zaragoza
Actualizado:La economía española acumula en los apenas cuatro meses de parón por la pandemia un retroceso similar al que registró en los cinco primeros años de la crisis de 2008: entre ese año y 2012, el último de caída, el PIB pasó de 1,109 billones de euros a 1,02, con una caída de 89.500 millones de euros, mientras que los cálculos del Banco de España apuntan a que solo en el primer semestre de 2020 el desplome se mueve en una horquilla que va de los 64.000 a los 82.000.
La estimación figura en Los principales retos de la economía española tras el Covid-19, un trabajo en el que el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, amplía y documenta su comparecencia ante la Comisión de Reconstrucción Social y Económica del Congreso.
La economía española "es una de las más duramente golpeadas por esta crisis hasta el momento", señala, vista la "estimación preliminar" de caída del 5,2% del PIB en el primer trimestre que realiza el INE (Instituto Nacional de Estadística) frente al 3,6% de la zona euro. Se trata, anota, de "la mayor caída intertrimestral de nuestra historia reciente" y llegó "a pesar de que las medidas de confinamiento adoptadas para contener la expansión de la enfermedad solo afectaron a las dos últimas semanas del primer trimestre".
Eso, según sus pronósticos, es solo es el principio. "De acuerdo con las últimas estimaciones realizadas por el Banco de España, esta contracción podría situarse entre un 16% y un 21,8% en tasa intertrimestral", indica, ya que "el hecho de que la práctica totalidad de las restricciones iniciales vinculadas al estado de alarma hayan estado vigentes durante más de la mitad del segundo trimestre implicará, necesariamente, una caída significativamente más intensa de la actividad de este período que la registrada en los tres primeros meses del ejercicio".
Un pinchazo de magnitudes desconocidas
Una caída de esa magnitud reduciría el volumen de negocio del sistema económico español en el segundo trimestre del año, de abril a mayo, a una horquilla de entre 233.469 y 250.785 millones de euros, lo que, sumado a los 298.554 en los que se quedó entre enero y marzo, dejaría el resultado del semestre entre los 532.023 y los 549.339.
Eso equivale, aplicando las previsiones del Banco de España a la Contabilidad Nacional que lleva el INE, a un desplome de entre 64.638 y 81.954 millones de euros en solo seis meses, en realidad en tres y medio, que supone un pinchazo histórico para la economía del país.
De hecho, de cumplirse esas previsiones, la caída del PIB superaría en cualquier caso a la del trienio 2009-2011 (-45.800 millones de euros) y, en el peor escenario, superaría la del cuatrienio 2009-2012 (-78.500) para acercarse a la de todo el lustro, que alcanzó los 89.500 con su terribles efectos secundarios en materias como en empleo, de los que el país sigue sin recuperarse.
Las históricas caídas de la actividad de 2009 y 2012, de 4.200 y 32.700 millones de euros, las de mayor magnitud en términos cuantitativos desde principios de los años 70, lo fueron también en términos porcentuales, con retrocesos del 3,8% y el 3%.
A la espera de ver qué forma le da un verano plagado de incertidumbres a la gráfica de la recuperación, y de conocer en qué medida figuras como los ERTE y el cese de actividad palian los "daños estructurales" de los que advertía Hernández de Cos, el panorama de los primeros meses del año plantea un horizonte mucho más tenebroso que el que se dio entonces.
De hecho, la previsión del Banco de España para el cierre del año apunta a un desplome del PIB de entre el 9% y el 15,1%, lo que, pese a la recuperación de la segunda mitad del ejercicio, equivale a una caída de entre 112.000 y 188.000 millones que devolverían el volumen de negocio del país a registros previos al comienzo de la última recuperación.
Comienza a activarse la rueda de la insolvencia
En este sentido, los resultados de un estudio sobre el Impacto Económico de la Covid-19 sobre la Empresa elaborado por el Consejo General de Economistas (CGE) y el Consejo General de la Ingeniería Técnica Industrial (COGITI), apunta a que el tejido productivo ha sufrido daños de consideración en los primeros meses de la pandemia.
Así, más del 80% de las empresas han visto crecer su nivel de deuda, más del 85% vieron reducirse su liquidez, con un impacto mayor en la empresa familiar y en las de menor antigüedad, y en más del 90% cayó la rentabilidad.
Paralelamente, mientras las microempresas encuentran mayores problemas que el resto para acceder a financiación pese a herramientas como los avales del ICO, el estudio detecta cómo comienza a activarse la rueda de la insolvencia y los impagos, mientras el periodo de cobro a los clientes se va ampliando.
Las dimensiones globales de la pandemia han afectado, a la baja, al nivel de facturación de las empresas internacionalizadas, una alternativa de negocio que se convirtió en una de las tablas de salvación de la anterior crisis.
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