Este artículo se publicó hace 3 años.
Diez personas reconocen su implicación en el fraude Petromiralles tras pactar con la Fiscalía
Nueve de ellos han admitido el delito de falsedad documental que les achacaba el Ministerio Público y la persona restante ha reconocido blanqueo de capitales.
Madrid-
Diez acusados por el supuesto fraude millonario del IVA de Petromillares en gasolineras de Catalunya han reconocido este martes, tras alcanzar un acuerdo de conformidad con la Fiscalía de la Audiencia Nacional, de manera parcial, su implicación en la trama.
Nueve de ellos, ante la sección primera de la sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, han admitido el delito de falsedad documental que les achacaba el Ministerio Público. La persona restante ha hecho lo propio, pero con el blanqueo de capitales, en una jornada en la que, sin embargo, los presuntos testaferros han proclamado su inocencia.
La directora financiera de Petromiralles, Eva Orga, ha sido una de las personas que se han declarado culpables de falsedad, aunque no ha querido detallar en qué medida fue responsable ni en qué momento concreto cometió el delito, a pesar de la insistencia del tribunal de cara a dictar una sentencia de conformidad.
Sin embargo, sí que ha cargado contra uno de los clientes del grupo, Antonio Rodríguez Estepa, a quien los dueños de la compañía, José María y Pedro Torrens, prestaron dinero para la explotación de una cantera que, después, les generó una importante deuda.
Según Fiscalía, los Torrens han sido los principales beneficiarios de un "entramado empresarial" que Fiscalía considera "creado expresamente para lograr la obtención de productos petrolíferos a un precio sensiblemente inferior al de mercado".
Los hermanos Torrens niegan blanquear dinero "en ningún sitio" porque no sabrían "ni cómo hacerlo"
Este precio "súper reducido" se habría alcanzado "haciendo responsables de la liquidación del pago de los impuestos (...) a unas empresas instrumentales (Fast Petrol, Servicios Petrolíferos Avanzados y Scout Energy), a cuyo frente "se colocan testaferros" que no abonaban el IVA.
Acusaciones que "para nada" reconocieron los hermanos durante la primera sesión del juicio, en la que rechazaron su implicación así con haber blanqueado el dinero "ni en Hong Kong, ni en Andorra, ni en ningún sitio" porque no sabrían "ni cómo hacerlo".
Discrepancias entre el borrador y la declaración del IVA
Sobre el modus operandi, dos antiguas trabajadoras del supuesto asesor legal de la trama, José María Talarn, han asegurado que era Talarn quien les pedía que modificaran las declaraciones del IVA, "porque quedaban muchas facturas recibidas por contabilizar".
"Nos pasaba los datos telefónicamente o nos los dejaba anotados en los expedientes. Modificaba el IVA soportado aumentándolo. Pequé de muy imprudente porque entonces no me cuestioné la diferencia que había entre el borrador que nos pasaban y lo que se cambiaba", ha dicho una de ellas.
Una empleada de Rodríguez Estepa ha expresado que comenzó a sospechar cuando vio "que la declaración no coincide con el borrador que sacábamos del programa. Se tenía que haber pagado más (IVA)". Además, vio transferencias a dos empresas en Hong Kong, pero no actuó ya que "no tenía por qué cuestionarlo", ha añadido.
Y otra trabajadora de la misma empresa se ha declarado autora del delito de blanqueo, relatando que, previa petición de la responsable de contabilidad de la empresa, pidió dinero a Rodríguez Estepa para pagar "la nómina de los trabajadores".
Durante la mañana del martes también ha intervenido el que, según los investigadores, es uno de los testaferros: Francisco Javier Amaya, quien figura como administrador de la sociedad Scout Energy.
"Cuando me ofrecieron el 'trabajito' este, no sabía qué hacer", ha respondido Amaya
"En esos años no tenía ni un duro. No tenía ninguna experiencia en el sector del combustible ni en ventas. Cuando me ofrecieron el 'trabajito' este, no sabía qué hacer", ha respondido el acusado, de profesión "chófer y chatarrero".
A tenor de su versión, llegó "a pedir faena de chófer. Me dijeron que tenía que esperar un poquito. Al final me comentaron lo de Sevilla —donde Scout tenía sede— y les dije que sí, que me iba a Alemania si hacía falta", ha apuntado Amaya, cuya labor en la empresa era "la de un mueble".
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