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El decálogo de riesgos que el FMI divisa en el horizonte próximo y lejano

La cumbre otoñal del Fondo Monetario Internacional ensalza la política restrictiva de los bancos centrales para frenar la inflación y señala la deuda como la mayor amenaza financiera.

Decálogo de riesgos que el FMI divisa en el horizonte próximo y lejano
Una conferencia en la que participan representantes del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Europa Press

La cumbre otoñal del FMI que comienza esta semana deja lecturas preocupantes en el terreno económico-fiscal. El organismo pone el acento en los déficits presupuestarios y en el financiero, con fuertes marejadas por la enorme montaña de endeudamiento global y los efectos devastadores que los avances de la Inteligencia Artificial (IA) y la carrera competitiva por la hegemonía mundial en el orden tecnológico pueden ocasionar en los mercados de capitales. En el terreno geopolítico, señala las tensiones en Oriente Próximo y Ucrania como epicentros actuales con capacidad de colapsar la actividad; y respecto a las políticas proteccionistas -en especial, en el sector industrial y manufacturero, aunque también en las compañías de chips- alerta de su poder para perturbar el comercio y la logística internacional.

Este decálogo de asuntos candentes ayuda a entender la elevada inquietud que despierta en el FMI los cambios en el orden mundial.

1.- Los riesgos geopolíticos y el proteccionismo comercial atenazan la economía global. El FMI será de nuevo contundente con los daños colaterales que las tensiones geopolíticas y las recetas de proteccionismo comercial, tecnológico e industrial están propiciando a la coyuntura mundial, con guerras arancelarias, incrementos de deuda y bajo crecimiento que están confeccionando una época de prolongada mediocridad económica. Así lo expresó Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI durante su discurso -el Curtain Raiser- previo a la cita otoñal de la institución.

La lucha contra la pobreza y el combate contra la crisis climática son los dos desafíos que más verán mermadas sus capacidades por este complejo cuadro de mando. Los elevados precios del consumo y el conflicto de Oriente Próximo y Ucrania han dejado secuelas que el PIB mundial atravesará un prolongado e incierto periodo de aterrizaje. Al mismo tiempo que la preocupación de la Casa Blanca por la seguridad nacional está dirigiendo a sus empresas y agentes financieros y económicos a apostar por negocios domésticos, en especial, en el ámbito industrial, lo que ha provocado un campo abonado al proteccionismo que responde explícitamente a su rivalidad con China.

El levantamiento de barreras tarifarias y vetos comerciales "es como arrojar un jarro de agua fría sobre una economía ya congelada", alertó Georgieva, antes de enfatizar que la combinación de un dinamismo anémico con una deuda astronómica "dificulta enormemente el futuro".

2.- La deuda marca el orden de riesgos soberanos. Es demasiado elevada. Tanto que, al término de 2024, se superará la psicológica barrera de los 100 billones de dólares. El 93% del PIB. Con perspectivas de aumento a corto y medio plazo, alimentadas por EEUU y China. Las amenazas que lleva aparejadas son "severas" y contribuyen a crear escenarios económicos adversos.

El FMI alerta de que, sin instrucciones de pagos anticipados de las obligaciones o procesos de reestructuración o renegociaciones de deudas, aumentará otros 20 puntos porcentuales, hasta el 115% del PIB global en el próximo trienio.

Hacen falta muchos más ajustes fiscales de los actualmente planeados para estabilizar -o, en el mejor de los casos, empezar la senda de su reducción- su trayectoria. A través de estabilizadores automáticos y con tendencias políticas dirigidas hacia el ajuste. "Son esenciales para asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas y la estabilidad financiera", advertirá el fiscal monitor del Fondo.

3.- Crecimiento insuficiente para crear empleo. La parálisis productiva se agudiza y resulta del todo punto insuficiente para que sirva de estímulo a la generación de puestos de trabajo y para reducir significativamente los servicios de deuda externa y espolear las fuertes inversiones que requiere la transición energética, dijo Georgieva. La directora gerente ensalzó las respuestas que los mercados laborales europeos y estadounidense han emitido con unas economías sometidas a altibajos productivos y a los bancos centrales por su éxito en el control de la inflación sin haber perjudicado las cadenas de valor y con los precios de alimentos y energía en fase de moderación.

En su última revisión de previsiones, en julio, el FMI situó en el 3,2% el crecimiento del PIB global este año y en el 3,3% en 2025.

4.- Toque de atención fiscal a gobiernos neoliberales. La directora gerente del Fondo, en su discurso curtain raiser, previo al comienzo de cada cumbre del FMI, no dudó en señalar que "líderes de partidos con tradición fiscal conservadora están desarrollando políticas de financiación del gasto". Georgieva fue contundente: "Es el momento de trabajar para reducir la deuda y devolver la estabilidad presupuestaria para evitar un inminente shock crediticio", lo que exige "la difícil tarea de elevar los ingresos y hacer el gasto más eficiente "con acciones que sean explicadas de forma conveniente a las ciudadanías". Porque los ajustes -aseguró- "nunca son populares, ni las reformas fáciles, pero son necesarias para reforzar la inclusión social y las oportunidades de trabajo y emprendimiento".

