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España recibe la subida de los tipos con la mitad de su deuda pública aplazada a más de cinco años

El aumento de medio punto del precio del dinero acordado por el BCE a partir del 1 de agosto llega cuando las administraciones españolas acumulan pasivos por valor de 1,45 billones de euros que suponen el mayor volumen de la historia del país y por los que, al mismo tiempo, paga los menores intereses.

03/08/2022. Las ministras de Economía y de Hacienda, Nadia Calviño y María Jesús Montero, en una comparecencia, a 29 de abril de 2022.
Las ministras de Economía y de Hacienda, Nadia Calviño y María Jesús Montero, en una comparecencia, a 29 de abril de 2022. Juan Carlos Hidalgo / EFE

"La subida del tipo de interés de referencia empuja a todos los tipos de interés, también a los de renta fija como los bonos públicos, y eso se va a dejar notar: al Tesoro le van a pedir en las subastas de deuda intereses más altos, pero eso no cambia los que se pagan por la deuda ya emitida", explica el economista Eduardo Garzón, ante el inicio de la escalada del precio oficial del dinero este 1 de agosto tras haberlo decidido así hace unos días el BCE (Banco Central Europeo).

El emisor europeo acordó el pasado 21 de julio subir el tipo de interés de referencia para los préstamos al 0,5% después de más de una década de política monetaria expansiva o de tipos cero y con el objetivo de frenar la inflación (8,6% en Europa, más del 10% en España), aunque también, pese a los rumores que apuntan a otras dos subidas de ese calado este otoño, con el riesgo asumido de pinchar el crecimiento y arrastrar a Europa a una recesión.

La subida de los tipos de interés, precedida de otra del Euríbor, el índice de referencia de las hipotecas, que vuelve a niveles de hace una década, y también de un amago de ataque especulativo contra la deuda de los países del sur que disparó momentáneamente la prima de riesgo, ha desatado las tradicionales estimaciones catastrofistas sobre sus efectos para las arcas públicas españolas, a las que, en un caso palmario de "cuenta de la vieja", se asigna de salida un sobrecoste de 7.000 millones de euros al año en intereses por cada medio punto de subida.

Esa estimación, en la línea de las frecuentes interpretaciones catastróficas de los indicadores económicos, sale de aplicar directa y teóricamente la subida de los tipos de interés a los 1,45 billones de deuda que, según los datos del Banco de España, acumulan las administraciones españolas, un 75% de ella a nombre de la estatal.

Sin embargo, el funcionamiento de la deuda pública se aleja bastante de esos mecanismos simplistas, ya que los intereses se pagan cuando vencen los instrumentos de deuda y se reintegra el principal, o en los hitos intermedios previamente acordados, y con las condiciones que se contrataron al colocarlos, algo que en el caso de España incluye un abanico temporal de menos de dos semanas a casi 50 años y una horquilla de gravámenes que va de los registros negativos de los últimos meses a los gravosos picos superiores al 6% de hace veinte años.

Fortalezas y debilidades de la deuda pública española

"La evolución de la carga de la deuda va a depender de muchos factores", advierte Garzón, que destaca entre ellos la propia estructura de esa deuda, la variación de la prima de riesgo y el tipo de intervenciones que finalmente vaya a desarrollar el BCE.

"La evolución de la deuda y de la prima van a depender también de lo que haga el BCE, de lo firme que se mantenga. Está todo en el aire", anota el economista, que descarta los planteamientos agoreros: "la deuda pública siempre se va a pagar", dice, mientras recuerda que ni siquiera Grecia dejó de liquidar sus vencimientos la pasada década.

La deuda pública española presenta, junto a debilidades como su desmesurado volumen, superior al del PIB del país, fortalezas por los bajos tipos de interés con los que ha colocado sus bonos y letras en los últimos años y por la estructura de su calendario de pagos.

