Las acciones de Banco Portugués de Inversiones (BPI) han cerrado la sesión de este jueves en la Bolsa de Lisboa con una caída del 12,38% en la jornada posterior a que CaixaBank se haya hecho con el control de la entidad tras incrementar su participación hasta el 84,5%.

Las acciones de BPI han cerrado finalmente la sesión a un precio de 0,92 euros, lo que representa un descenso del 12,38%, aunque en los compases iniciales de la sesión la caída llegó a ser del 19%.

CaixaBank se hizo este miércoles con el control de la entidad portuguesa tras adquirir 568 millones de acciones, representativas de un 39% de su capital social, por 644,5 millones de euros, lo que eleva la participación de la entidad española hasta el 84,5%.

El consejo de administración de la entidad lusa propondrá a la junta de accionistas del 26 de abril nombrar nuevo consejero delegado al hasta ahora director general de CaixaBank para el proyecto de BPI, Pablo Forero, mientras que el actual consejero delegado del banco portugués, Fernando Ulrich, pasará a ser presidente, y el ahora presidente de BPI, Artur Santos Silva, será propuesto presidente de honor.

Tras la operación del banco catalán, la agencia de calificación Fitch ha revisado dos escalones al alza la nota de solvencia de BPI, por lo que la deuda del banco luso dejará de estar considerada como bono basura.

En un comunicado, la calificadora de crédito ha revisado desde 'BB' hasta 'BBB-' el 'rating' de BPI al considerar que CaixaBank respaldará al banco luso "en caso de necesidad". Fitch otorga a BPI una perspectiva 'estable'. En concreto Fitch atribuye la revisión de la nota de solvencia de la entidad a que existe una "alta probabilidad" de que la entidad catalana, que cuenta con una calificación 'BBB', apoye a BPI en caso de ser necesario.

"Fitch cree que Portugal es un mercado de importancia estratégica para CaixaBank, como lo demuestra la larga inversión en Banco BPI, puesto que cuenta con una participación minoritaria desde 1995, y su disposición a tomar el control del banco a pesar del consumo de capital asociado y las dificultades inherentes a una adquisición transfronteriza", señala la agencia.