En su opinión, el retorno al potencial de crecimiento de los países es "crucial" para estimular la creación de empleo, la recaudación impositiva y ganar espacios presupuestarios suficientes para hacer sostenibles los niveles de endeudamiento". A través de tres líneas reformistas.

Por un lado, la flexibilidad de los mercados laborales, para que hagan frente al reto demográfico, donde la inmigración debe contribuir a sostener los sistemas de retiro y la mujer ha de ser una de las llaves de la creación de empleo.

Por otro, movilizar capital. Abundante en la arquitectura financiera mundial, pero, a menudo, mal distribuido por lugares y tipos de inversión porque a sus rincones más inhóspitos llegan solo activos poco productivos. Poner los ahorros a funcionar para adquirir una tasa de retorno de beneficios convenientes es la labor de los mercados de capitales. De ahí la necesidad de robustecer su estabilidad y capacidad de resiliencia y de dar impulso a valores creativos previamente bien confeccionados.

Y, por último, reforzar la productividad. Es a donde debe enfocarse el poder de la IA. Junto a más recursos destinados a educación e I+D+i. En las potencias industrializadas, a través de la industria del capital riesgo y ecosistemas creados para elevar el conocimiento financiero y el asesoramiento y las redes profesionales.

5.- Deberes para los bancos centrales: precisen sus estadísticas y análisis inflacionistas. Para el FMI, la espiral de precios que perturbó la economía global e impulsó políticas de subidas de tipos generalizadas y desconocidas desde comienzos de siglo, deja varias reflexiones ineludibles. Una de ellas, con acuse de recibo a los bancos centrales. "Tienen que revisar sus bases de datos y sus diagnósticos para acertar con sus políticas monetarias en el futuro". Sus expertos del área de Investigación Económica extraen dos lecciones.

La primera, que cuando surgen colapsos en los cuellos de botella de la oferta global de productos de forma generalizada, la instauración de estrategias de encarecimiento del dinero resulta "particularmente efectivas y capaces de dirigir la inflación a niveles de control con costes productivos limitados". Pero si esos cuellos de botella emergen de sectores específicos en mercados de precios flexibles como las materias primas, "un exceso de restricción en los tipos puede ser contraproducente" por precipitar a las economías a fases recesivas.

Sin decirlo expresamente, el Fondo saca a la palestra la idea de que las autoridades monetarias podrían haberse excedido en sus maniobras alcistas. Porque expresa su recomendación de que los bancos emisores "refuercen sus modelos", que utilicen "estadísticas sectoriales fiables" para identificar las fuerzas inflacionistas, para conocer si son subyacentes o generales, con objeto de "mejorar sus previsiones" y canalizar adecuadamente sus respuestas. Varios ya tienen su cuadro de mando estadístico y analítico bajo revisión -admite-, otros "lo harán en los próximos meses", pero todos "deben aplicar mayores dosis de flexibilidad" para salvaguardar su "credibilidad" e independencia.

6.- La incertidumbre económica amenaza la estabilidad financiera global. Mensaje paralelo en dirección a los ministerios económicos. La volatilidad de los mercados y el crecimiento anémico van de la mano. "Nuestros análisis muestran que una desconexión entre economías y mercados aumenta repentinamente la volatilidad bursátil y provoca drásticas caídas de los activos y shocks adversos y, en ocasiones, sistémicos".

El ciclo de negocios post-covid ha dejado huellas inflacionistas, voltajes geopolíticos, desastres climáticos y un fulgurante despliegue de adelantos tecnológicos que han creado incertidumbres financieras, exacerbado los riesgos bursátiles, retardado decisiones de consumo de los hogares y de inversión de las empresas y endurecido las condiciones crediticias. Y las fases de persistente volatilidad en los mercados reducen los ritmos de las economías. En la crisis financiera de 2008, las tensiones presupuestarias y el coste de los rescates redujeron en 1,2 puntos el crecimiento del PIB global. O, dicho de otra forma: los escenarios adversos pueden hundir el PIB desde una previsión de prosperidad del 0,5% a una contracción de siete décimas. Con efectos amplificadores, si los agujeros de déficit se agudizan y los de deuda se disparan.

Además de generar círculos viciosos en el comercio transfronterizo y los vínculos financieros del orden internacional, el combustible que propaga los contagios bursátiles. De ahí que sea preciso que las autoridades económicas inculquen transparencia a su gestión, mejoren su comunicación, transmitan de manera predecible sus agendas reformistas y sus controles presupuestarios que deben priorizar la consolidación de las cuentas públicas y combatir sus desmesuradas deudas.

7.- La Inteligencia Artificial (IA), arma de doble filo: arroja eficiencia y volatilidad. Desde luego, no parece la panacea de la productividad de la que hablaban gurús como Bill Gates hace meses. O, al menos, no de momento. Los rápidos desplazamientos de las firmas de chips y centros de datos por la montaña rusa de los valores bursátiles que han llevado a Nvidia a ser durante unas semanas la compañía con mayor capitalización del planeta -por delante de dos de sus principales clientes, Microsoft y Apple- no pueden esconder la súbita y fuerte corrección de sus acciones en las primeras fechas de este otoño.

