Este artículo se publicó hace 4 años.
La fusión BBVA-Sabadell entusiasma a los inversores pero castiga a usuarios y trabajadores
Las claves de una operación que profundiza en el brutal proceso de concentración bancaria derivado de la crisis financiera de 2008 y del avance de la digitalización.
Vicente Clavero
Madrid-
La banca española lleva doce años inmersa en un proceso reconversión que ya se ha llevado por delante más de 115.000 puestos de trabajo y ha reducido sustancialmente las posibilidades de elección de los usuarios financieros.
Los protagonistas del último episodio de ese proceso son el BBVA y el Banco Sabadell, cuyas negociaciones para una eventual fusión han sido recibidas con alborozo por los inversores.
¿Qué se sabe exactamente de la fusión?
De momento, la única información oficial es la que BBVA y Sabadell trasladaron el lunes a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). En sendos comunicados, ambas entidades admitían la existencia de negociaciones para una eventual fusión, pero poniendo todo tipo de cautelas, como es habitual en estos casos. También se conoce quiénes asesoran a los dos protagonistas de la operación: JPMorgan al BBVA y Goldman Sachs al Sabadell. El resto son sólo conjeturas.
¿Por qué se embarcan ahora en un proceso así?
Los reguladores llevan tiempo fomentando la concentración bancaria en Europa para alumbrar entidades más potentes, que puedan hacer frente a las crecientes exigencias de capital y a un negocio muy condicionado por las políticas de bajos tipos de interés. Fruto de esa presión fue el acuerdo de absorción de Bankia por CaixaBank, que dará lugar al primer banco por activos en España. En el mismo contexto hay que situar las negociaciones entre Unicaja y Liberbank, que están también muy avanzadas.
¿Qué posición ocuparía la sociedad resultante?
BBVA y Sabadell ocuparían el segundo puesto del ránking por activos en España, sólo por detrás de la nueva CaixaBank y a muy corta distancia de ella. El Santander se tendría que conformar con la tercera plaza por ese concepto, aunque continuaría siendo el banco español más grande a escala global, gracias a su negocio en el extranjero. No obstante, la entidad presidida por Ana Botín siempre tiene la posibilidad de comprar otro banco para recuperar posiciones en el mercado doméstico, como hizo en 2017 al absorber el Popular.
¿Es eso probable?
El Santander lo descarta, al menos por ahora; pero estos procesos siempre se niegan hasta que están prácticamente cerrados. Lo que no tiene vuelta de hoja es que las opciones son cada vez más limitadas y que ya no le bastaría con una sola adquisición para hacerse con el liderazgo. El único de los seis grandes bancos todavía sin pareja es Bankinter, que tradicionalmente va por libre, aunque está controlado por otro Botín, Jaime, tío de la presidenta del Santander.
¿BBVA y Sabadell sólo serían segundos por activos?
En realidad, lo serían por todos los conceptos que habitualmente se utilizan para comparar el tamaño de los bancos, como el número de empleados y oficinas. Sus respectivas plantillas sumarían 46.365 trabajadores y el número conjunto de sucursales ascendería a 4.240, siempre por detrás de la nueva CaixaBank. Pero estas cifras son provisionales, ya que las fusiones, todas, llevan aparejados recortes de efectivos y estructuras para evitar duplicidades y ahorrar gastos.
¿Pero no ha habido ya suficientes recortes en el sector?
Ha habido muchos, desde luego; sobre todo, a raíz del estallido de la crisis financiera en 2008. Un ejemplo: hace doce años, el sector financiero contaba con 276.497 empleados y en este tiempo ha prescindido de más de 115.000. Oficinas se han cerrado prácticamente la mitad, en buena parte debido también al imparable proceso de digitalización de los servicios. Pero los bajos tipos de interés han reducido de forma significativa el margen de los bancos y eso explica que la poda siga. Sin ir más lejos, el Santander acaba de anunciar un expediente de regulación de empleo (ERE) para 4.000 trabajadores.
¿Afectan la concentración bancaria a la competencia?
Las autoridades sostienen que no. Sin embargo, es evidente que los consumidores de servicios financieros, que somos la inmensa mayoría de los españoles, tenemos cada vez menos donde elegir. En 2008 había más de medio centenar de entidades operativas entre bancos y cajas de ahorro; ahora, apenas queda una docena. Y no sólo hay menos, sino que también son más poderosas y, en consecuencia, su capacidad de imponer sus condiciones es mayor.
¿Pero al mercado le gusta, según ha sido la reacción de la Bolsa?
Son dos cosas distintas: una el mercado de servicios bancarios y otra el bursátil, cuyos intereses no tienen por qué coincidir siempre e incluso con mucha frecuencia son contrapuestos. En el anuncio de negociaciones entre BBVA y Sabadell, los inversores han visto las posibilidades de revalorización de ambos y por eso se han disparado en una Bolsa que está ávida de buenas noticias, tras meses cuesta abajo por culpa de la crisis sanitaria. Téngase en cuenta que, pese al fuerte rebote del lunes, la capitalización del BBVA (24.391 millones de euros) seguía muy por debajo de la registrada al cierre de 2019 (33.226 millones). Y no digamos ya el Sabadell (2.358 millones frente a 5.852 millones).
¿De dónde va a sacar el dinero el BBVA?
Ésa era una de las grandes incógnitas que planteaba la operación cuando empezó a barajarse hace meses. Pero ya está despejada: el BBVA ha llegado a un acuerdo para vender su filial en Estados Unidos a PNC Financial Service Group por 11.600 millones de dólares (9.700 millones de euros) en efectivo. Ese dinero servirá para que el banco español refuerce su capital con vistas a la absorción del Sabadell y, además, le permitirá anotarse unas plusvalías netas del orden de 580 millones de euros en las cuentas de 2021.
¿Y eso en qué beneficia al accionista?
Se supone que, al serlo de una sociedad más grande, el valor de sus títulos será mayor una vez que se materialice la operación, hacia mediados del año que viene. Por otra parte, las plusvalías repercuten en el beneficio y, consecuentemente, en la cantidad a repartir como dividendo cuando el Banco Central Europeo (BCE) levante su prohibición, cosa que se espera para principios de 2021 si la situación económica mejora. El BBVA también ha anunciado que utilizará parte de los recursos obtenidos de la venta de su filial en la retirada de acciones del mercado, lo que debería elevar su cotización.
¿Qué hacía el BBVA en Estados Unidos?
La entrada en ese mercado fue un empeño del anterior presidente, Francisco González, imputado desde hace ahora un año por su relación con el comisario Villarejo, al que supuestamente encargó actividades de espionaje. La filial estadounidense del BBVA se encuentra en Houston (Texas), aunque sus actividades de banca comercial y minorista se extienden también por los Estados de Alabama, Arizona, California, Florida Colorado y Nuevo México. La parte institucional del negocio, desarrollada a través de BBVA Securities, no ha sido incluida en el acuerdo con PNC, como tampoco la participación en el fondo Propel Venture Partners US.
¿Ha obtenido un buen precio?
Eso sostiene el banco, ya que los 9.700 millones de euros suponen dos veces y media el valor otorgado a la filial por el mercado y casi veinte veces su beneficio de 2019. Pero los especialistas calculan que el BBVA gastó en su momento cerca de 11.000 millones en la compra de los activos ahora vendidos y además tuvo que aplicar un saneamiento en libros contra resultados por importe de otros 4.445 desde 2012.
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