Según los datos del Tesoro, cerca de la mitad de los instrumentos de deuda estatal, 604.042 millones, vencen en los próximos cinco años, hasta finales de 2027, para darse después una ralentización con 354.568 en el siguiente lustro y quedar otros 184.091 para los 39 siguientes, hasta 2071; siempre, obviamente, sumando las nuevas emisiones. "Es un margen muy amplio", apunta Garzón. Paradójicamente, en los últimos años el coste de esa deuda ha ido tendiendo a la baja al mismo tiempo que su volumen iba creciendo.

En este sentido, y según las cifras recogidas por DatosMacro, la consignación de fondos para cubrir intereses de la deuda en los Presupuestos Generales del Estado se sitúa este año en 30.175 millones de euros, que son 8.415 menos (-21,8%) que los anotados en 2013, cuando esa factura comenzó a bajar.

Ese "fenómeno", que ha hecho que la llamada "carga de la deuda" baje en una década del 4% al 2% del PIB, se debe, como ocurre en cualquier crédito o inversión, a la combinación de los plazos y los intereses: la media de liquidación supera ahora los ocho años, que son casi dos más que los seis y algo de la etapa de la burbuja, un periodo en el que los segundos han caído de más del 4% a menos del 3% (-36% en quince años).

Los bonos a tres y cinco años salían a interés cero en la subasta de finales de julio y se acabaron contratando por unos intereses, respectivamente, del 1,4% y el 1,7%.

La depreciación del euro frena las primas de riesgo

El otro factor clave, la prima de riesgo, que es el indicador que mide la diferencia entre la rentabilidad que los Estados se ven obligados a asumir para colocar su deuda pública en relación con la alemana, también se encuentra en mejores registros que hace unos años.

Los menores repuntes de la prima de riesgo se deben a la depreciación del euro frente al dólar

Concretamente, el 27 de julio, cuando se cumplía una década del récord histórico de 570 puntos en plena crisis financiera posburbuja, ese indicador se encontraba en 117, casi cinco veces menos, y alejada del 209 de Grecia y del 244 de Italia.

Entre otras causas, los menores repuntes de la prima de riesgo se deben, al menos en parte, a la depreciación del euro frente al dólar, que está tirando al alza de los intereses de la deuda alemana al preferir los inversores monedas como la estadounidense, la japonesa o la suiza y al empujar la cotización de la primera de ellas la fuerte demanda para las transacciones de derivados del petróleo.

En ese cuadro, la subida del valor de referencia atenúa los eventuales crecimientos de los que se van comparando con independencia de su magnitud numérica.

El BCE posee la cuarta parta de la deuda española

Se da por hecho que la subida de los tipos de interés decretada por el BCE, y las que al parecer le seguirán, tirarán al alza del coste de financiar la deuda para las administraciones, entre ellas para la española, aunque no se trata de un proceso inminente sino lento, de varios años en el peor de los casos, y cuyas cuantías son imposibles de anticipar a fecha de hoy. 

En cualquier caso, las eventuales subidas sí pueden trasladarse con rapidez a productos como las letras, que se emiten con plazos de liquidación de entre seis meses y dos años aunque a fecha de hoy no suponen, con 77.245 millones, más del 6,3% del total de la deuda de la Administración central.

"Al Tesoro le van a pedir mayores intereses en las subastas de bonos, y más si los inversores aumentan las ventas de deuda española en el mercado secundario", explica Garzón, que señala al BCE como un actor fundamental en este proceso tras su decisión de dejar de adquirir nuevos bonos de los países europeos para mantener al mismo tiempo las compras de los que vayan venciendo como sistema para apuntalar las finanzas de esos Estados.

Eso supone que un paquete de 392.760 millones de euros en bonos y 6.986 en letras, algo más de la cuarta parte de la deuda pública española, seguirá durante unos años bajo el control del BCE y al margen de los movimientos especulativos, algo que, si bien no impide que esas maniobras lleguen a producirse para encarecer las emisiones, al menos reduce la exposición del Tesoro a ellas.

Los otros grandes tenedores de deuda pública española son los bancos locales, con 136.405 millones de euros en bonos y 9.328 en letras; y entidades "no residentes", las cuales, con sendos paquetes de 428.264 y 52.043, acumulan en su conjunto una cartera mayor que la del BCE.

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