El FMI hace un cierto examen de conciencia sobre el fenómeno de la IA. Tiene la habilidad de reconfigurar carteras de inversión, gestionar volúmenes de negociación bursátil descomunales, identificar rentabilidades de bonos, activos o derivados y hacer converger productos integrados que han determinado estrategias con cuotas de retorno positivas para hedge-funds o bancos de inversión. Pero pueden generar oscilaciones drásticas del mercado o anticiparse a decisiones de bancos centrales que pueden alterar la normal evolución de acciones, así como potenciar la migración de inversiones a firmas de inversión, entidades no bancarias u otro tipo de intermediarios menos transparentes.

Este poder para generar volatilidad exige a las autoridades económicas y monetarias reaccionar con armas igualmente contundentes. El FMI les aconseja regulaciones; por ejemplo, reforzando la identificación de los gestores de fondos o exigiendo información relevante de su instrumental de IA. O requiriendo a las instituciones financieras un mapa de convergencia de datos, modelos e infraestructuras tecnológicas que configuran sus estructuras de IA. Además de poner en liza mecanismos de supervisión más precisos y efectivos. Es decir, normas equilibradas que impulsen las ventajas operativas de la IA pero que mitiguen sus riesgos.

8.- Una década perdida de lucha contra la pobreza. La institución hermana del FMI, el Banco Mundial, certifica que este decenio marcará un freno en la lucha contra la pobreza extrema en el planeta. Después de una veintena de años con reducciones relativamente intensas. A juicio de sus expertos, el elenco de tensiones geopolíticas, la Gran Pandemia, los colapsos comerciales y logísticos, las disrupciones de las cadenas de valor o la estanflación que ha asolado el último y largo trienio han reducido los flujos de cooperación. También las catástrofes climatológicas o los episodios de escasez alimentaria.

Todo ello, hace imposible -aducen- alcanzar la reducción hasta el 3% la tasa de pobreza extrema en 2030, lo que, además, relegará más en el tiempo, las políticas multilaterales encaminadas a sacar de la pobreza a quienes subsisten con menos de 6,85 dólares diarios.

El Banco Mundial detecta a más de un centenar de países inmersos en la trampa de ingresos medios, aquellos con una renta per cápita inferiores a 8.000 dólares y en la que han caído el 75% de la población mundial.

9.- Mejora de la financiación multilateral a países con rescates del FMI. El FMI acude a su cita otoñal con una buena noticia para sus mayores deudores. Retirará sanciones por impagos de las líneas de crédito concedidas a países con programas de rescate abiertos por la institución, y les facilitará la devolución de sus obligaciones con la supresión de tarifas y la reducción de intereses. Argentina será la más beneficiada, seguida de Egipto, Ucrania o Ecuador.

En general, Georgieva avanzó un recorte de las cargas crediticias a sus deudores del 36%: unos 1.200 millones de dólares anuales. Todo ello, recudirá de 20 a 13 el número de países en pagos de devolución crediticia al FMI en el año fiscal 2026.

10.- Silencio sospechoso sobre EEUU, Oriente Próximo y Ucrania. A pesar de las amenazas que, según la cúpula ejecutiva del FMI, se ciernen sobre la economía por las tensiones geopolíticas y los desequilibrios del mayor mercado global, un halo de silencio preside las jornadas previas a la cita de otoño del FMI. A buen seguro por la proximidad de las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, acontecimiento que también supedita cualquier comentario adicional que pueda tensar los ánimos en torno a Rusia o Israel. Pero el diagnóstico del Fondo sobre EEUU enfatiza la urgente necesidad de que el futuro inquilino (o inquilina) de la Casa Blanca afronte un recorte de su endeudamiento y corrija su déficit para volver a registrar crecimientos robustos.

No por casualidad, este asunto ha pasado a ser tabú en esta reunión. La economía se ha erigido, una vez más, en el argumento preferencial de los votantes americanos para decantar su balanza por Donald Trump o Kamala Harris en los últimos días de campaña. Igual que cualquier mensaje que pueda ser interpretado partidistamente en torno a Rusia y a Israel, que despiertan tantos diagnósticos similares como discordantes entre el líder republicano y la candidata demócrata.

Sin embargo, el FMI ha insistido en semanas recientes en la excelsa dependencia de la industria militar rusa en el curso de la economía del Kremlin y en las distorsiones salariales que provocan las altas retribuciones de los empleados de firmas armamentísticas estatales, que han disparado sus ofertas retributivas, respecto al resto de trabajadores y sus efectos sobre la espiral de precios en una época de reducción de los ingresos por las ventas exteriores de petróleo y gas siberianos.

Y sobre Israel alerta de la pérdida de pulso de su actividad económica, la desconfianza que se ha generado entre inversores exteriores el clima de elevada hostilidad geopolítica en Oriente Próximo y las repercusiones que una guerra abierta regional puede generar en el mercado de la energía y sobre la recién controlada inflación global.

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