Este artículo se publicó hace 3 años.
La Inspección pone coto al trabajo gratuito: cae a su nivel más bajo tras cazar a más de 1.200 empresas por irregularidades en el registro de la jornada
Los primeros treinta meses de obligatoriedad del registro horario en las empresas se cierran con cerca de 1.300 sanciones por eludir la supervisión o por obligar a los empleados a trabajar más tiempo del que marcan sus contratos.
Zaragoza-
El trabajo gratuito, que experimentó una vertiginosa recuperación con el final de los confinamientos, ha caído a los niveles más bajos desde que existen datos: los asalariados españoles hicieron 2.168.300 horas extraordinarias no pagadas en el tercer trimestre de este año, por debajo incluso de los 2,32 millones del verano de 2020 y de los 2,21 de esa misma estación de 2010, en ambos casos, respectivamente, en la fase de mayor intensidad de la actual y de la anterior crisis.
Esos datos, procedentes de la EPA (Encuesta de Población Activa) que elabora el INE (Instituto Nacional de Estadística), indican, no obstante, que el trabajo gratuito sigue engullendo el equivalente a más de 54.000 empleos de jornada completa, con sus respectivas y millonarias mermas en salarios, impuestos y cotizaciones.
Son, en cualquier caso, dos terceras partes de los casi 75.000 empleos equivalentes que se esfumaban por el sumidero del trabajo gratuito en el primer semestre de 2019, al final del cual, el 12 de mayo de ese año, entró en vigor el registro de jornada, una medida cuya aplicación, según dictaminó el TJUE (Tribunal de Justicia de la UE), acumulaba quince años de retraso.
La vigilancia de su aplicación se incluyó desde entonces en los ejes de control de la Inspección de Trabajo, que en los primeros 30 meses de vigencia de la norma ha impuesto un total de 1.274 sanciones a empresas por un montante de 1,53 millones de euros por eludir la obligación de controlar los horarios de sus trabajadores, según consta en la respuesta del Ministerio de Trabajo a una pregunta del senador del PSOE Miguel Ángel Heredia.
Llama la atención la concentración de las infracciones en provincias costeras y con elevado peso del sector turístico, una constante que se da tanto en las muy pobladas, con 74 actas en Barcelona y 54 en Valencia, como en otras con menos ‘plantilla’ como Murcia (129) y Málaga (117), además de en las islas, con 90 en Baleares, 43 en Las Palmas y 63 en Santa Cruz de Tenerife.
No obstante, el mayor registro se da en Madrid, con 165 actas, mientras Palencia se sitúa como la única en la que la Inspección no detectó infracciones entre mayo de 2019 y septiembre de 2021. Le siguen Lleida y Ciudad Real con dos y Teruel con tres.
"Se está incrementando el número de inspecciones laborales para evitar el abuso y la explotación laboral", destaca Heredia, que recuerda cómo el registro fue implementado "como medida de control al gran número de horas extra sin registrar y, por consiguiente, sin cotizar, que realizan los trabajadores en España".
"Se trata de evitar que las empresas no informen a los empleados de sus condiciones laborales o no pongan a su disposición los informes del registro horarios, de que no se contraten a trabajadores por cuatro horas y trabajen diez o doce, horas extraordinarias que luego no se pagan", explica el senador, que llama la atención sobre cómo en ese último supuesto las sanciones se agravan, lo mismo que ocurre cuando se excede el límite de 80 anuales o si laa realizan menores de 18 años.
“Las horas extra que no se pagan son un elemento estructural”
"Las horas extra que no se pagan son un elemento estructural, no son algo coyuntural, y suelen oscilar entre los 2,5 y los tres millones de horas por semana. Da igual cómo vaya la economía", señala Luis Zarapuz, economista del Gabinete Económico de CCOO, que se refiere a ellas como "un fenómeno acotado pero estructural" mientras que, por el contrario, "las pagadas sí están relacionadas con los ciclos económicos".
El volumen de trabajadores que únicamente realizan horas extras sin cobrarlas ha oscilado en los últimos catorce años entre los 260.000 y los 450.000, mientras que los que no perciben ninguna remuneración por una parte de las que realizan se sitúa entre los 25.000 y los 75.000, según los datos de la EPA. Serían entre un 2,1% y un 3,2% de los asariados, concentrados, por este orden, en ramas del sector servicios como la educación, el comercio, la industria, la hostelería y el transporte y la logística.
