Visibilizar el modelo y fomentar las alianzas, los retos del cooperativismo catalán para dar un salto adelante
El último barómetro cooperativo de la Federació de Cooperatives de Treball de Catalunya muestra un crecimiento de las plantillas, a pesar de que constata un descenso en la cifra de entidades que declara haber aumentado sus ingresos.
Barcelona-Actualizado a
Es la forma empresarial más reconocida, atendiendo su componente ético, el fomento de determinados valores que van más allá de la obtención de un beneficio económico y por su composición horizontal. Así es como son vistas las cooperativas, unas entidades muy arraigadas en el tejido empresarial catalán desde hace más de un siglo. El problema es que a la hora de crear una compañía, en el momento de aceptar un lugar de trabajo o si el ciudadano opta por una determinada acción de consumo, no acaban siendo las escogidas de manera mayoritaria.
Esta reflexión de Xavier López, experto en cooperativismo y consultor en economía social, dibuja una parte de la realidad del sector. Por otro lado, el Baròmetre Cooperatiu de la Federació de Cooperatives de Treball de Catalunya muestra que las entidades cerraron en 2023 con más facturación y más ocupación. Esta herramienta de diagnosis del ámbito de las cooperativas de trabajo refleja una realidad consolidada y en expansión con algunos retos pendientes vinculados al salto de escala empresarial.
Los datos del estudio confirman que el cooperativismo de trabajo tiene una clara responsabilidad e incidencia social a la hora de avanzar hacia un sistema económico global más justo y democrático que pone las personas en el centro. Con datos del 2023, nos encontramos un perfil mayoritario de cooperativas pequeñas (hasta 10 personas socias), con una cifra de negocio anual inferior o igual a 450.000 euros, y una mayoría de mujeres en cuanto a personas trabajadoras (59,5%) y con un pequeño aumento de presencia de las mismas en los órganos de decisión de sus cooperativas (52,63%).
En términos de generación de ocupación, ha habido un incremento en el número de personas trabajadoras a las cooperativas, recuperándose de los decrecimientos de los años 2020 y 2021. Sin embargo, el porcentaje de cooperativas que han incrementado su plantilla ha disminuido del 66,7% el 2022 al 50,85% el 2023. En general, la contratación ha ido a favor de los contratos indefinidos, siendo las mujeres las que más lo han sido de forma temporal. Aun así, las mujeres son la mayoría de las trabajadoras y de las socias en las cooperativas.
En cuanto a los ingresos, el 75,14% de las cooperativas informan de un aumento de la facturación respecto al año anterior, una disminución respecto al 80% reportado el 2022. Las entidades muestran optimismo con relación al cierre de este año, puesto que el 56,5% de las que han respondido el barómetro creen el 2024 será mejor que el 2023 y el 32,2% cree que será igual.
Dependencia de la administración pública
En cuanto a la relación con la administración pública, el 84,75% de las cooperativas ha recibido ayudas o subvenciones, mayoritariamente de la Generalitat y la administración local, y especialmente han recibido las entidades de iniciativa social. La dependencia de la administración pública genera preocupación entre estas, especialmente entre las de iniciativa social.
En relación con este aspecto, el experto Xavier López matiza que "a pesar de que es recomendable que las cooperativas diversifiquen su exposición al sector público y a los tipos de clientes, se tiene que separar entre una mera subvención y una actividad centrada en la prestación de servicios. Se tiene que dejar claro que las cooperativas no viven de las ayudas, sino de la comercialización, como cualquier empresa". López habla de la buena fama y reputación de estas entidades, que se tiene que transformar en impacto. "Tenemos que ser capaces de normalizar el cooperativismo y la economía social, puesto que en caso contrario no podremos convencer a la sociedad de las bondades del modelo autogestionario".
Visibilizar el sistema cooperativo hacia el exterior, buscando sus límites y fronteras es otro de los conceptos que reivindica López. Bajo la premisa de que no se convence solo con principios, sino con experiencias, el especialista aboga para explicar los casos de éxitos de cooperativas que se encuentran al imaginario colectivo y que forman parte del día a día del ciudadano, como Abacus, Caixa d'Enginyers o Som Energia.
Normalizar el modelo
De hecho, una vez logrado el reto de determinar un cooperativismo que sea útil para la sociedad en sectores como la energía, la vivienda o la agricultura, ahora se tiene que valorar y normalizar el modelo, según explica López. Entre los deberes que destaca, añade tener empatía con el entorno y transformar el mundo con alianzas con otras empresas externas en el mundo cooperativo. "Tenemos que salir de la zona de confort", expresa.
Los expertos coinciden a señalar la necesidad de articular una propuesta atractiva desde el cooperativismo, que se aleje de la imagen de una minoría de creyentes para poder hacer un salto adelante significativo. Proyectar, comunicar y dar visibilidad son algunos factores que ayudarían a tener una vocación de impacto.
Paralelamente, las administraciones públicas tienen que abordar políticas con una mirada cooperativa, que fomente el desarrollo de estas entidades. El apoyo financiero, la formación y el asesoramiento son elementos que contribuirían a su expansión. Al mismo tiempo, un desafío pendiente es delimitar mejor jurídicamente lo que se considera un actor de la economía social y solidaria para atraer a más empresas y entidades al colectivo.
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