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MADRID.— El veterano periodista José García Abad (1942) acaba de publicar esta misma semana un libro titulado El malvado Ibex (Ediciones El Siglo) en el que intenta explorar las relaciones entre el poder político y el empresarial. Él mismo reconoce que "es difícil llegar al fondo de tales relaciones" sobre todo cuando se trata de la gran banca, las eléctricas y las grandes constructoras, tres auténticos poderes fácticos que compiten en autoridad e influencia con el poder político, y cuyos tentáculos llegan a casi todo los ámbitos, desde la prensa hasta la Justicia.
García Abad reconoce que es difícil saber quién manda en España. Con un estilo muy directo y sin tapujos —cuenta anécdotas muy jugosas—, el periodista se centra en la historia del Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC). Creado en febrero de 2011, el CEC está compuesto por 15 grandes compañías y el Instituto de Empresa Familiar y es conocido como el "lobby del Ibex". Sus integrantes son los "machos alfa" de la economía española y llegaron a presentarse como los salvadores cuando la crisis arreciaba. Pero han fracasado, nos cuenta García Abad. Los juegos de poder, su lucha por la influencia y sus debilidades quedan al descubierto en este libro que ha enganchado al mismísimo Pablo Iglesias.
Dice Pablo Iglesias que va a devorar su libro.
Sí, eso me han contado (risas). Lo que no sé es si eso me beneficia o me perjudica (más risas).
'El malvado Ibex': el título es muy sugerente.
El título tiene algo de irónico, no pretendo decir que es malvado en el sentido de malo. Al empezar a escribirlo quería averiguar si el el Ibex es un poder en la sombra tan poderoso como dicen, o un tigre de papel como decía Mao del imperialismo norteamericano. El Ibex se ha convertido en algo parecido a un partido político, en una especie de personaje inquietante. Ha irrumpido en la vida política cuando hasta hace poco era un mero indicador bursátil, y de pronto aparece como un enemigo en la sombra.
Entonces su conclusión es que es más temible que inofensivo.
No tanto. Es un asunto complejo. Al hablar del Ibex yo me refiero al Consejo Empresarial de la Competitividad (CEC), el conocido como el "lobby del Ibex". El CEC es realmente una Cámara de los magnates; yo de hecho les llamo la tercera Cámara: tenemos el Congreso de los Diputados, el Senado y la Cámara de la plutocracia. Los miembros del CEC son los presidentes de 15 grandes empresas y tienen por tanto una influencia enorme, pero al mismo tiempo también son vulnerables. Son tan poderosos como vulnerables. Esa sería mi conclusión.
En el libro cuento decisiones que se han tomado allí [en el CEC] y que han tenido repercusiones importantes, como cargarse a Pedro J. Ramírez, salvar al diario El País o influir en la reforma laboral.
¿Quién manda entonces en España? ¿Bancos, eléctricas y constructoras o el Gobierno?
El poder político también influye en el mundo empresarial. Es un trayecto de ida y vuelta. Se influyen mutuamente. Los grandes empresarios son temerosos del poder político porque saben que una decisión del Gobierno puede afectar a su cuenta de resultados, pero por otro lado, los políticos son conscientes de que hay que tratar a los empresarios de una forma especial, y por eso también ponen mucho interés en tratar bien al presidente de Telefónica o a los de los grandes bancos, por ejemplo.
"Siempre digo que la libertad de prensa es inversamente proporcional a la deuda que tenga cada medio. Mire el ejemplo del Grupo Prisa y el diario El País"
No sé si vio la entrevista de Pedro Sánchez en el programa 'Salvados' de Jordi Évole. Él hablaba un poco de todo esto, de las relaciones entre el poder político, el económico y el mediático.