No obstante, Zarapuz coincide con Alberto del Pozo, coordinador de Economía del Servicio de Estudios de UGT, en poner en cuarentena que se trate de un cambio de tendencia y en que este se deba a la presión de la Inspección. También lo hacen en el carácter estructural de esas bolsas de empleo no remunerado: "Se estaba normalizando una anormalidad", anota este último.
"Se aprecia que cuando se intensifican las inspecciones hay un alza en los datos de fraude laboral, como ocurre ahora con las horas extra no remuneradas. Siempre que hay una norma exigente es positivo que incluya sanciones disuasorias para que se cumpla. No puede resultar más barata la infracción que la sanción", indica Del Pozo, quien al mismo tiempo apunta que "hay que tomar los datos con cautela porque estamos en un periodo extraordinario, aunque lo cierto es que el volumen de horas extra no pagadas está en el nivel más bajo desde que existen datos".
Las prolongaciones de la jornada sin remunerar
"No ha habido un cambio estructural, aunque sí una ligera tendencia a la baja", anota Zarapuz, que explica que, en realidad, el volumen de trabajo gratuito es, según los datos de la propia EPA, prácticamente el doble del que indica ese registro.
"Hay prolongaciones de jornada que ni son horas extraordinarias ni se remuneran. Se trata de ampliaciones rutinarias, por ejemplo para cerrar la caja en los comercios o para acabar determinadas operaciones en oficinas y en otros sectores, que suponen un volumen similar", indica el economista, que destaca cómo esas situaciones se concentran en sectores cuyos perfiles no se incluyen entre los que normalmente se consideran precarizados.
Varios informes de CCOO situaban antes de la pandemia entre 10.400 y 11.500 millones de euros los salarios que las empresas se ahorran con "esa enorme bolsa de jornada trabajada pero no pagada" que "engrosa aún más los niveles de beneficio y de explotación empresarial a costa de la clase trabajadora", ya que el "valor añadido correspondiente a ese tiempo de trabajo no pagado" supera los 18.000 millones.
En 2019, y según las estimaciones del sindicato, la extensión de la jornada por encima de lo pactado en los contratos afectaba a 930.000 asalariados que cada semana trabajaban una media de 10,5 horas por encima de lo legal y cuyo perfil "no se ajusta" a los que "comúnmente se suele asociar con la precariedad", lo que "evidencia que ésta se extiende con fuerza a actividades o segmentos que se consideran a priori a salvo". El 42% desempeña ocupaciones técnicas y profesionales.
El empleo se recupera con más vigor que la economía
"El trabajo de la Inspección está aflorando empleo sumergido e ilegal", anota Del Pozo, que destaca cómo, en general, "las horas trabajadas están creciendo más que la ocupación" y esta, a su vez, lo está haciendo por encima de la progresión oficial del PIB.
"La actividad económica no está tirando todo lo que se esperaba y, al mismo tiempo, los datos del empleo están por encima de los de actividad, y eso no parece muy razonable", anota el economista, que no descarta que el INE acabe haciendo una revisión al alza del PIB, ya que también algunos otros indicadores, entre ellos los de consumo privado, apuntan también en esa dirección.
Con todo, también recomienda cautela en este ámbito: "Hay que esperar a ver qué ocurre en los próximos trimestres, ya que todo apunta a que la variante ómicron puede suponer una nueva perturbación de la actividad económica".
Los registros de la EPA cifran en 600 millones de horas semanales la suma de las tareas de todos los ocupados del país, una cifra netamente superior a los 558,4 del año pasado pero inferior a las de los dos previos a la pandemia (619,5 y 628,3), y menor también que la del periodo 2008-2011, en el tramo inicial de la anterior crisis.
"Las horas trabajadas están creciendo más que los empleos, ya que se están recuperando ocupaciones completas y partes de jornada que se habían perdido de trabajadores que, al estar en ERTE, figuraban como ocupados pero no las trabajaban", indica Del Pozo, que añade que "se está produciendo una secuencia de afloración del empleo, primero con quienes salen de los ERTE y con la normalización de otras situaciones. Después veremos qué ocurre con esas horas extraordinarias que no se pagan".
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