la diversidad que tenemos en esta sociedad y la despatologización de los condicionantes naturales que tenemos como sociedad.
Tanto Más Madrid como Unidas Podemos han firmado un acuerdo de mínimos con el Sindicato de Inquilinos e Inquilinas, que incluye el compromiso de aprobar una ley de contención de precios del alquiler. Ángel Gabilondo no se ha sumado a esta iniciativa. Viendo lo que está ocurriendo en el Gobierno central con la ley de vivienda y las diferencias que hay, ¿cómo se abordaría esta cuestión en un posible gobierno tripartito tras el 4M?
Estamos en auténtica sintonía con el Sindicato de Inquilinos e Inquilinas. Consideramos que la vivienda es un problema de primer orden en España. Creemos que para poder hacer un buen tratamiento, hay que hacer un buen diagnóstico y lo que hemos criticado de la ley estatal es que si el problema lo tienen los inquilinos, las ayudas no se les puede dar a los propietarios. Estos beneficios fiscales a los propietarios no van a solucionar el problema porque el problema lo tenemos los inquilinos. Para esto, hay que regular el precio del alquiler, que es una competencia estatal, pero también se puede hacer una regulación del mercado, que es de competencia autonómica, junto a la regulación de las viviendas turísticas, la recuperación de las viviendas vacías y, por supuesto, con una apuesta por la vivienda social y las ayudas a la gente. No puede ser que para que los jóvenes puedan emanciparse, el precio de la vivienda les suponga el 80% de su sueldo.
Sobre el Zendal, ustedes han criticado la construcción de este hospital hasta la saciedad. Ahora defienden que lo van a aprovechar y lo convertirán en un laboratorio de salud. ¿Esperarían al fin de la pandemia para desmantelarlo?
Hemos sido muy críticos con el Zendal porque no hay en ninguna cabeza que tenga sentido común que se dedique, en plena pandemia, a construir un hospital sin sanitarios. Se lo contaba a mi hijo mayor de 11 años y no daba crédito. Entonces, al final, utilizar otra vez instalaciones sanitarias y el ladrillo para seguir haciendo la misma política que hacía la señora Esperanza Aguirre (no ha cambiado el manual del PP en materia de Sanidad) y luego todo lo que ha ido rodeando al Zendal, en cuanto a la coacción a los profesionales y a los pacientes para ir allí. Ahora bien, una vez sabido que ha servido de plataforma para dar a manos llenas contratos a empresas sospechosas de la privatización de la Sanidad, consideramos que se tiene que aprovechar y que hay que reinvertir para que sea un lugar útil para las necesidades de los madrileños y la planificación de la Sanidad, que está alejada de los ladrillos y acercada a los pacientes. Queremos hacer una laboratorio donde se junten pacientes, profesionales, investigadores, empresas y que esté todo alrededor del concepto de la salud.
En todo caso, ¿esperarían al fin de la pandemia para desmantelarlo?
El Zendal fue ideado, teóricamente, como que iba a descongestionar los hospitales. No ha servido para eso, ya que han seguido colapsados desde los últimos 11 meses. Ha servido para que la señora Ayuso de seis ruedas de prensa y, además, han manejado los ingresos y las derivaciones en función de si había campaña electoral o no. Ha habido un uso obsceno del Zendal. Obviamente, ahora hay pacientes ingresados y nosotros queremos que todos aquellos sanitarios que se han sacado de nuestro hospitales, los devolvamos a la normalidad, esto es, reforzar la Atención Primaria, Cuidados Intensivos, Anestesia, Medicina Interna... Reforzar en donde necesitamos poner diques de contención y no hacer de la pandemia un show constante ni un plató de televisión.
Defienden aumentar la inversión en los servicios públicos para acabar con las políticas "low cost" de estos últimos 26 años de gobiernos del PP. Proponen invertir en sanidad, educación, en igualdad, en políticas de medio ambiente… Esto conllevaría una subida de impuestos, imagino. En este sentido, ¿qué medidas fiscales implementarán?
