Las instituciones públicas internacionales y los gobiernos siguen debatiendo cómo frenar el cambio climático y cómo descarbonizar el mundo, pero no han llegado aún a compromisos y normas coercitivas obligatorias para estados nacionales, empresas de todo tipo y ciudadanos. Ni tampoco se han puesto de acuerdo en cuáles son las métricas con que se han de medir uniformemente los comportamientos responsables y los logros "verdes" de cada uno. Pero, a la espera de esos acuerdos, muy probablemente todas las empresas que no empiecen ya a transformar sus operaciones y sus modelos de negocio para respetar el medio ambiente estarán acabadas porque, con o sin esos acuerdos internacionales formales, las empresas refractarias a la conciencia medioambiental serán penalizadas por los inversores y por los mercados de capitales, que sí están ya concienciados, y terminarán por desaparecer. Estas son las conclusiones comunes que se pueden extraer del debate titulado "Una recuperación sostenible y resiliente: el desafío climático en tiempos del covid", uno de los cinco grandes retos que hoy afronta el sector financiero internacional, de acuerdo con la agenda de la XIII Conferencia Internacional de Banca, organizada por Banco Santander.
El hecho mismo de que los organizadores de este evento hayan elegido el cambio climático como uno de los grandes temas a debate refleja el compromiso global con el medio ambiente de la entidad financiera de origen español, que le ha valido entre otras cosas ser reconocida como el banco más sostenible del mundo por el Dow Jones Sustainability Index. De hecho, hoy en día Santander sigue siendo una de las pocas empresas que mide con precisión cuál es la huella de carbono que dejan sus edificios y sus operaciones, y tiene establecidos estándares de consumo de papel, plásticos y otros materiales; de reciclado y de compensación de emisiones, hasta el punto de que en 2020 la citada huella del banco será neutra. La conferencia internacional de banca promovida por Santander se ha convertido en los últimos años en una suerte de reunión "Davos" del sector financiero mundial, donde ponentes expertos internacionales exponen los desafíos globales que se presentan para todos, ante un auditorio compuesto por las altas direcciones de entidades financieras, bancos centrales de todo el mundo, representantes de gobiernos y de otras instituciones mundiales públicas y privadas.
Este año, los debates son eventos virtuales retransmitidos en directo por streaming a través del web corporativo del banco y por redes sociales. El relativo al cambio climático contó con la presencia de la presidenta del Santander, Ana Botín, como introductora; de la vicepresidenta del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera; de Peter Bakker, CEO del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD); y de José María Linares, vicepresidente del Santander, responsable el área de Corporate & Investment Banking, del comité ejecutivo de riesgos y del comité de banca inclusiva y sostenible, moderados por James Harding, ex-director de BBC News y hoy fundador y director de Tortoise Media. Al otro lado del streaming, 3.000 altos directivos del entorno financiero mundial, que simultáneamente respondieron a tres preguntas planteadas por la organización: 1) ¿La pandemia acelera o desacelera la transición hacia una economía verde? El 67% cree que la acelera. 2) ¿Deben los gobiernos introducir impuestos especiales para gravar el carbono? El 80% piensa que sí. 3) A la hora de comprar, ¿los consumidores realmente premian a las empresas comprometidas con el medio ambiente? El 59% afirma que sí las premian.
Ana Botín explicó en su introducción que "debemos construir una economía verde", lo cual "demanda un gran cambio, no sólo en cómo hacemos negocios sino en cómo vivimos". "En Santander -añadió Botín-, como uno de los grandes bancos del mundo, tenemos la responsabilidad de jugar nuestro papel, manejando los riesgos que crea el cambio climático y aprovechando la mayoría de las oportunidades que presenta la transición hacia una economía verde. Si queremos conseguir un impacto duradero, tenemos que actuar todos a una, es algo existencial". Teresa Ribera destacó que cualquier política de recuperación de la crisis actual "debe ser transformacional" desde el punto de vista medioambiental. "Tenemos una gran oportunidad -agregó- para decidir dónde invertir nuestros recursos para conseguir una prosperidad duradera, introduciendo estándares de sostenibilidad en las decisiones. Creo que se puede crear empleo y generar nuevas oportunidades de negocio gracias al contexto de progreso medioambiental. Hay razones para el optimismo, a pesar del mundo en crisis que estamos viviendo ahora".
