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España se rebela por la vivienda: destapamos el lado oscuro de la especulación

La vivienda se ha convertido en la mayor fuente de desigualdad en España y en la segunda gran preocupación para los españoles, según el CIS.

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Sindicatos piden la bajada de los alquileres y la eliminación de clausulas abusivas. Livia Castro

España está viviendo una oleada de desahucios. El precio de los alquileres no para de subir. Los fondos buitre están arrebatando a miles de familias sus hogares y este 13 de octubre, el pueblo, por fin, ha decidido salir a la calle.

El propósito de esta manifestación es luchar por una vivienda digna, erradicar las cláusulas abusivas y promover una huelga de alquileres. Pero ¿cómo hemos llegado hasta este punto? Analizamos la situación con la abogada y experta en vivienda Alejandra Jacinto y con Andrés Pradillo, miembro del sindicato de inquilinas.

La vivienda se ha convertido para muchas personas en una preocupación, en una carencia, cuando, según la Constitución, debe de ser un derecho para todos y todas, sin excepción. Para otros se ha convertido en un negocio, en algo con lo que especular a toda costa. Hablamos de los fondos buitre. Grandes tenedores. Grandes empresas que se dedican a comprar un gran número de viviendas a un precio reducido para enriquecerse a costa de empobrecer a sus inquilinos.

Son empresas, bancos y fondos de inversión. Jacinto menciona BlackStone y Pradillo, el Banco Santander o La Caixa. Pero no actúan directamente, lo hacen a través de filiales. Entre estos tres suman más 46.000 viviendas a lo largo y ancho del país. Se calcula que casi el 10% de las viviendas en España pertenecen a megatenedores privados. Mientras que sólo el 6% se corresponde con vivienda pública.

En Madrid, por ejemplo, hay alrededor de 22.000 viviendas públicas, lo que significa que apenas se llega a los 0,47 inmuebles alquilados por la Administración por cada 100 habitantes. Estas cifras se quedan muy lejos de las de la Unión Europea, que registra cuatro viviendas sociales por cada 100 habitantes, esto es, ocho veces más que en España.

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