No es una cuestión de buenos y malos. A los partidos políticos les acongoja la influencia y el control que puedan tener sobre los medios los grandes empresarios, pero éstos siempre tienen muy presente quien maneja el Boletín Oficial del Estado. Con respecto a la prensa, siempre digo que la libertad de prensa es inversamente proporcional a la deuda que tenga cada medio. Mire el ejemplo del Grupo Prisa y el diario El País.
El CEC, conocido como el "lobby del Ibex", surgió bajo el impulso del expresidente Zapatero y César Alierta, por aquel entonces presidente de Telefónica.
Sí, nace de esa relación, aunque ellos siempre lo han negado. Zapatero primero se reunía con los banqueros. Le gustaba hacer política de fotos: eso de reunirse con los banqueros podía dar la impresión de que tomando un café con ellos se iba a arreglar la crisis. Era más una pose política que otra cosa. Luego Zapatero convocó a los grandes empresarios en una reunión que presidió César Alierta y que dieron en llamar reunión de la competitividad. Al final se juntaron Alierta y Botín, que eran muy amigos, incluyeron al Instituto de Empresa Familiar y liaron a los demás para que la cosa fuera a más. Así surgió el CEC.
Usted, sin embargo, anuncia en el libro su inminente defunción.
Casi escribo el epitafio del CEC. De hecho se han muerto personas importantes en el origen del mismo como Emilio Botín, José Manuel Lara, Isidoro Álvarez y Leopoldo Rodés, lo cual ha cambiado las cosas. Y los que vienen detrás ya no tienen tanto interés. Ana Botín no tiene nada que ver con su padre y quiere ir por otros derroteros; César Alierta ha dejado la presidencia de Telefónica y su sucesor, José María Álvarez-Pallete, no quiere saber nada del asunto. Hasta les ha prohibido reunirse en Telefónica; porque antes el CEC se reunía siempre en Telefónica: todas las comidas, con el rey Juan Carlos, con el presidente del Gobierno o con quien fuera se celebraban en la sede de Gran Vía.
"Florentino Pérez, presidente de ACS, quiso meter a Borja Prado, presidente de Endesa, y no le dejaron. Prado se cogió un cabreo tremendo"
A eso hay que añadir que el CEC ha provocado que la prensa hable continuamente del "lobby del Ibex", de lo que piensa, de lo que dice. Ha habido una sobreexposición en los medios; eso es algo que odia un verdadero lobby y horroriza a los empresarios. De todos modos, se lo han ganado a pulso: los miembros del CEC han generado una desconfianza entre la gente por esa tendencia a ser como un poder en la sombra. Yo creo que no es para tanto, pero se ha dado esa sensación. Ahora no saben cómo cerrarlo, pero mi hipótesis es que se acabará cuando acabe el mandato de Alierta el próximo año, en febrero.
De hecho, usted afirma en el libro que uno de sus miembros le dijo que el CEC "había nacido con el pecado original de la soberbia".
Sí, uno de sus miembros me describió el CEC como la reunión de "15 machos alfa encantados de haberse conocido". Tras oír eso yo le dije a mi fuente: "¡Hombre si tú estabas allí!", y él me responde: "No, hombre, no. Si te llama Alierta no le puedes decir que no". Muchos fueron porque no podían negárselo al primer empresario del país.
A otros, sin embargo, no les dejaron entrar.
Florentino Pérez, presidente de ACS, quiso meter a Borja Prado, presidente de Endesa, y no le dejaron. Prado se cogió un cabreo tremendo. Tampoco pudo entrar José Ángel Villar Mir, presidente de OHL ni el presidente del Banco Popular, Ángel Ron. No había un criterio objetivo para formar parte del CEC, sino que la elección fue caprichosa en función de que se encontraran cómodos Alierta y Emilio Botín, que eran la santísima dualidad. Se guiaban más por criterios de amistad que por otra cosa.
¿Ha conseguido el CEC sus objetivos?
