Este artículo se publicó hace 3 años.
Las empresas explotan la precariedad pese a declarar 100.000 empleos vacantes en sus plantillas
Las estadísticas oficiales ponen sobre la mesa la paradójica convivencia de decenas de miles de puestos de trabajo que teóricamente las empresas no pueden cubrir con un desenfrenado carrusel de más de 50.000 contratos eventuales diarios y casi seis millon
Zaragoza-
"El 95% de las vacantes lo son por decisión de las empresas, que deciden que no necesitan contrataciones. Son vacantes ficticias", explica Alberto del Pozo, de Economistas Frente a la Crisis, ante el dato, recogido por la Encuesta Trimestral de Coste Laboral del INE (Instituto Nacional de Estadística), que apunta a la existencia de más de 100.000 puestos sin cubrir en las plantillas de las empresas españolas, un registro que no acaba de casar, o cuando menos no del todo, con otros como la existencia de 3,4 millones de desempleados o de otros 1,7 contratados en puestos de cualificación inferior a su formación, ni tampoco con el desenfrenado carrusel de más de 54.000 contrataciones eventuales que recoge el Ministerio de Trabajo.
La estadística del INE recoge la existencia de una bolsa de 109.627 puestos sin cubrir en las plantillas de las empresas e instituciones españolas que tras el primer año de pandemia ha recuperado la tendencia creciente de los últimos ocho años, en los que aumentó un 73% desde los 63.350 previos al inicio de la recuperación de la anterior crisis.
El grueso de esas vacantes (87,5%) se concentran en el sector servicios y, dentro de este, en las administraciones (37.048 al cierre del segundo semestre), el comercio (12.692) y el cuarto sector (9.292), todos ellos con bolsas superiores a las de actividades como la hostelería (8.170) o el transporte (3.208), cuyas supuestas carencias de profesionales han generado cierta polémica mediática en los últimos meses.
Los datos referentes a las administraciones, directamente vinculados a las duras limitaciones a las tasas de reposición aplicadas por los gobiernos de Mariano Rajoy entre 2012 y 2018, reducen a poco más de 70.000 los huecos en el sector privado.
"No hay un problema de vacantes, esas polémicas son ficticias", apunta Del Pozo, que coincide en el análisis con los sindicatos de esos ramos , que apuntan a la migración hacia otros sectores durante la pandemia de profesionales para los que han dejado de resultar atractivos los salarios de sus antiguos empleos.
“Habría que ver, cada caso para ver esas dificultades”
"Los datos apuntan a una situación bastante estable, sin fluctuaciones destacadas aunque con algún pico", explica el economista, que anota que "eso no quiere decir que no haya momentos puntuales en los que las empresas tardan en cubrir algunos puestos de trabajo, aunque quizás eso tenga que ver con las condiciones que se ofertan, que en ocasiones hacen variar la demanda de empleo en determinados sectores".
"Habría que ver, caso por caso, si esas dificultades para cubrir determinados vacantes responden más a la disponibilidad o no de trabajadores o a las condiciones de las ofertas", añade. En cualquier caso, las existencia de vacantes parecen tener más que ver con decisiones voluntarias de las propias empresas que con otras causas.
Así, el porcentaje de las que aseguran no necesitar nuevas contrataciones se acerca al 95% y lo supera en ramos como la industria, donde al mismo tiempo se registran 6.122 puestos libres en un nivel similar al de la construcción (6.575), mientras la apelación a los elevados costes que supone la mano de obra presenta una clara tendencia descendente que ha llevado a que ese argumento sea el principal solo en uno de cada 34 casos.
La existencia de ese volumen de puestos de trabajo por cubrir convive, en un mercado laboral en el que la demanda de empleo tiene un peso notablemente superior a la oferta, con una normativa laboral que facilita que en un solo mes, como ocurrió en octubre, lleguen a firmarse 1.694.088 contratos temporales (nueve de cada diez) y que más de la tercera parte de ellos sean de jornada incompleta.
Eso significa que los 100.000 puestos sin cubrir conviven con una media de 54.648 contratos eventuales diarios, de los que más de 36.600 abarcan jornadas de ocho horas y casi 18.000 no la alcanzan; es decir, que en el mercado laboral español el peso de la contratación precaria resulta netamente superior a las dificultades declaradas por las empresas para cubrir determinados puestos.
"Los datos indican claramente que en España hay más gente buscando un empleo que no encuentran que lo contrario", señala Del Pozo, que llama la atención sobre los más de 1,7 millones de puestos "cubiertos con trabajadores de capacidades superiores a las que se requieren".
“Tienen más capacidad para ofrecer perores puestos”
La devaluación salarial y el deterioro de las condiciones sociales de los empleos desde la aplicación de la reforma laboral, que produjo un desequilibrio en las negociaciones laborales a favor de las empresas, es otro de los factores clave para entender esa extensión de la precariedad.
"Tienen más capacidad para ofrecer puestos de trabajo con peores condiciones que antes, más fuerza para que se acepten", añade el economista, que plantea cómo la interiorización de ese escenario "puede llevar a alguien a pensar que cuando no se cubre un puesto es porque no hay trabajadores disponibles".
En cualquier caso, mientras la contratación eventual presenta el desenfreno que recogen las estadísticas oficiales del Ministerio de Trabajo, los porcentajes que suponen las vacantes declaradas sobre los volúmenes de ocupación del mercado laboral español, del 0,5% sobre el total y del 0,7% sobre el asalariado, se sitúan en los márgenes del denominado ‘paro friccional’, que es el relacionado con los cambios de ocupación.
Por el contrario, la suma de los 4,4 millones de eventuales y los 1,3 de indefinidos que no llegan a trabajar la jornada completa suponen, respectivamente, un 30% y un 44% de la ocupación y del empleo asalariado, unas cifras que, si se tienen en cuenta los 3,4 millones de desempleados y se confrontan con las más de 100.000 vacantes, dibujan un mercado laboral en el que la confluencia de oferta y demanda sufre intensas distorsiones.
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