madrid
Actualizado:La regasificadora de Bilbao, propiedad de la empresa Bahía Bizkaia Gas (BBG), se ha convertido en un enclave energético importante para Europa. Esta infraestructura ha pasado a ser, tras el estallido de la guerra en Ucrania, la tercera receptora mundial de gas natural licuado (GNL) de origen ruso, según los últimos datos del Centre for Research on Energy and Clean Air (CREA).
Desde que empezó el conflicto, BBG ha recibido gas ruso por valor de 320 millones de euros, lo que equivale a 291 kilotoneladas métricas de GNL. La planta vasca sólo es superada por la de Montoir-de-Bretagne (Francia), operada por Elengy, y la de Zeebrugge (Bélgica), operada por Fluxys, con 400 millones de euros y 930 millones de euros respectivamente.
BBG es una compañía semipública, pues una mitad está controlada por Enagás y la otra por el Ente Vasco de la Energía (EVE), la agencia pública encargada de desarrollar proyectos e iniciativas energéticas en la línea de las políticas impulsadas desde el Gobierno de Euskadi.
"Los combustibles fósiles son un factor clave para el régimen de Putin"
Desde CREA señalan las contradicciones entre los discursos y las acciones de Europa y advierten de que las importaciones de combustibles fósiles rusos siguen su curso a pesar del clima de sanciones. "Son un factor clave para el régimen de Putin y de muchos otros Estados. La continuidad de las importaciones de energía es la principal laguna de las sanciones impuestas", dice Luri Myllyvirta, analista del centro de investigaciones. "Quienes compran estos combustibles son cómplices de las horrendas violaciones del derecho internacional que llevan a cabo los militares rusos".
Desde el Ente Vasco de la Energía, que gestiona el 50% de la regasificadora de BBG, defienden que la empresa "ni compra ni vende el gas" y que el GNL que recibe tiene que ver con las compañías españolas que lo compran. "Los clientes de BBG no son Gazprom ni las noruegas ni Catar, sino Iberdrola, Naturgy..., que son las que compran el gas que llega a la planta de Bilbao", donde se almacena o se trata para ser distribuido. Sobre los beneficios que puede sacar la compañía, señalan que son pagos realizados por las empresas compradoras por almacenar y tratar el combustible. "Son precios tasados", manifiestan fuentes de la empresa. "Por qué se compra más o menos gas de un sitio determinado solo lo pueden decir las empresas que realizan las compras", indican.
Marina Gros, coordinadora de Gas No es Solución y miembro de Ecologistas en Acción, explica que esta subida de las recepciones de GNL ruso en la regasificadora bilbaína "es relevante por la baja dependencia que tiene España del gas ruso", con entre un 10% y un 7% de importaciones. "Se enmarca en los planes europeos de realizar compras conjuntas para garantizar el suministro, pero nosotros entendemos que se debería reducir las importaciones de gas ruso y de otras partes", opina.
El peso de BBG en el comercio mundial de gas licuado ruso guarda una estrecha relación con las dinámicas globales de la compra venta de energía tras la guerra. Tanto es así que las entregas de GNL en la Unión Europea han crecido en estos últimos meses un 20%, según las investigaciones de CREA. También crecieron las compras en gasoducto un 10%, debido al interés de los países del viejo continente de incrementar el almacenamiento de cara a una posible ruptura con Moscú en materia energética.
Rusia hace caja con los combustibles fósiles
El GNL es, sin embargo, una pequeña pata de todo el músculo energético de Rusia. Los combustibles fósiles, cuya quema es la causa principal de la crisis climática, permanecen todavía ajenos a las sanciones de Bruselas. Por el momento, la Comisión Europea sólo ha acordado un embargo al carbón ruso que entrará en vigor a partir de julio y los países, en un eterno debate, están tratando de aprobar la prohibición de las importaciones de petróleo.
Desde que empezó la guerra, Rusia ha recibido 63.000 millones de euros por las exportaciones de gas, petróleo y carbón
Mientras tanto, el Kremlin sigue haciendo caja con los combustibles fósiles y solventando los problemas económicos del país. Según la investigación de CREA, los países del mundo han pagado ya 63.000 millones de euros a Rusia por las compras de gas, petróleo y carbón. El peso del sector energético es tan importante para Putin que cerca del 40% del presupuesto federal proviene de los negocios fósiles, tal y como adelantó The Guardian.
En este contexto, España se sitúa como el décimo mayor importador mundial de materias energéticas fósiles procedentes de Rusia y ha pagado a Moscú 1.900 millones de euros desde el inicio de la invasión de Ucrania. La lista, en cualquier caso, la encabeza Alemania, con 9.100 millones de euros en la compra de hidrocarburos rusos; le siguen Italia, con 6.900 millones de euros; China, con 6.700 millones de euros; Países Bajos, con 5.600 millones de euros; Turquía, con 4.100 millones de euros; y Francia, que ha pagado 3.800 millones.
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