Al contrario, ha fracasado. El CEC se llama Consejo por algo, no es una asociación. Pretendían aconsejar al Gobierno de turno por donde tenía que ir. Pero metieron la pata en más de una ocasión. Especialmente llamativa fue aquella vez que el CEC publicó un informe en el que se aseguraba que si se hacía lo que ellos decían el paro iba a bajar al 11% en 2018. Al Gobierno del PP aquello no le hizo ni pizca de gracia. El mensaje que transmitían era que el Gobierno era incapaz y eso molestó mucho a Luis De Guindos, ministro de Economía.
Pero es que además la unión entre banqueros y empresarios es antinatural. Un ejemplo: el CEC estuvo a punto de explotar cuando los banqueros trataron de que subieran los impuestos, algo que a los empresarios, en especial a los industriales, no les gustó nada. En realidad banqueros e industriales tienen intereses contrapuestos. Esa unión espuria no tiene mayor sentido que ser una plataforma de poder, porque el CEC no es una asociación para defender intereses sectoriales.
Curiosamente la relación ha sido peor con el Gobierno de Rajoy que con el de Zapatero.
Es una paradoja, pero es muy fácil de explicar. A la izquierda no le importa hablar con los empresarios: transmite a los ciudadanos la idea de que la izquierda no va a gestionar mal porque cuenta con los empresarios. La derecha, sin embargo, está más interesada en marcar distancias. Cuento en el libro que Rajoy no ha recibido a los empresarios más que uno a uno y sin hacerse la foto. En eso es diferente a Zapatero. Los propios empresarios reconocen que se llevan mejor con el PSOE que con el PP.
Usted también afirma que estos grandes empresarios sí son una casta.
Son la casta, claramente. Joaquín Almunia me dijo una frase: "La clase política se está renovando constantemente. Sin embargo, la mayor parte de los empresarios que en nuestros tiempos de Gobierno iban a ver a Felipe González siguen estando hoy en sus mismos puestos de mando. Son los mismos que siguen yendo a la Moncloa ya esté González, Aznar, Zapatero o Rajoy". Los grandes empresarios de este país tienen prohibido delegar: ellos son los machos alfa. Yo digo que en el CEC se entra por cooptación y se sale por defunción. Salvo alguna excepción, los presidentes de las grandes empresas españolas se eternizan en el cargo y actúan como si la empresa fuera suya o el sillón fuera vitalicio. Y eso no gusta nada, sobre todo a los fondos de inversión extranjeros. Las grandes empresas en España son monarquías absolutas.
¿Podrían llegar esos grandes empresarios a derribar un Gobierno si se lo propusieran?
No creo que se lo propongan ni que lo consiguieran. No siempre consiguen lo que quieren. Emilio Botín le pidió a Zapatero que siguiera hasta el final de su mandato y mira lo que hizo Zapatero.
"El director del CEC, me reconoció la existencia de unos informes que ellos mismos llaman "reservados". En concreto, me habló de uno en contra de Podemos y La Sexta y de otro muy favorable sobre Ciudadanos"
¿Es Ciudadanos el partido político del IBEX?
No. El presidente del Sabadell, Josep Oliu, dijo que había que crear un Podemos de derechas, pero creo que Ciudadanos tiene un proyecto autónomo. Ciudadanos no es un invento del IBEX, las cosas como son.
En el libro usted cuenta que este lobby del Ibex realiza o realizaba "informes reservados". En concreto habla de uno contra Podemos y La Sexta.
El propio Fernando Casado, director del CEC, me reconoció la existencia de estos informes que ellos mismos llaman "reservados". En concreto, me habló de uno en contra de la Sexta y en contra de Podemos y de otro muy favorable sobre Ciudadanos. Lo que ya no hay son decisiones en "modo tertulia", como yo les llamo. ¿Qué esto? Cojamos el caso de Pedro J. Ramírez: no es que se reuniera el Consejo y decidiera cargarse a Pedro J, sino que las cosas se hablan y ellos ya saben por donde van los tiros No es que esté en el orden del día, por entendernos, pero se habla con unos y con otros.
