El deshielo no llegó este miércoles al ataque valencianista. Sobre la nieve de Saint-Etienne, los de Mestalla dominaron el juego pero no supieron rematar sus acciones de ataque, que quedaban congeladas apenas alcanzaban el área local, como si una maldición paralizara a los valencianistas al encarar la puerta rival.

Joaquín, que estuvo muy activo pero sin pegada final, parecía bloquearse ante la visión de las camisetas verdiblancas de los galos, convertidos en espejismos béticos para el sevillano. La única excepción se produjo en el minuto 33, cuando una jugada brillantemente iniciada con un tac-tac de Hugo Viana terminó en una combinación entre Joaquín y Morientes que significó el 1-1 para el Valencia.

El Saint-Etienne, que alcanzó y perdió la final de la Copa de Europa hace 34 años, planteó el partido con inteligencia, con el desgaste justo, siempre a la contra. En cierto modo engañaban los locales porque parecían conformarse con el empate pero buscaban con astucia la yugular del rival cada vez que se abría ante ellos la oportunidad de un contraataque jugoso.

Decayó mucho el Valencia con el segundo gol de los galos. Fue la consecuencia de un fallo estrepitoso quizá provocado por la nieve del meta Guaita, incapaz de atrapar un balón blando que terminó en las mallas empujado por Ilan, el mismo que minutos antes le había batido con una vaselina perfecta.

El segundo gol del Valencia, que arrancó en un atento robo de Fernandes en el pico del área, llegó gracias a una acción de Del Horno, ganando el salto para ceder a Zigic en boca de gol. Los valencianistas, ayer de negro y naranja, parecieron deshelarse.

El Valencia, bajo la tremenda nevada, terminó el encuentro dando la impresión de poder ganar y poder perder. Al final, fue segundo de grupo por detrás del Copenhague. Se cruzará en dieciseisavos con un equipo de categoría: uno de los que escupe la Champions.