Peter Bakker, cuya organización es hoy en día la más representativa del mundo en la "descarbonización" de empresas, considera que "una de las cosas que nos enseña el covid es la vulnerabilidad de los modelos de negocio y la importancia de la resiliencia en el futuro, de ser capaces de afrontar futuros shocks". "Creo que todos somos conscientes de la crisis del covid, pero potencialmente el cambio climático es una crisis mayor. Puede que la agenda climática decayera un poco, pero ahora veo una carrera por estar a la vanguardia de la descarbonización, de conseguir las emisiones cero no más tarde de 2050. Hay empresas que hablan de fechas anteriores, como Amazon en 2040 o una empresa tan tradicional como Daimler en 2039... La clave está en que los consejos de administración están discutiendo ya sobre el cambio climático, ya no es algo que sólo le escuche a algún oscuro profesor de ciencia en alguna esquina...".
José Linares, que en su papel de principal responsable del negocio de banca corporativa en el Santander se enfrenta habitualmente a grandes proyectos de financiación de grandes infraestructuras, cree que "hay muchísimo capital invirtiendo hoy en el sector de energías limpias, incluso el índice bursátil relativo a energías limpias se ha triplicado en muy poco tiempo". "Me recuerda mucho a los inicios de Internet: recuerdo haber ido a ver una empresa en un garaje de Miami que hoy vale 10.000 millones de dólares. La transformación energética es una enorme oportunidad. Los acuerdos de París, la descarbonización.... son temas de supervivencia y es una ruta que hay que seguir. Si no lo hacemos, los mercados nos penalizarán. En todas las conversaciones del más alto nivel financiero se habla de la transformación energética. El sector privado y los mercados están avanzado de modo muy agresivo. En su momento no imaginábamos el impacto que iba a tener Internet y ahora vemos que cosas como la energía solar o eólica que ya tienen cifras comparables a las de las energías tradicionales... No veo nada nuevo en el hidrógeno, por ejemplo, pero ¿quién sabe quién sera el ganador de esta carrera?... Lo que es real es hay muchísimo capital dispuesto a invertir y muchas tecnologías que aún no conocemos y que van a surgir como energias ganadoras... Y si no estás en esa carrera, si eres de la economía antigua, puedes desaparecer como empresa, te tiene que preocupar".
La vicepresidenta del Gobierno español y ministra para la Transición Ecológica remarcó las políticas de descarbonización que está consiguiendo sacar adelante Europa, pero remarcó que el mundo entero debería tener las mismas reglas y que es fundamental contar con una "taxonomía verde" común, es decir, con unas definiciones y métricas únicas para todas las organizaciones y gobiernos que tienen la responsabilidad de descarbonizar el planeta. Bakker recordó que es clave que se pueda contar con un plan operativo "basado en la ciencia" que elimine todas las emisiones y que identifique nuevas tecnologías y nuevos modelos de negocio sostenibles, de modo que exista una gobernanza global que fuerce a las empresas a tener el riesgo climático dentro de sus escenarios estratéticos de negocio. "Casi ningún sector puede llegar a cero emisiones sin soluciones compensatorias", aclaró el experto del WBCSD. "Cosas como la reforestación van a requerir nuevas inversiones, que se construya un nuevo mercado de capital donde surjan proyectos creíbles donde invertir, y que los gobiernos y la sociedad civil estén de acuerdo con un cierto nivel transitorio de compensación de las emisiones".
Linares, Bakker y Ribera coincidieron en otro diagnóstico: si los mercados de capital empiezan a excluir a empresas de sus portfolios de inversión porque no revelan sus datos de huella de carbono o de sus avances en descarbonización, el camino hacia la economía verde será más rápido. Pero, aunque eso ya está ocurriendo, como dice Bakker "es imprescindible contar con datos comparables entre empresas, plasmar compromisos en normas contables y no contables, un marco que en dos años permitan saber a inversores y empresas que la información que manejan es sólida. La empresa más sostenible deberá contar con mejor capital respaldándola". Y, en ese contexto, Linares opinó que a la hora de establecer un marco común en todo el mundo, "son importantes los incentivos y no los castigos: niveles de capital exigibles, ventajas fiscales... es importante tener un terreno de juego uniforme, porque así se legimitará todo".
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