Quizá los capítulos más apasionantes del libro son aquellos en los que narra la caída de Pedro J. Ramírez al frente de 'El Mundo' o la operación para salvar a 'El País'.
Una de las aportaciones exclusivas del libro es contar cómo el diario El País ha quedado en manos del lobby judío tras la entrada del fondo de capital riesgo Liberty en el accionariado de Prisa. Juan Luis Cebrián tiene el compromiso con los fundadores de Liberty, Nicolas Berggruen y Martin F. Franklin, de que El País tenga una postura pro judía. Nadie habla de esto, pero eso está condicionando la línea editorial del periódico, porque, no nos engañemos, si Prisa no hubiera sido una empresa periodística ya habría quebrado. Hubo una operación para salvarla y eso ha obligado a Cebrián a apoyarse cada vez en nuevas aportaciones de capital, en nuevos consejeros que le condicionan la línea editorial del periódico.
"Una de las patas que calibran la calidad democrática, como es la prensa libre, cojea miserablemente", escribe. ¿Ha muerto la prensa independiente?
Los periodistas de El País antes sabían que no iban a tener ningún problema, y ahora tienen que estar pendientes de que callo van a pisar. Pero en realidad eso ocurre en casi todos los medios. Entre los periodistas se ha impuesto la autocensura, que ha terminado por convertirse en la forma moderna y más eficaz de censura. El llamado "cuarto poder" se ha convertido en sirviente de los poderosos.
Hay otro asunto interesante en el libro: el papel del rey Juan Carlos. Está en todas las salsas: desayunos con Villar Mir, comidas con Alierta, cacerías con 'Los Albertos'... Algunos lo han definido como un bróker de la influencia. ¿Qué opina?
Hace años publiqué un libro titulado La soledad del rey en que ya contaba algunas de estas cosas. En el libro que saco ahora cuento cómo los dircom de las grandes empresas echaron una mano a Juan Carlos cuando estalló el escándalo de Corinna y del elefante. Hubo una reunión en Telefónica en la que había que salvar a la monarquía. Juan Carlos estaba llevando la institución a la ruina. Su abdicación supuso la salvación de la monarquía.
"En el libro que saco ahora cuento cómo los dircom de las grandes empresas echaron una mano a Juan Carlos cuando estalló el escándalo de Corinna y del elefante. Hubo una reunión en Telefónica en la que había que salvar a la monarquía"
Felipe no se le ha encontrado ningún chanchullo.Es más discreto, no tiene la simpatía ni la socarronería de su padre, tan borbónica por otra parte: ha salido más a su madre, es más germánico. El rey actual se ha dado cuenta del peligro y está trabajando para sacar a la monarquía de las páginas de sucesos y meterlo en un planteamiento meramente político. Eso incluye alejarse de los empresarios.
Para terminar, hay otra frase en su libro que es tremenda y que usted pone en boca de un importante empresario de la construcción: "En este país no se coloca un bolardo entre Irún y Tarifa sin que alguien cobre. Te digan lo que te digan y se pongan como se pongan". ¿La corrupción está más extendida de lo que pensamos?
Eso me lo dijo un directivo muy, pero que muy, importante de una empresa dedicada a las infraestructuras. En el libro escribo que Javier Sáenz Cosculluela, ministro de Obras
Públicas y Urbanismo de 1985 a 1991, suele contar la confidencia de un empresario
a quien un subdirector general del departamento le había informado con la
mayor naturalidad de que la institucionalización de los contratos costaba un 3%.
En España hay tres poderes fácticos: constructoras, eléctricas y banca. Cada sector tiene sus propias formas de actuar. Las empresas eléctricas tiene un gran poder pero lo hacen de otra manera más discreta. Pero las constructoras... lo vemos con Gürtel, el 90% de la corrupción proviene de la construcción.
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