Hablamos de dos medidas fiscales fundamentales. Una, respetar los impuestos, que el dinero de los madrileños no acabe en un altillo ni en un contrato de una empresa amiga ni en un sobresueldo ni en una caja B. Esto ha sido uno de los grandes agujeros negros que hemos tenido en nuestra comunidad. En este sentido, me llama la atención que la señora Ayuso es la única que habla de impuestos confiscatorios. Se cree el ladrón que todos son de su condición y cuando habla de impuestos, a ella le viene a la mente que los ha confiscado el PP.
El segundo problema es que tenemos un desequilibrio fiscal en la Comunidad de Madrid. Tenemos la política del "apadrina un millonario", pues hemos servido de guarida para todas las grandes fortunas que querían ahorrarse impuestos y se querían sumar a los regalos fiscales que hemos estado dando en la región desde hace 15 años, que están calculados en 48.000 millones de euros. Esto significa que el 99% de los madrileños que no nos hemos ahorrado esos impuestos hemos tenido 48.000 millones de euros menos de servicios públicos. Esto es una injusticia social. Ahora, además, hay organismos internacionales que nos dan la razón: los que más tienen, tienen que aportar en un momento en el que tenemos que salir de una crisis económica y social. Apostamos por dejar de bonificar el impuesto de patrimonio y parte del impuesto de sucesiones en función de la renta y que afecta a un porcentaje muy pequeño de la población.
Sin embargo, cuando la izquierda habla de subir impuestos a los más ricos, que afectaría a un porcentaje mínimo de la población, parece o al menos se vende que la izquierda quiere subir los impuestos a la clase obrera, a los autónomos y a los pequeños empresarios. ¿Qué ocurre ahí? ¿No se transmiten bien esas medidas?
Esta es la trampa en la que nos quiere meter la derecha cuando habla de unas rebajas fiscales por valor de lo que sea. Lo que hace es la media. Es como si tenemos dos pollos, me como los dos y digo que cada una nos hemos comido uno. Quiere hacer la media y engaña porque realmente esos beneficios fiscales, tanto sus bajadas del IRPF como sus bonificaciones fiscales, afectan a los mismos: a un porcentaje de población que no necesita ser apadrinado. Además, estoy segura de que muchas de esas personas que tienen unos ingresos grandes estarían dispuestas a contribuir más en la sociedad. Había una encuesta que decía que más del 55% de la gente estaría dispuesta a pagar más impuestos si eso acabara con la pobreza infantil. En la Comunidad de Madrid tenemos un 30% de pobreza infantil y, además, la desigualdad y la pobreza nos lastra a todos. Entonces, es un debate maniqueo y tergiversado por parte de la derecha que al final responde a los intereses de unos pocos y que estos pocos son los que más voluntad tienen de ir a votar. En el barrio de Salamanca (Madrid), la participación siempre es más alta porque es una manera de defender esos privilegios que les está donando la señora Ayuso.
Por último, Ayuso ha utilizado en varias ocasiones la expresión "vivir a la madrileña", asegurando que en Madrid se vive en "paz" y en "libertad". ¿Cómo se vive en una comunidad en la que, pese a su riqueza, está a la cola del gasto sanitario, educativo y social, y lidera las estadísticas de desigualdad?
Ese es el reto que tenemos. Vivir a la madrileña es reforzar nuestro sistema público, reforzar la solidaridad y empatía que ha surgido durante la pandemia, reforzar el cuidar al prójimo, el ser donantes y receptores de cuidados, vivir en comunidad, reforzar el bien común por encima de los intereses individuales... Todo lo contrario a lo que nos propone Ayuso, que es una ley de la selva, un sálvese quien pueda y un pisotear al prójimo. Tenemos una manera de vivir a la madrileña que podemos demostrar que es alternativa en un gobierno y que está latente y la podemos sacar. Podemos convertirnos en una comunidad puntera, en algo más que no sean pelotazos y turismo de borrachera.
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